Capítulo 3

Sentía el estómago arder por la ira, aunque también podía deberse a que estaba famélica, no había pasado ni una hora desde que desperté, pero sentía un agujero, podría comerme una vaca.  

El tipo ese estacionó frente a la estación junto a las patrullas, abrió la puerta y salió exponiendo toda su anatomía.  Madre santa, hombres así deberían estar prohibidos, hacen que una se desconcentre, que tenga pensamientos que solo deberían aparecer en situaciones específicas… No cuando estaba arrestada y temía por mi vida.

—Tengo derechos —espeté mientras me llevaba al interior de la estación—. Quiero saber de qué se me acusa.

De pronto, mis piernas flaquearon y mi cabeza dio vueltas, ya no pude mantenerme en pie.

—Ya no puedo —jadeé, incluso hablar requería de mucho esfuerzo—. Me siento mal.

El tipo titubeó un antes de bufar y apretar los labios, me tomó entre sus poderosos y cálidos brazos para levantarme con tanta facilidad como si fuera un peluche.

Me llevó hasta una especie de recepción en la cual dos policías uniformados, un hombre y una mujer tomaban notas y tecleaban en sus computadoras, detrás de ellos, otros dos estaban sentados en pequeños escritorios y atendían llamadas mientras anotaban algo en trozos de papel sueltos y revisaban gruesas carpetas. Nadie tenía cara de estar disfrutando su estancia ahí. Al menos todos compartíamos el mismo sentimiento de rechazo.

Fue entonces cuando uno de ellos alzó la vista y al verme soltó un jadeo, que supe que algo andaba realmente mal.

—Comment est-ce possible?

Su cuestionamiento llamó la atención de la oficial junto a él, levantó la mirada y abrió la boca, sorprendida, luego miró al tipo que me arrestó.

—Va te faire foutre! —soltó una risa nerviosa—. Tu l'as trouvée.

—¿Qué m****a? —me giré hacia el tipo—. ¡Exijo respuestas! No hice nada malo.

—Comment vous appelez-vous?

El oficial que jadeó se dirigió a mí, pero no hice caso, me quedé mirando al tipo que me arrestó.

—Necesitamos confirmar tu nombre.

—Yo necesito un abogado.

Por un momento sentí que funcionaría, saboreé durante una milésima de segundo la victoria, pero entonces el noticiero apareció en la televisión encendida. Y por un momento sentí que estaba salvada.

La pantalla mostraba a alguien hablando en francés, no entendía lo que decía, pero lo que sí podía ver y era irreconocible, fue una fotografía mía. Me veía sonriente y feliz, estaba con ropa de civil mientras detrás de mí se alzaba imponente un monumento del centro de la capital de Meza.

Tenía que ser una alerta de búsqueda, pronto volvería a casa.

—Escucha, no sé tu idioma, necesito traducción —fingí una voz despreocupada, pero firme.

El tipo me miró desde arriba con desdén, su barbilla fuerte se tensó al oírme hablar y sus labios se deformaron en una mueca que podría ser de desagrado o ira o ambas. Su manera tan pausada de respirar lo hizo parecer calmado. Yo, por el contrario, sentía tan duros los latidos de mi corazón que pude jurar que me daría un paro.

La actitud que tomó lo hizo verse bien, imponente, valiente, agresivo. Por alguna retorcida razón me imaginé encerrada entre sus poderosos brazos y tuve que apartar la mirada para sumergirme en mi vergüenza. El calor subía por mi rostro mientras me centraba en pensar en todo lo desagradable que había en mi vida y así deshacerme de la imagen tan… Extravagante.

—Odele Conde, buscada en al menos cinco países, peligrosa criminal que podría estar armada, si se avista no intente acercarse a ella y avise a las autoridades. Se le acusa por el homicidio del sargento Hermann Meyer —sus ojos centellearon, una vena se remarcaba en su cuello e hice el intento de retroceder un paso; fue imposible—. Hermann Meyer. ¿Es su sangre?

Di por hecho que la sangre era mía, no por nada me desangré. Pero esta ropa no era mía, no me explicaba cómo es que la tenía. Alguien pudo haberme inculpado. No conocía a ningún Hermann, aunque lo conociera no le hice nada. Estaba muerta, los muertos no pueden matar.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP