125. Expectativas
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En ese instante, Fabricio se inclinó hacia él y lo tomó de la mano. Su toque fue firme, transmitiendo una sensación de estabilidad y calma.

—No vas a rendirte, no te dejaré. Este es tu sueño, tu vida. Si algo se ha caído, lo reconstruiremos, ¿entiendes? —le dijo, con una determinación inquebrantable en sus ojos.

—Yo… —Tomás se veía roto y vulnerable, Fabricio jamás lo había visto así de esa manera tan cruda. La máscara alegre de Tom se había caído y ahora quedaba este hombre herido y desilusionado casi como si fuera un niño pequeño— no estoy seguro de que funcione, Fabri.

Tomás sabía que era odiado por su familia y siempre pudo enmascararlo con alegría y risas… chistes y amor por parte de sus amigos, en especial Julieta, siempre contó con ella y su familia a pesar de saber quién era en verdad. Nunca les importó. Menos mal ella no estaba en el país o pondría en su lugar a todos aquellos que lo herían. Así es como era su amistad.

Fabricio se levantó y, sin soltar la ma
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