86El comedor, que momentos antes había estado lleno de risas y conversaciones triviales, quedó en absoluto silencio cuando Julieta finalmente reunió el valor para soltar la noticia que llevaba guardando en su pecho durante semanas.—Estoy embarazada —repite de nuevo, su voz apenas más alta que un susurro, pero lo suficientemente clara para que todos la escucharan. Ya había perdido toda la valentía que había reunido.El choque fue instantáneo. La madre de Julieta, con los ojos abiertos de par en par, dejó caer su cuchillo al plato, el estruendo metálico resonando en la silenciosa mesa. Vic, el hermano del medio, frunció el ceño, incrédulo, mientras Stefan, el mayor, se enderezaba en su silla, claramente en estado de shock. Pero fue el conde Beaumont, su padre, quien se puso de pie bruscamente, derribando su silla al hacerlo.—¿Qué has dicho? —gruñó, con una furia contenida, sus ojos ardiendo de ira—. ¿De quién es ese hijo, Juliette? ¡Dime su nombre ahora mismo!Julieta, con el cor
87Max no quería asistir a sus quimio. Pero si terminaba estás últimas sesiones lo operarían para hacerle una búsqueda… a veces el cáncer de escondía en lugares insospechados pasando desapercibido y la doctora Thorne no quería fallar en nada. Max estaba sentado en la silla de hospital, rodeado de una atmósfera estéril y fría. El goteo constante del suero de quimioterapia era el único sonido que rompía el silencio. Su cuerpo se sentía cansado y pesado, sentía el veneno recorriendo sus venas, luchando para destruir las células malas que lo consumían por dentro.—¿Cómo vamos, Max? —pregunta la enfermera con una sonrisa en su rostro.—Lo mejor que se pueda estar con un monstruo comiéndote de adentro hacia afuera —su respuesta fue seca.La enfermera no perdió su sonrisa, sabía que las quimioterapia ponían a los pacientes de mal humor, pero solo era su enfermedad hablando y ella no se lo tomaba en serio.Una parte muy pequeña de Max le agradecía a mujer mayor por no perder la pacienci
88El hospital estaba casi en penumbras cuando Max abrió los ojos, su cuerpo pesado, agotado por la quimioterapia que acababa de recibir. El veneno seguía corriendo por sus venas, debilitándolo más con cada segundo, pero su mente no dejaba de pensar en una cosa: Julieta.Había escuchado, a través de sus fuentes, que Julieta estaba llevó a cabo la gran organización de su cena de ensayo, un evento que marcaría su presentación formal ante la sociedad como la prometida de Callum Rutland. El solo pensamiento de verla al lado de otro hombre, caminando hacia un futuro que no lo incluía, le producía un dolor más profundo que el causado por cualquier tratamiento.—¿Algún día nos vamos a casar? —escuchaba la voz de Julieta como si estuviera a su lado.—Siempre con el mismo tema, Jules —le respondía el viejo Max, rudamente.No quería ilusionarla más de lo que ya estaba, vivir con él no iba a ser fácil, y aunque ella merecía algo mejor él todavía no tenía fuerzas para dejarla ir.—Lo sé, es
89Julieta estaba radiante, hablando con su familia, su rostro iluminado por una sonrisa que parecía no pertenecer a la mujer que él había amado.—¡La fiesta es todo un éxito! —celebró su madre.—Gracias a ti, mamá —alaba Julieta.—Te quedó todo de lujo, madre —dijo Vic, el más embaucador de los tres hermanos.—Tonterías, Jules —dijo con una risita su madre— y tú, deja de andar endulzándome el oído, ya sé qué quieres algo.Vic levanta las manos aparentando inocencia y cuando ve a una chica hermosa, se aleja con una sonrisa coqueta.—Todo quedó maravilloso, señora Beaumont —confirma Callum.—Gracias, Callum —contesta la madre de Julieta, antes de marcharse porque su esposo, el conde la llamaban.—Debo ir al aseo —Julieta le dijo a Callum al oído —ya vuelvo.—¿Te acompaño? —pregunta Callum, mirándola preocupado— has ido mucho al baño.—Es un… efecto secundario —hace una mueca y muerde su labio apenada— ya sabes.Callum capta lo que quiere decir y asiente.—Bien te espero aqu
90 El beso, fue dulce y apasionado, Max se tomó su tiempo para saborear sus labios y siguió un poco más y Julieta fue macilla en sus manos una vez más, su cerebro se fue de paseo junto con su raciocinio y la dejaron sola con todo lo que sentía por Max, él se sintió feliz por esos momentos. —Necesito que lo digas, Jules —dijo Max, alejándose lo suficiente como para que hablé, pero no tanto como para no seguir respirando su delicioso aroma. —Max… —Julieta se calla de nuevo con otro de sus besos, sabía un poco extraño, un sabor que no lograba identificar, pero al mismo tiempo era él y era todo lo que importaba— soy tuya, hoy y siempre —jadeó, apenas con fuerzas para negarle eso. La verdad. La otra opción sería gritar y hacer un escándalo… no lo haría. Jamás le haría eso a sus padres. —No te vas a casar —le repite Max, vehemente. Julieta se queda callada y asiente para que él se quedé tranquilo, pero no hacía esto solo por ella. Sino por su bebé, en cuanto salga la noticia de s
91Liliane veía a Julieta como si fuera una cucaracha y francamente Julieta estaba cansada de su auto superioridad que no tiene y no merece.Michelle y Brigitte la habían visto y ella las vio también. Pero no querían que la relacionarán con ella en la fiesta de los conde, así que se mantuvieron alejadas tratando de que las habladurías de esa noche no girarán en torno a próximo juicio.—¿Fuera de lugar? —respondió Julieta, con suavidad, su mirada evaluando a Liliane y levantó una ceja—. No me lo parece y, sí. Supongo que felicidades por agarrar a un hombre borracho y aprovecharte de él… no te hacía de esas mujeres.Liliane se acercó, su perfume empalagoso llenando el aire lo que revolvió el estómago de Julieta, hasta su bebé se negaba a agradarle la bruja mala.—¿Aprovecharme? ¿Eso te dijo, Maximiliano? —pregunta burlonamente Liliane, por dentro hervía de rabia— Vamos, Julieta , tú sabes que a Max le encanta el sexo y esa noche me hizo suya como quiso —suspiró como si recordara.—
92La presentación de Julieta como la hija menor del conde Beaumont había sido un éxito rotundo. Los murmullos de asombro y admiración no paraban de llenar la sala mientras ella y Callum, de brazos entrelazados, se paseaban entre los invitados. Cada sonrisa, cada saludo, estaba perfectamente calculado para mostrar una imagen de elegancia y poder. Julieta, a pesar de las emociones encontradas, mantenía la compostura. Esta era su noche, y no iba a dejar que nadie la arruinara.—¡La hija menor del conde Beaumont es hermosa! —¿Viste que hermosa pareja hacen los novios?—¡Yo también quiero un duque, mamá!—¡Parecen una familia muy unida y hermosa!—¡Quiero hacerme amiga de Juliette Beaumont, papi!Pero no todos estaban tan felices. Desde una esquina del salón, Liliane Williams, Michelle, y Brigitte Hawks observaban la escena con miradas cargadas de resentimiento. La envidia era palpable, casi un perfume agrio que llenaba el aire alrededor de ellas.—Que mundo alternativo es este —p
93 Julieta había decidido tomarse un día para despejar su mente, había pasado una semana de su cena de ensayo y presentación a la sociedad neoyorquina más exclusiva y fue aceptada de buen grado. Todos estaban expectantes de si sería solo una burla. Entre los preparativos para la boda, el embarazo y el reciente encuentro con Maximiliano, sentía que su cabeza estaba a punto de estallar. Se dirigió a un parque cercano y visualizó su café favorito, estaba cerca del hospital donde se hizo su ecografía unas semanas atrás, el parque era un lugar tranquilo donde solía sentarse a pensar cuando necesitaba claridad, pero justo ahora se le antojo un chocolate caliente y tal vez una rebanada de pastel de frutos rojos que visualizaba desde ese lado de la calle hasta el mostrador. —El bebé necesita esa rebanada de pastel, tal vez dos —pensó en voz alta mientras se encaminaba hacia la cafetería. Lo sitios como el parque le daban una sensación de paz, así que desde que vino con Tomás le gustó y