84 Max no había perdido el tiempo. Apenas recibió la información, se dirigió al lugar. La casa era moderna, grande y hermosa, muy distinta a lo que él hubiera imaginado para Julieta. Cuando llegó, la vio desde la distancia acompañada de un hombre con el cabello tan oscuro como el de ella, alto de unos treinta años. Su corazón latía con fuerza, tanto que sintió que explotaría en cualquier momento. Julieta parecía diferente. Más tranquila, pero también más cansada, con bolsas oscuras bajo sus ojos visibles aún desde lejos se podía ver. Estaba por acercarse a ella, cuando el teléfono de Julieta sonó. —Un momento… —susurró ella a su acompañante, tomando su móvil. Max observó desde la distancia cómo su expresión cambiaba de golpe. El rostro de Julieta se volvió pálido mientras leía la alerta en su pantalla. Era una noticia. "Liliane Williams, esperando su primer hijo con el magnate Maximiliano Hawks", decía el encabezado
85Cuando todos se fueron de su casa Max se desinfló como un globo, su fuerza fue pura apariencia; hoy había logrado ponerse un traje, pero no se había afeitado nada y se veía como un indigente con traje.Julieta había visto la noticia, no tenía pruebas solo un frío presentimiento de que ya había visto la noticia y ella a lo mejor no creería su versión.—¿De verdad vas a demandar? —cuestiona Marcelo, curioso.—No lo sé, solo siento que ese hijo no es mío —admite Max— no recuerdo nada de esa noche, aún así no me veo acostándome con cualquier mujer.—Siempre has sido selectivo con ese tema —murmura Marcelo en acuerdo— puedo investigar su vida, si así lo quieres.—Sí, quiero llegar al fondo de todo —se frota la frente, sintiendo muy cansado y con ganas de dormir.—¿Tus pastillas? —pregunta Marcelo.—Ya las tomé —le recuerda Max— solo necesito… descansar.—No me dijiste como te fue con Julieta —le dijo, mientras caminaba detrás de él, esperando que no se cayera o desmayara.—No p
86El comedor, que momentos antes había estado lleno de risas y conversaciones triviales, quedó en absoluto silencio cuando Julieta finalmente reunió el valor para soltar la noticia que llevaba guardando en su pecho durante semanas.—Estoy embarazada —repite de nuevo, su voz apenas más alta que un susurro, pero lo suficientemente clara para que todos la escucharan. Ya había perdido toda la valentía que había reunido.El choque fue instantáneo. La madre de Julieta, con los ojos abiertos de par en par, dejó caer su cuchillo al plato, el estruendo metálico resonando en la silenciosa mesa. Vic, el hermano del medio, frunció el ceño, incrédulo, mientras Stefan, el mayor, se enderezaba en su silla, claramente en estado de shock. Pero fue el conde Beaumont, su padre, quien se puso de pie bruscamente, derribando su silla al hacerlo.—¿Qué has dicho? —gruñó, con una furia contenida, sus ojos ardiendo de ira—. ¿De quién es ese hijo, Juliette? ¡Dime su nombre ahora mismo!Julieta, con el cor
87Max no quería asistir a sus quimio. Pero si terminaba estás últimas sesiones lo operarían para hacerle una búsqueda… a veces el cáncer de escondía en lugares insospechados pasando desapercibido y la doctora Thorne no quería fallar en nada. Max estaba sentado en la silla de hospital, rodeado de una atmósfera estéril y fría. El goteo constante del suero de quimioterapia era el único sonido que rompía el silencio. Su cuerpo se sentía cansado y pesado, sentía el veneno recorriendo sus venas, luchando para destruir las células malas que lo consumían por dentro.—¿Cómo vamos, Max? —pregunta la enfermera con una sonrisa en su rostro.—Lo mejor que se pueda estar con un monstruo comiéndote de adentro hacia afuera —su respuesta fue seca.La enfermera no perdió su sonrisa, sabía que las quimioterapia ponían a los pacientes de mal humor, pero solo era su enfermedad hablando y ella no se lo tomaba en serio.Una parte muy pequeña de Max le agradecía a mujer mayor por no perder la pacienci
88El hospital estaba casi en penumbras cuando Max abrió los ojos, su cuerpo pesado, agotado por la quimioterapia que acababa de recibir. El veneno seguía corriendo por sus venas, debilitándolo más con cada segundo, pero su mente no dejaba de pensar en una cosa: Julieta.Había escuchado, a través de sus fuentes, que Julieta estaba llevó a cabo la gran organización de su cena de ensayo, un evento que marcaría su presentación formal ante la sociedad como la prometida de Callum Rutland. El solo pensamiento de verla al lado de otro hombre, caminando hacia un futuro que no lo incluía, le producía un dolor más profundo que el causado por cualquier tratamiento.—¿Algún día nos vamos a casar? —escuchaba la voz de Julieta como si estuviera a su lado.—Siempre con el mismo tema, Jules —le respondía el viejo Max, rudamente.No quería ilusionarla más de lo que ya estaba, vivir con él no iba a ser fácil, y aunque ella merecía algo mejor él todavía no tenía fuerzas para dejarla ir.—Lo sé, es
89Julieta estaba radiante, hablando con su familia, su rostro iluminado por una sonrisa que parecía no pertenecer a la mujer que él había amado.—¡La fiesta es todo un éxito! —celebró su madre.—Gracias a ti, mamá —alaba Julieta.—Te quedó todo de lujo, madre —dijo Vic, el más embaucador de los tres hermanos.—Tonterías, Jules —dijo con una risita su madre— y tú, deja de andar endulzándome el oído, ya sé qué quieres algo.Vic levanta las manos aparentando inocencia y cuando ve a una chica hermosa, se aleja con una sonrisa coqueta.—Todo quedó maravilloso, señora Beaumont —confirma Callum.—Gracias, Callum —contesta la madre de Julieta, antes de marcharse porque su esposo, el conde la llamaban.—Debo ir al aseo —Julieta le dijo a Callum al oído —ya vuelvo.—¿Te acompaño? —pregunta Callum, mirándola preocupado— has ido mucho al baño.—Es un… efecto secundario —hace una mueca y muerde su labio apenada— ya sabes.Callum capta lo que quiere decir y asiente.—Bien te espero aqu
90 El beso, fue dulce y apasionado, Max se tomó su tiempo para saborear sus labios y siguió un poco más y Julieta fue macilla en sus manos una vez más, su cerebro se fue de paseo junto con su raciocinio y la dejaron sola con todo lo que sentía por Max, él se sintió feliz por esos momentos. —Necesito que lo digas, Jules —dijo Max, alejándose lo suficiente como para que hablé, pero no tanto como para no seguir respirando su delicioso aroma. —Max… —Julieta se calla de nuevo con otro de sus besos, sabía un poco extraño, un sabor que no lograba identificar, pero al mismo tiempo era él y era todo lo que importaba— soy tuya, hoy y siempre —jadeó, apenas con fuerzas para negarle eso. La verdad. La otra opción sería gritar y hacer un escándalo… no lo haría. Jamás le haría eso a sus padres. —No te vas a casar —le repite Max, vehemente. Julieta se queda callada y asiente para que él se quedé tranquilo, pero no hacía esto solo por ella. Sino por su bebé, en cuanto salga la noticia de s
91Liliane veía a Julieta como si fuera una cucaracha y francamente Julieta estaba cansada de su auto superioridad que no tiene y no merece.Michelle y Brigitte la habían visto y ella las vio también. Pero no querían que la relacionarán con ella en la fiesta de los conde, así que se mantuvieron alejadas tratando de que las habladurías de esa noche no girarán en torno a próximo juicio.—¿Fuera de lugar? —respondió Julieta, con suavidad, su mirada evaluando a Liliane y levantó una ceja—. No me lo parece y, sí. Supongo que felicidades por agarrar a un hombre borracho y aprovecharte de él… no te hacía de esas mujeres.Liliane se acercó, su perfume empalagoso llenando el aire lo que revolvió el estómago de Julieta, hasta su bebé se negaba a agradarle la bruja mala.—¿Aprovecharme? ¿Eso te dijo, Maximiliano? —pregunta burlonamente Liliane, por dentro hervía de rabia— Vamos, Julieta , tú sabes que a Max le encanta el sexo y esa noche me hizo suya como quiso —suspiró como si recordara.—