25 Max se encontraba nervioso y solo su asistente podría lograr tal cosa.—No sabía que iba a venir —Max gruñe en voz, baja tratando de explicarle a Julieta, el día se estaba yendo a la mier.da con rapidez— sube al auto y hablemos de esto con calma.—No me interesa, no estaré en el mismo auto que ella de nuevo —comenta ella decidida. Su actitud era fría, pero sus ojos reflejaban una profunda tristeza. Lo que hizo que recordara las palabras de su amigo.“¿Quién me la va a quitar? ¿Tú?”“No, ese trabajo ya lo estás haciendo tú solo” Max sintió que el estómago se le estrujaba al ver sus ojos verdes tristes de Julieta, sentía que lo que estaba por venir no sería bueno para nadie.—Déjame llevarte, me desharé de ella —por primera vez parecía que Maximiliano Hawks estaba suplicando.—No, presidente Hawks —Julieta volvió a levantar la muralla, que él había derrumbado en la mañana— necesito ir a una farmacia, llegaré un poco después que usted. Su siguiente junta es en la oficina con
26 Desolada. Así se siente Julieta mientras va a una farmacia compra las pastillas para la migraña y un agua para poder beberlas. Poco menos de diez minutos después que llegó Maximiliano a la compañía ella entra por la puerta . El chismerío está a la orden del día, pero ella hace como que no escucha absolutamente nada y va directo a la sala de juntas, las paredes eran de cristal y podía ver que estaba en pleno apogeo la reunión. El catering había llegado minutos antes así que aprovechó para arreglar un carrito con todo lo necesario para los inversores. —Disculpen la interrupción —habla Julieta, sin ver a los presentes. —Adelante —responde el señor Parrish sin poder dejar de ver las piernas desnudas de Julieta. —¿Cómo sigue su esposa? —pregunta Julieta amable. —Muy bien, Juli —comenta el hombre con una sonrisa nada agradable— tienes una asistente muy hermosa e inteligente, Maximiliano. —Gracias —respondió Max, con su humor cada vez más y más agrio— lo sé, sigamos
27Julieta gritó por horas, quería llamar a alguien que la rescatara, pero no había señal suficiente para que su mensaje o llamada saliera.Había llorado y gritado suficientes veces como para que cabeza comenzará a latir y su garganta se sintiera arenosa.Piso música en su celular, pero hace más de una hora que se había quedado sin pila, se sentía desesperada, la herida en el brazo les dolía a horrores, solo quería un baño caliente y dormir.—Sáquenme, por favor —susurra a la nada mientras entierra su cabeza entre sus piernas y las lágrimas no la abandonan.Maximiliano no podía dormir, fue al gimnasio a las dos de la mañana y golpeó su saco de boxeo, uso la caminadora y levantó pesas. Aún así se sentía inquieto, decidió aprovechar esta oportunidad de energía y decidió ir a la oficina.Solo eran las cuatro de la mañana. Pero él siempre tenía mucho trabajo y que siempre se acumulaba cuando salía temprano, así que no fue nada raro para él irse hacia la oficina sola, ya luego llamarí
28Maximiliano llevaba toda la mañana trabajando en su lado de la cama con Julieta profundamente dormida, de repente se agitaba en sus sueños y él la calmaba, le dio el suero cada hora sin falta y esperó a que despertara.Por su parte Julieta se sentía cómoda, soñaba que estaba en su cama descansando… también tenía sueños más locos, como arrastrar a Brigitte Hawks por toda la compañía y eso le traía gran satisfacción. A pesar de no querer soñó con Maximiliano y era una versión de él que ella jamás ha visto. Solo por eso supo que era un sueño.—Max —susurro entre dormida y despierta dándole toda la vista a Max de su culo a medio tapar.—Aquí estoy, nena descansa —contesta Max, su voz ronca y profunda le hizo abrir los ojos de par en par.—¿Qué…? —intenta preguntar, antes de poder decir más su mente registra que no está en su casa— ¿En dónde estoy?Mira la decoración elegante y oscura, las paredes gris plomo y las ventanas cortinas negras eran un indicio enorme y sí, no es su casa.
29En la mansión Hawks esa día no hubo contratiempo, todo fluía de maravilla, Brigitte había ido de compras con Liliane y se sentía una paz enorme en la mansión cuando la mujer no estaba.—Señor, ayer hubo un problema en Hawks Holding —dijo Edrik Powell, el ayudante de Anthony interrumpiendo el movimiento de Anthony.—¿Qué un problema? —pregunta Anthony hundiendo el ceño.A pesar de estar retirado, Anthony siempre estaba al tanto de lo que pasaba en su empresa, tenía varios informantes que llamaban a Edrik con regularidad y ayer no fue la excepción.—Su nuera se presentó en la compañía queriendo correr a Julieta Persson de forma grosera, mis fuentes insinuando que le hizo algo a Liliane... —comienza a contarle lo sucedido y le muestra el vídeo.—Déjanos solos —pide Anthony a su enfermera, quien se apresura por salir de la sala sin chistar.Anthony era un hombre de unos ochenta años, aún era fuerte y se mantenía en forma a pesar de su edad, sino fuera porque una herida en la rodi
30Mark tuvo que intervenir, porque Maximiliano no se movía de su sitio, sinceramente se la merecía y que bueno que el abuelo lo hiciera o sino lo hubiera hecho él.¿Estuvo ciego todo este tiempo? La respuesta le revuelve el estómago. Julieta jamás se quejó de nada ¿Esto ha pasado antes?¿O Julieta si dijo y él no la escuchó? No sabe cual es peor.—Papá —intenta mediar Mark, alejando a su padre de su esposa antes de que todo se agrave aún más— cálmate, eso te hace daño.Su padre, Anthony Hawks lo ignora zafándose de su agarre y no deja de mirar a su nuera con cólera apenas contenida.—Vas a respetar las decisiones de tu hijo como presidente de Hawks Holding —le advierte Anthony señalándola— o juro sobre la tumba de mi esposa que los voy a sacar de mi testamento, Dios sabe que me queda poco tiempo en esta tierra, y no voy a permitir que arruines la reputación de mi familia y mi empresa por tus caprichos estúpidos.—No arruiné nada —se intenta defender, pero una mirada del abuelo
31Estando sola en su casa Julieta se sintió ahogada, abrió las cortinas y las ventanas, y aun así se sentía atrapada. —Me siento sin aire —se comentó así misma ahogada.Se dio un baño rápido, ya que no recuerda haberlo hecho en casa de Maximiliano y se puso ropa cómoda para bajar las escaleras. Eran casi las ocho de la noche, pero ella necesitaba aire fresco… al menos lo más fresco que se pueda en la ciudad.—¿Qué haces aquí sola? —pregunta una voz masculina, que ella reconocía muy bien.Llevaba al menos dos horas sentada viendo a la nada cuando sintió su presencia, lo que le recuerda los dos ramos de flores que recibió poco después de que él se fuera. Él se sienta a su lado y ella se queda viendo al frente sin querer verlo.Maximiliano había dejado dos hombres de seguridad cerca de ella, sabía cada paso que daba, pero no le diría eso.—Me gusta estar sola —miente Julieta, no queriendo admitir que estaba aterrada de estar sola— me gustaría que siguiera así, señor Maximiliano.
32Un abrazo... en tres años, un abrazo.¿Por qué le afecta? No debería afectarle. Él no quería compromiso, y Julieta le creyó cuando le pidió tiempo. Ahora ve que solo era manipulación y teatro. Ese abrazo debe ser puro teatro.Julieta se repite una y otra vez que no necesitaba sus abrazos.Tan pronto llegó a su casa, puso música a todo volumen y comenzó a bailar y brincar por toda la casa mientras limpiaba cada rincón de su pequeño hogar. Desde que tiene memoria, la música siempre la ha ayudado a drenar todo aquello que la abruma.Cuando terminó de limpiar, estaba tan agotada que, al caer en la cama, prácticamente se desmayó antes de tocar la almohada. Al día siguiente, llamó a su mejor amigo.—Cariño mío, he estado liado —dijo Tomás en cuanto respondió la llamada—. Por eso no he podido pasar a visitarte.—No pasa nada, pero te necesito —dijo Julieta, preocupada—. Necesito ir a la estación de policía.—¿Estás bien, cari? —preguntó Tomás, tomando las llaves de su auto. Ya llevaba des