266Cuando Julieta despertó, su respiración era errática y su corazón latía con fuerza. El desconocido techo blanco del hospital le hizo sentir una punzada de pánico.—Señora Beaumont, tranquilícese, está a salvo —le dijo una enfermera con voz suave mientras ajustaba los monitores junto a su cama.Julieta intentó sentarse, pero un mareo la obligó a detenerse.—¿Qué pasó? —preguntó con voz temblorosa—. ¿Dónde está Marcelo?—Él está bien, no se preocupe. —La enfermera le dio una sonrisa tranquilizadora—. Está en una habitación cercana.Julieta cerró los ojos y respiró hondo, dejando que las palabras de la enfermera calmaran su mente. No sabía en qué momento Marcelo había pasado de ser solo su guardaespaldas a alguien tan importante, casi como un hermano. Siempre estaba ahí, cuidando su espalda, y el pensamiento de perderlo era más aterrador de lo que podía admitir.Cuando finalmente reunió fuerzas, pidió ver a Marcelo. La enfermera la ayudó a levantarse y caminar hasta su habitaci
267Marcelo observó a Julieta dormida en la cama del hospital, aún bajo los efectos del calmante que el doctor le había administrado a petición suya. Sabía que ella estaba demasiado alterada para seguir con la búsqueda de Maximiliano. La última noticia había sido devastadora: la televisión afirmaba que Maximiliano Hawks había muerto en los escombros de la cárcel. Pero Marcelo no lo creía, no podía. Con Max nunca nada era tan sencillo.Tomando aire, salió del hospital para seguir investigando. Tenía contactos, y si alguien podía averiguar quién había difundido ese rumor, era él. Sin embargo, las llamadas de Anthony Hawks no dejaban de llegar. Marcelo había ignorado las primeras, sabiendo que no tenía respuestas para el anciano, pero al final no tuvo más opción.—¿Muchacho? —la voz de Anthony sonaba firme, con un deje de impaciencia—. Dime qué sabes de mi nieto. No soy de cristal, fui a la guerra, ¿sabes? Sé cómo es este mundo de jodido.Marcelo suspiró, llevando una mano a su frente
268Marcelo estaba decidido a encontrar respuestas. La cárcel, ahora un esqueleto humeante y lleno de escombros, ya no ofrecía pistas visibles. Sabía que quedarse allí sería una pérdida de tiempo, así que ajustó su abrigo y decidió tomar un enfoque más directo. Si Maximiliano no estaba entre los escombros, alguien tenía que saber algo.Con esa determinación, condujo hasta la instalación temporal donde habían reubicado a los reclusos sobrevivientes. Al llegar, su sola presencia imponía respeto. Marcelo era conocido en ciertos círculos, y aunque muchos de esos hombres jamás habían tratado con él directamente, su reputación lo precedía.—Quiero hablar con los que estaban en el ala este el día del accidente —ordenó al oficial encargado con voz firme. —Señor, necesitaré autorización para… —comentó el hombre.Marcelo le lanzó una mirada helada que detuvo cualquier excusa. —¿Necesitas mi autorización para conservar tu trabajo? Porque puedo gestionar eso en minutos —las palabras de M
269Anthony entró con su habitual porte imponente, apoyándose ligeramente en su bastón, pero con la mirada tan firme como siempre. Julieta, al verlo, se irguió de inmediato, aún con los ojos enrojecidos, pero llena de una determinación feroz.—Hija —dijo Anthony con una voz grave pero cargada de ternura—. Marcelo me dijo que estabas aquí, así que vine a verte.—¡Él no está muerto! —exclamó Julieta antes de que él pudiera decir algo más, como si repitiera un mantra para convencerse a sí misma tanto como a los demás—. ¡No lo está!Anthony asintió con calma, su rostro sin rastro de duda.—Lo sabemos, Julieta. Lo sabemos —la tranquiliza el anciano.Ella parpadeó, sorprendida por su respuesta.—¿Entonces…? —estaba confundida.—Necesitamos enfocarnos en esto de la manera correcta. Darle otro enfoque —dijo Anthony, su mirada adquiriendo un brillo astuto, casi siniestro.—¿Qué enfoque? —preguntó Julieta, su ceño fruncido por la confusión.—Hacerle creer al antagonista que ganó —respo
270Los flashes se intensificaron, capturando su rostro lleno de lágrimas, el temblor en sus labios. Esa imagen era perfecta para la narrativa de una mujer destruida, incapaz de sobrellevar la pérdida de su esposo.Anthony, notando el estado de Julieta, intervino rápidamente.—Les pido que respeten la privacidad de Julieta en este momento tan delicado. Maximiliano no solo era su esposo, era su roca, su compañero. Nuestra familia necesita tiempo para sanar, y les agradecemos que nos den ese espacio —dijo Anthony firmemente.Un periodista levantó la mano rápidamente, sin intención de ceder.—Señor Hawks, ¿cómo planean honrar la memoria de Maximiliano? —pregunta un periodista.Anthony suspiró profundamente, dejando que la pausa dramática llenara la sala.—Maximiliano será recordado como un hombre excepcional. Planeamos una ceremonia privada, solo para la familia, donde honraremos su legado. Les pedimos que entiendan nuestra decisión de mantener esto fuera del ojo público —una lágr
1 POV Julieta Mi respiración estaba atascada en mi garganta mientras él bombeaba sin descanso dentro de mí, una explosión se acumulaba en mi vientre bajo ya familiar para mí. Miré sus hermosos ojos de azules que me devolvían la mirada de manera cálida. Era el único momento que teníamos donde no era como el hombre de las nieves, frío y distante. Siempre era tan frío en el trabajo, que me siento privilegiada cuando la calidez entra en su mirada y solo es para mí, compaginando con su cuerpo caliente. Sus musculosos brazos sostenían todo su peso me besaba de manera ardorosa mordiendo mis labios casi con saña. Me entrego sin vergüenza al único hombre que he amado siempre. Llegamos a nuestro clímax casi al mismo tiempo y me siento en las nubes. Como cada vez. Aún mi sudor no se había secado cuando él ya estaba levantándose de la cama y metiéndose al baño. Suspiré un poco triste, pero ya acostumbrada porque nunca fue el tipo de hombre que se acurruca y se queda horas hablando o simpl
2POV JulietaLos murmullos en la oficina empezaron a crecer en toda la oficina, sus compañeros de trabajo eran bastantes chismosos y amaban regarlo en los demás pisos de la compañía.—Pensé que salía con Julieta, juraba que era su amante —dijo un hombre al que la misma Julieta había rechazado con educación en varias ocasiones.—Liliane es más bonita, mírala —dijo alguien más— toda la clase y la belleza que tiene la chica, no como ella que se cree la gran cosa.—Liliane siempre ha hecho gran pareja con el señor Maximiliano, no sé porque no se casaron hace cinco años —dijo una mujer cerca de Julieta.La madre de Max la favorecía frente a su hijo y de mí misma siempre que podía, para que él no se olvide de ella. No sé por qué Max no admite que tenemos una relación, así su madre lo dejaría en paz, sería lo más fácil.—Lamento tener que decepcionarlas —dijo Max Hawks sin pizca de arrepentimiento en su voz o su rostro—. Tengo una videoconferencia…—En cinco minutos con la gente de S
3POV JulietaMe tuve que quedar hoy viernes hasta tarde para hacer unos pendientes que se retrasaron por nuestra escapada al hotel y la videoconferencia de Shanghái, él se había ido hace mucho rato.Eran las nueve de la noche cuando salí de la oficina y estaba totalmente solitario y oscuro, los demás se habían ido y me fui caminando sola hasta llegar a la estación del metro, que quedaba al menos unas ocho cuadras de Hawks Holdings. Sin embargo, era mi rutina diaria y mi único ejercicio, no importaba qué tan tarde saliera me gustaba tomar transporte público me hacía sentir menos sola.Cuando llegué a mi casa sintiendo mi alma apesumbrada, sola, vi a mi alrededor. Solo tenía alumbrada la cocina; todo lo demás estaba a oscuras. Nadie me esperaba, nadie me abrazaba. Tenía al menos cinco años sin ver a mi familia simplemente porque no quería regresar.—Que sola me veo en el futuro —solo el eco era mi compañía. Ni siquiera me atrevía a tener una mascota porque a Max no le gustaba el p