89Julieta estaba radiante, hablando con su familia, su rostro iluminado por una sonrisa que parecía no pertenecer a la mujer que él había amado.—¡La fiesta es todo un éxito! —celebró su madre.—Gracias a ti, mamá —alaba Julieta.—Te quedó todo de lujo, madre —dijo Vic, el más embaucador de los tres hermanos.—Tonterías, Jules —dijo con una risita su madre— y tú, deja de andar endulzándome el oído, ya sé qué quieres algo.Vic levanta las manos aparentando inocencia y cuando ve a una chica hermosa, se aleja con una sonrisa coqueta.—Todo quedó maravilloso, señora Beaumont —confirma Callum.—Gracias, Callum —contesta la madre de Julieta, antes de marcharse porque su esposo, el conde la llamaban.—Debo ir al aseo —Julieta le dijo a Callum al oído —ya vuelvo.—¿Te acompaño? —pregunta Callum, mirándola preocupado— has ido mucho al baño.—Es un… efecto secundario —hace una mueca y muerde su labio apenada— ya sabes.Callum capta lo que quiere decir y asiente.—Bien te espero aqu
90 El beso, fue dulce y apasionado, Max se tomó su tiempo para saborear sus labios y siguió un poco más y Julieta fue macilla en sus manos una vez más, su cerebro se fue de paseo junto con su raciocinio y la dejaron sola con todo lo que sentía por Max, él se sintió feliz por esos momentos. —Necesito que lo digas, Jules —dijo Max, alejándose lo suficiente como para que hablé, pero no tanto como para no seguir respirando su delicioso aroma. —Max… —Julieta se calla de nuevo con otro de sus besos, sabía un poco extraño, un sabor que no lograba identificar, pero al mismo tiempo era él y era todo lo que importaba— soy tuya, hoy y siempre —jadeó, apenas con fuerzas para negarle eso. La verdad. La otra opción sería gritar y hacer un escándalo… no lo haría. Jamás le haría eso a sus padres. —No te vas a casar —le repite Max, vehemente. Julieta se queda callada y asiente para que él se quedé tranquilo, pero no hacía esto solo por ella. Sino por su bebé, en cuanto salga la noticia de s
91Liliane veía a Julieta como si fuera una cucaracha y francamente Julieta estaba cansada de su auto superioridad que no tiene y no merece.Michelle y Brigitte la habían visto y ella las vio también. Pero no querían que la relacionarán con ella en la fiesta de los conde, así que se mantuvieron alejadas tratando de que las habladurías de esa noche no girarán en torno a próximo juicio.—¿Fuera de lugar? —respondió Julieta, con suavidad, su mirada evaluando a Liliane y levantó una ceja—. No me lo parece y, sí. Supongo que felicidades por agarrar a un hombre borracho y aprovecharte de él… no te hacía de esas mujeres.Liliane se acercó, su perfume empalagoso llenando el aire lo que revolvió el estómago de Julieta, hasta su bebé se negaba a agradarle la bruja mala.—¿Aprovecharme? ¿Eso te dijo, Maximiliano? —pregunta burlonamente Liliane, por dentro hervía de rabia— Vamos, Julieta , tú sabes que a Max le encanta el sexo y esa noche me hizo suya como quiso —suspiró como si recordara.—
92La presentación de Julieta como la hija menor del conde Beaumont había sido un éxito rotundo. Los murmullos de asombro y admiración no paraban de llenar la sala mientras ella y Callum, de brazos entrelazados, se paseaban entre los invitados. Cada sonrisa, cada saludo, estaba perfectamente calculado para mostrar una imagen de elegancia y poder. Julieta, a pesar de las emociones encontradas, mantenía la compostura. Esta era su noche, y no iba a dejar que nadie la arruinara.—¡La hija menor del conde Beaumont es hermosa! —¿Viste que hermosa pareja hacen los novios?—¡Yo también quiero un duque, mamá!—¡Parecen una familia muy unida y hermosa!—¡Quiero hacerme amiga de Juliette Beaumont, papi!Pero no todos estaban tan felices. Desde una esquina del salón, Liliane Williams, Michelle, y Brigitte Hawks observaban la escena con miradas cargadas de resentimiento. La envidia era palpable, casi un perfume agrio que llenaba el aire alrededor de ellas.—Que mundo alternativo es este —p
93 Julieta había decidido tomarse un día para despejar su mente, había pasado una semana de su cena de ensayo y presentación a la sociedad neoyorquina más exclusiva y fue aceptada de buen grado. Todos estaban expectantes de si sería solo una burla. Entre los preparativos para la boda, el embarazo y el reciente encuentro con Maximiliano, sentía que su cabeza estaba a punto de estallar. Se dirigió a un parque cercano y visualizó su café favorito, estaba cerca del hospital donde se hizo su ecografía unas semanas atrás, el parque era un lugar tranquilo donde solía sentarse a pensar cuando necesitaba claridad, pero justo ahora se le antojo un chocolate caliente y tal vez una rebanada de pastel de frutos rojos que visualizaba desde ese lado de la calle hasta el mostrador. —El bebé necesita esa rebanada de pastel, tal vez dos —pensó en voz alta mientras se encaminaba hacia la cafetería. Lo sitios como el parque le daban una sensación de paz, así que desde que vino con Tomás le gustó y
94Cuando Julieta despertó asustada, estaba en una pequeña habitación blanca, trató de tranquilizar su corazón acelerado. El suave sonido de los monitores y el aroma a desinfectante confirmaban que estaba en un hospital. Parpadeó, sintiendo sus ojos hinchados y la garganta seca. A su lado, Tomás estaba sentado, mirándola con preocupación. Él era su número de emergencia, el único que podían llamar en situaciones como esta.—Julieta… —dijo Tomás en voz baja, acercándose cuando vio que ella abría los ojos—. Me llamaron porque te desmayaste en la calle. ¿Qué pasó?—Yo… agua —pidió con ansias. En cuanto Tomás lo hizo la miró beber con avidez fijamente y esperando respuestas.Tomás casi se vuelve loco manejando, mínimo llegaran ocho multas por conducir como un maníaco por las calles de Nueva York.—¿Qué pasó? ¿Alguien te atacó? ¿Fueron esas mujeres avariciosa? —cuestiona Tom ya enojado por ella— es que no tienen vergüenza esas mujeres. Déjamelas a mí y yo las dejo calvas.Julieta intentó ha
95Isabel miraba a Callum asombrada por verlo allí y sobre todo por las cosas que le trajo, nunca nadie había sido tan detallista con ella como para recordar ese tipo de detalles de sus gustos. —¿Te acuerdas de eso? —preguntó en voz baja, tomando la caja entre sus manos como si fuera un tesoro. Podía sentir sus mejillas rojas y como las mariposas revoloteaban en su vientre.Callum se encogió de hombros restándole importancia, pero evitó mirarla a los ojos.—No es algo que se olvide fácilmente —se excusa él de manera esquiva.El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era incómodo, sino lleno de una tensión sutil, cargada de palabras no dichas. Isabel no pudo evitar sonreír un poco, aunque su corazón latía más rápido. Estaba agradecida, pero algo en su pecho se apretaba. No sabía cómo procesar lo que estaba sucediendo entre ellos.—Gracias —dijo ella, sintiendo que sus palabras eran insuficientes.—No tienes que agradecerme —respondió Callum, en un tono casi defensi
96 Isabel veía a Callum preocupada, su semblante había cambiado por completo. —¿Qué? —Callum se enderezó bruscamente en el asiento, una expresión de incredulidad cruzando su rostro—. ¿Ahora? ¿Ya han llegado? La tensión comenzó a salir en oleadas de Callum, Isabel se estremeció por ver cómo su rostro cambiaba y sintiendo la tensión en el ambiente. Un silencio tenso se apoderó del apartamento mientras Isabel observaba a Callum, quien cerró los ojos por un momento y se pasó la mano por el cabello, claramente frustrado. —Sí, estoy en camino. —Callum colgó y dejó el teléfono a un lado, con el rostro visiblemente tenso. —¿Qué pasa? —preguntó Isabel, aunque ya intuía que la respuesta no iba a ser fácil de escuchar. —Mis padres han llegado antes de lo esperado para la boda —dijo Callum, con un suspiro cansado—. Están en el hotel y quieren verme ahora mismo. El peso de esas palabras cayó sobre ambos. Isabel bajó la mirada, tratando de no mostrar su decepción, aunque una