266. Tienes que descansar

266

Cuando Julieta despertó, su respiración era errática y su corazón latía con fuerza. El desconocido techo blanco del hospital le hizo sentir una punzada de pánico.

—Señora Beaumont, tranquilícese, está a salvo —le dijo una enfermera con voz suave mientras ajustaba los monitores junto a su cama.

Julieta intentó sentarse, pero un mareo la obligó a detenerse.

—¿Qué pasó? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Dónde está Marcelo?

—Él está bien, no se preocupe. —La enfermera le dio una sonrisa tranquilizadora—. Está en una habitación cercana.

Julieta cerró los ojos y respiró hondo, dejando que las palabras de la enfermera calmaran su mente. No sabía en qué momento Marcelo había pasado de ser solo su guardaespaldas a alguien tan importante, casi como un hermano. Siempre estaba ahí, cuidando su espalda, y el pensamiento de perderlo era más aterrador de lo que podía admitir.

Cuando finalmente reunió fuerzas, pidió ver a Marcelo. La enfermera la ayudó a levantarse y caminar hasta su habitaci
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