CAPÍTULO 37. VERDADES AMARGAS

Marino no podía creer lo que estaba escuchando, sus palabras lo habían dejado lívido, sintió en su pecho que se abría un profundo hueco, esperaba que ella se retratara de sus palabras, pero siguió en silencio, entonces fue él quien habló.

—¡Es verdad! Tienes razón, no seré su padre desde el punto de vista biológico, pero lo soy por el lazo de amor que nos une a ella y a mí, nos amamos como si lo fuésemos y eso vale más que cualquier vínculo consanguíneo, he visto padres biológicos que no merecen serlos, no aman a sus hijos y los abandonan a su suerte sin ningún remordimiento, no creo que los que así actúen merezcan más ser llamado padre que yo. Pero gracias por dejar lo que piensas claro, me imagino que por tu afirmación de hace un momento, Tara no significa nada para ti—expresó con dol

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