Amarantha se sorprendió ante las palabras y lo directo del hombre, no sabía qué respuesta darle. Aunque por dentro tenía una sensación de emoción, de saber que aún en su estado hubiese llamado la atención de un hombre bastante guapo. Sus ojos la observaban a la expectativa, ansioso por una respuesta, sin embargo, las dudas la inundaron por un momento, que iba a hacer ella saliendo e ilusionándose con alguien, si tal vez en unas semanas, meses, quizás por obra de un milagro en un par de años, aunque realmente esto no lo esperaba, ya no estaría, porque lo seguro es que más pronto que tarde, se convertiría en polvo. No tenía sentido ilusionarse, si tenía todo en su contra.
Miró hacia su hermana, luego a Karina, incluso a Marino, esperando ver sus rostros de conmiseración, pero no fue así, todos incluso María Martha esbozaban un
Marino se le acercó fingiendo molestia sin dejar de observar su lindo cuerpo, estaba delgada, destacaba su prominente vientre y sus senos ahora tenían mayor tamaño, también sus areolas se habían tornado más oscuras, detalle atribuido a su embarazo —Así que aquí tenemos a la antigua Karina bromista y burlista, pues te haré pagar tu osadía—Se acercó a abrazarla mientras ella fingía terror—¡Por Dios que cara pones!—y ella soltaba la risa encantada.Marino la atrajo de su cintura y acercó su cuerpo a ella, besando primero sus labios y luego bajando por su cuello hasta llegar a sus voluptuosos pecho
Marino terminó cediendo a su petición, pero en el fondo tenía la corazonada que no había sido buena idea, conocía bien a su madre y sabía que no se quedaría tranquila hasta conseguir lo que se proponía y ella por todos los medios quería probarle que su Kari no era buena para él, cuando era la mujer perfecta, jamás se iba a arrepentir de haberse enamorado de ella y volverla a tener en su vida, cuando pensó que la había perdido.—Karina amor—llamó tocando la puerta, porque a pesar de haber cedido a su petición, ella aún permanecía encerrada en el baño—¡Sal de allí! Por favor. Te estás portando como...—justo antes de terminar la oración, ella abrió la puerta. Tenía los ojos rojos señal de que había llorado.— ¿Me estoy portando co
Karina, sin pensar ni un minuto más, se levantó de su asiento y lo besó, chupando su labio inferior. Hasta que llegó el mesero y los interrumpió, ella se avergonzó porque los encontraron besándose, su rostro era del color de una fresa. Marino la miró y no pudo evitar reírse ante la expresión de su chica. Hizo su pedido y el hombre se retiró.—Karina Amor, te di el anillo pero no conversamos de la fecha de matrimonio. Quiero que nos casemos lo más pronto posible, en dos semanas podemos hacerlo por el civil y el eclesiástico lo haremos después de que des a luz. No quiero esperar más para que seas mi
Cinco días despuésKarina había pasado unos días felices, su apetito había mejorado considerablemente y cada vez que se le antojaba comer algo, Marino movía cielo y tierra para conseguírselo. Mientras estaba en la oficina la llamaba más de cuatro veces al día, pendiente de su alimentación y cuando llegaba en la tarde luego de pasear y jugar con las niñas, se duchaban juntos y terminaban haciendo el amor apasionadamente.En cuanto a Amarantha, aunque tenía más acercamiento con la pequeña Tara, esta se le acercaba solo cuando veía a Katherine junto a ella, aún no permitía que la abrazara mucho. Cuando intentaba besarla, aprovechando que la alzaba le decía «Deja no me beches», sin embargo, cada vez que dormía ella no perdía la oportunidad de abrazarla y besarla, lo que no pod&ia
Amarantha seguía llorando destrozada, se sentía impotente en no poder tener control sobre la muerte, se lamentaba de las cosas sobre las cuales pudo haber tenido control en su vida, pero prefirió dejarlas pasar. El destino a veces se ensañaba cuando piensas que todo está solucionado. Su voz se volvió ronca del esfuerzo que hacía con su garganta.—¡No me dejes! Te lo suplico. Apenas te estaba encontrando, es ahora cuando estoy aprendiendo a anteponer a otro ser humano antes que a mí. No te vayas sin terminarme de enseñar. ¡Por favor Ernesto!—sentía que sus fuerzas mermaban, que su alma en cualquier momento se desprenderá de su cuerpo.Ernesto la observaba en silencio, pero con un nudo en la garganta que lo atoraba y hasta el aire le quitaba, le conmovía profundamente verla así. En esas tres semanas ella había sido su soplo
Quince días despuésKarina estaba lista para asistir a la fiesta que la había invitado su suegra, ya se habían mudado a la hermosa casa y esas semanas se habían ido en escoger decorado, artefactos eléctricos y electrodomésticos, muebles, lámparas y cuanto objeto a su esposo le pareciera necesario y atractivo, sin embargo, ella se sentía feliz porque todo lo escogían juntos, Marino no hacía nada si ella no estaba con él.Se había colocado un hermoso vestido bordado bastante sencillo en color blanco, solo con un pequeño adorno de mangas, que le quedaba a la altura de las rodillas, con unas sandalias beige oscuro y su cabello suelto con una cinta blanca en la cabeza y una cartera del mismo tono de los zapatos, porque ese mismo día, su suegra la había llamado amablemente, diciendo que habí
Tres meses después Karina aunque tenía personas de servicio que la ayudaban a limpiar tres veces por semana, ese día ella había amanecido afanada limpiando. Tomó un pañito, lo humedeció con un desinfectante y comenzó a limpiar todas las superficies de la cocina, incluyendo los gabinetes. Como no alcanzaba, buscó un banquito, lo rodó y se subió en la encimera y empezó a limpiar, lo hacía con esmero, apretaba sus labios y ejercía un poco de fuerza para sacarle brillos al objeto.Marino había dejado unos documentos, cuando casi iba llegando a la oficina se regresó por ellos, entró a la casa y se dirigió a la habitación pensando que su linda esposa estaría descansando, pero no era así, se había levantado, supuso que estaría en
KarinaTres años y unos meses antes del reencuentro.Karina estaba emocionada, se había hecho la prueba y había dado positivo, estaba embarazada, salió del laboratorio con mucha ilusión, retrasó el momento de ir a su casa, porque sintió hambre, no había desayunado y decidió comerse un mbeju con cocido y leche con la chipa.Mientras desayunaba no dejaba de pensar en el pequeño bebé que crecía en su interior, ella había sospechado que estaba embarazada por los síntomas que la agobiaban, se preguntaba si sería niño o niña, si se parecería a ella o a su novio Ricardo. Ella casi no lo veía, porque él siempre se la pasaba trabajando, un hombre incansable, un artista urbano. Desarrollaba su arte sobre todo en Ciudad del Este, se expresaba en murales, paredones, escalinatas, pisos, paseos, anfiteatros y en fin, en cada parte donde pudiera exteriorizar su talento.Lo conoció cinco meses atrás en