Marino se quedó observando la escena, no pudo evitar el dolor que sintió en su pecho y las lágrimas instantáneamente corrieron por sus mejillas sin control, se giró para darse la vuelta sin pronunciar palabra, pero al momento de hacerlo se tropezó e hizo ruido y los ocupantes de la cama se despertaron.
Todo sucedió en cuestiones de segundos, Karina dirigió su vista a la puerta y miró el rostro de marino quien en ese momento había girado, estaba totalmente desencajado, pudo ver el oscuro dolor que lo agobiaba y su humanidad tembló, volteó su vista a un lado y vio a Ricardo sonriente, bajó la vista a su cuerpo y observó que estaba desnuda, la camisa que se había colocado no estaba en su lugar.
Sintió morirse, se cubrió con la sabana y se levantó, tocó la mano de Marino, quien apartó la suya c
Tres meses despuésMarino entró a su oficina, durante todo ese tiempo se había sumido en atender a su pequeña hija, quien apenas se estaba empezando a recuperar de la separación de Karina y Katherine, las primeras semanas habían sido realmente dolorosas, duro más de veinte días sumido en la desidia, en el abandono, sin salir del departamento, solo lo necesario, en el fondo deseaba su desenlace y lo más cruel era que tanto la pequeña como él habían caído en depresión, no ayudándola para nada el estado en que había caído él.Se dejó crecer la barba y varias veces esperaba que Tara se quedara dormida para sumirse en el licor, por lo cual en la mañana su estado no era el adecuado, solo se limitaba a medio alimentar a la niña y a bañarla, pero no jugaba ni buscaba la manera de entretenerla ni
Marino estaba conmovido, tenía sentimientos encontrados de tristeza por ya no estar cerca de ella, pero también de alegría, porque su niña lo había llamado, se obligó a calmarse.—Te he extrañado pequeña—pronunció con voz quebrada.—Yo también. Soy muy feliz de oírte Papi. Ya sé decir carro—contó orgullosamente, mientras se tardaba un poco más de tiempo para pronunciar las r, tardando más tiempo
Karina se había quedado impávida, mirando el teléfono, añorando en lo más profundo de su corazón, que la llamada no hubiese sido cortada, sino que se tratara de un problema con las líneas, y que él devolviera la llamada. «No seas ilusa», se dijo, «Sabes que no es así», siguió martirizándose en sus pensamientos, diciéndose que había cortado la llamada porque la odiaba, porque le desagradaba profundamente, le repugnaba le había dicho, sus palabras se repitieron como un martillo golpeando un clavo, pero estás solo producían más heridas en su corazón. El señor Omar salió con todo lo que le permitían sus piernas Al lugar donde se había desvanecido su hija, pero el administrador y algunos de los trabajadores de la hacienda, abrieron el portón de la entrada y salieron rápido a recogerla, totalmente nerviosos, uno de ellos la levantó y la llevó adentro, mientras otro se encargaba de las maletas y otro de la niña y el padre.La acostaron en un sofá, buscaron alcohol y la pusieron a olfatearlo para hacerla volver en sí. Su rostro estaba totalmente pálido, y sus labios amoratados, todos se asustaron al verla totalmente descompensada. Los nudillos de su mano estaban sangrando, lastimados por la fuerza que había ejercido intentando romper el candado.Cuando abrió los ojos los miró a todos extrañados, quiso levantarse con premura, pero enseguida un mareo le impidió laCAPÍTULO 43. UN ALIADO
Martín se quedó observando a Dara con molestia, le irritó sobre manera su actitud.—Si, yo soy muy ingenuo, fácil de engañar y tú si eres toda una experta en detectar engaños y trasfondos. ¿Sabes que me decepciona? Que aún con todo lo que vivimos nosotros, no hayas aprendido nada. Marino nos ayudó a que aclaráramos nuestra situación y aún Karina acabándote de conocer te dio un voto de confianza, te aconsejó, se hizo tu aliada. Una semana despuésMarino se encontraba en su apartamento jugando con Tara, ambos sentados en el suelo, mientras las muñecas estaban sentadas en un juego de comedor en miniatura, la niña le pasaba una pequeña tacita que presuntamente era té.—Toma papi, ati esta tu té—extendió su y luego se levantó, le dio un beso a su padre y se volvió a sentar. Había transcurrido una semana y Karina había sido dada de alta, entre Dara y Martín la convencieron para que se regresara con ellos a La Italianera, tanto insistieron que a la mujer no le quedó otra que aceptar, por más excusas que puso, entre ellas que debía atender a su padre, le dijeron que no estaba en condiciones de atender a nadie debido a su estado de salud. Incluso contrataron a una persona para que atendiera al señor Omar, mientras ella se fue a la casa con ellos.Cuando llegó a la casa, los recuerdos se agolparon en su mente, cada corredor, cada espacio le recordaba a Marino, incluso la habitación donde la hospedaron, era la misma que compartieron durante muchas noches. El olor a desinfectante y a limpio, le hizo llegar a la conclusión de que la habían limpiado recientemente, las sábanas de la cama matrimonial perfectamente tendidas sin una sola arruga, miCAPÍTULO 45. INMINENTE FINAL
CAPÍTULO 46. ¿HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE?
Dara marcaba de manera urgente al teléfono de Marino, de su padre, hasta al de su madre, con quien no había tenido contacto en las últimas semanas, pero todo era infructuoso. Se sentía impotente, al no poder resolver, Martín la vio estresada y se le acercó por detrás abrazándola.—¡Debes calmarte! No vas a poder remediar nada, si pierdes el control de esa manera—la recriminó.—Se casó con ella, ahora su bebé va a crecer le