Al identificar a la persona con la cual tropezó, se quedó con la boca abierta unos segundos, no tenía la menor idea de que hacía allí, ni remotamente se lo había imaginado.
—¿No vas a saludar a tu madre? —interrogó Graciela la mujer de su padre.
— La única madre que tenía murió hace unos años, tú no eres nada mío, de hecho no eres de mis personas ni medianamente aceptable y menos luego de cómo nos trataste a mis hermanos y a mí después que lograste casar con mi padre.
— No tuve que ver con la decisión de tu padre vender las propiedades que tenía cuando vivía tu madre, además si haber sido cierto eso que dices, él pudo decir que no, entonces no creo que seas justo que me endoses a mí esa responsabilidad.
—¿
Todos estaban totalmente indignados por las palabras de la bruja, y la niña más que ninguno, las lagrimitas corrían por sus mejillas, mientras lloraba no con escándalo, sino con un profundo sentimiento que conmovía el corazón más duro, menos el de Graciela. Marino le entregó a Karina a Tara y luego tomó a Katherine, sentándola en su pecho, buscando calmarla.—¡Hey! —Llamó la atención de la pequeña, quien lo observó con párpados caídos, mirada triste y ojos humedecidos por las lágrimas que aún seguía derramando y que bañaban el pequeño rostro—¡No llores! Claro que soy tu padre, es más, te escogí desde que te vi por primera vez, me enamoré de tu sonrisa, de tus ojos, de tus ocurrencias. Nadie puede hacerte sentir mal porque venga a decirte
Un día después Marino fue dado de alta, siguió la recuperación y el tratamiento antibiótico para el combate de la infección de su pierna en la casa, sin embargo, después de tres días de reposo, estaba hastiado de tanta inactividad, se reveló de sus cuidadores porque ya no quería estar en cama, por más que le insistieron y le hicieron ver que lo mejor es que guardara reposo, no hubo fuerza humana que lo convenciera de hacerlo, pues uno de los defectos de este hombre es que era tan terco como lo era Karina, definitivamente ellos eran tal para cual, pero se notaba como cada uno de ellos hacia esfuerzos para acoplarse uno a otro.Se dedicó a hacer las tareas más sencillas en la hacienda, pues decía que el ejercicio físico le serviría como terapia de rehabilitación para lograr recuperarse con mayor rapidez. Ayudó a limpiar los establos, las ca
Se quedaron abrazados, ella desnuda y él a medio vestir acostados en la hierba, le quitó la coleta que le sujetaba el cabello y empezó a acariciárselo con mucha ternura, tomó un mechón en sus manos y acarició con este delicadamente su rostro, produciéndole un cosquilleo, luego acercó su rostro a ella y comenzó nuevamente a besarla con suavidad, pero Karina se sentía demasiado impetuosa para ir con calma, se subió encima de su amado diciéndole.—Ahora me toca a mi señor Russo—empezó a recorrer su rostro con las manos, perfilando cada facción del mismo, embebiéndose de ella, fue haciéndose camino por su barbilla hasta llegar a su manzana de Adán, iba probándolo con la punta de su lengua, mientras él la sostenía por la espalda, recorriéndosela con delicadas caricias, intentando bes
Después de calmar a Karina, tomaron a las niñas y se fueron a dar una vuelta para lograr apaciguar los ánimos que estaban un poco alterados. Al regresar se sentaron a dibujar y a pintar, mientras jugaban con las pequeñas, empezaron a hablar.—En un par de meses Katherine cumpliría su tercer año —inició hablando Karina—y quiero inscribirla en educación inicial en Filadelfia.—Me parece una excelente idea, creo que también deberíamos inscribir a Tara y que puedan estudiar juntas y cuidarse una a la otra —propuso Marino entusiasmado con la idea.—Amor las dos pueden ir a mismo centro de educación inicial, pero Katherine por su edad deber ir al jardín de infantes y Tara al Jardín Maternal, no es posible que estén en el mismo salón. Igual las llevamos y la recogemos diariam
Karina subió al avión tomando de la mano a su hija, para Katherine era su primera vez en un avión, por lo cual todo lo miraba con curiosidad.Le abrochó el cinturón de seguridad y le dijo: —Tal vez cuando el avión se eleve en el cielo, te pueden dar unas cosquillitas en el estómago, no vayas a asustarte— la niña movió su cabeza afirmativamente en señal de que había entendido.
La mujer siguió sonriendo con alevosía, sintiendo que dentro de poco lograría su objetivo —Eso lo espero con ansias.—Necesito que me lleves a la pequeñita, mañana apenas tengas oportunidad.—¡Ya va! —Exclamó—¿Acaso piensas arrebatarle a la niña? Para eso no me presto, no quiero terminar en la cárcel acusada de secuestro de infantes.—No haré nada de eso, solo tengo curiosidad de conocerla—respondió el hombre.—Creo que Karina no me permitirá salir ni siquiera a la puerta con su hija—debatió la mujer.—¡Quién te ha dicho que le vas a pedir permiso! —exclamó el hombre con un tono de impaciencia.—¿Entonces como voy a lograr sacarla de la casa?&md
La mujer se fue caminando, tomando a la niña de la mano, daba grandes zancadas y llevaba a la pequeña Katherine casi a rastra, recorrió dos cuadras, llegó a la panadería y pidió un café y un jugo para la niña, se ubicó en una mesa del exterior.—¿Dónde está mi papi? —interrogó la niña ansiosa, dentro de ella sentía una gran emoción que la desbordaba, porque vería a su papi Marino.—Ten calma, ya lo va a ver—pronunció con tranquilidad.Efectivamente, luego de cinco minutos de estar esperando se apareció el hombre, Graciela lo vio desde que descendió de un taxi, llegó a la mesa donde estaban, se ubicó detrás de la niña y pronunció con una voz fingiendo emoción.—¡Katherine!
El hombre se quedó observándola de pies a cabeza y con una socarrona sonrisa le dijo —¿Me recuerdas? —Sin embargo, no esperó respuesta y continuó—, Porque yo nunca he podido olvidarte.Declaró mientras poco a poco iba acercándose a ella. Karina comenzó a temblar, no podía creer que se había encontrado ese hombre precisamente allí y justamente cuando sentía que había encontrado la felicidad. Retrocedió varios pasos, pero él la tomó del brazo con fuerza, su contacto le envió un hormigueo por su brazo, no podía creer que allí estuviese Ricardo Genser, más maduro, con su rostro más severo y con su barba perfectamente recortada, sus ojos verde claro que había visto en otro rostro, el de su hija, la miraban intensamente con una radiante sonrisa.—Por favor, ¡Su&eacut