CAPÍTULO 36. HERIDA PROFUNDA

El hombre se quedó observándola de pies a cabeza y con una socarrona sonrisa le dijo —¿Me recuerdas? —Sin embargo, no esperó respuesta y continuó—, Porque yo nunca he podido olvidarte.

Declaró mientras poco a poco iba acercándose a ella. Karina comenzó a temblar, no podía creer que se había encontrado ese hombre precisamente allí y justamente cuando sentía que había encontrado la felicidad. Retrocedió varios pasos, pero él la tomó del brazo con fuerza, su contacto le envió un hormigueo por su brazo, no podía creer que allí estuviese Ricardo Genser, más maduro, con su rostro más severo y con su barba perfectamente recortada, sus ojos verde claro que había visto en otro rostro, el de su hija, la miraban intensamente con una radiante sonrisa.

—Por favor, ¡Su&eacut

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