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CAPITULO 2 COMETÍ UN ERROR

POV NICHOLAS

Permanecí con Dakota un tiempo, el suficiente para asistir al cumpleaños de los mellizos de Holly. Adam seguía dándome problemas, Holly lo había mandado a la m****a y él tuvo que haberse ido a Grecia como un cobarde.

Hace dos meses hubiese querido ser yo el que me acercara a Holly, el hombre por el que ella se hubiese enamorado y no hubiese tenido que pasar por esto, me rabiaba saber que mi estúpido hermano mayor me hubiese quitado esa oportunidad.

Antes de entrar a la casa, un camión repartidor se detuvo frente a esta, un chico bajó con un enorme regalo, parecía pesado.

—Disculpe ¿es la casa de la señorita Holly Grace Austen?

—Si lo es—volqué mi atención.

—Oh, ¿podría llamarla por favor?

—Yo se lo entrego, de todos modos, debo entrar.

El chico frunció los labios, rodeé los ojos, abrí la puerta.

—La señorita Austen ahora está muy ocupada.

—Está bien.  

—Firme aquí—me dijo el chico me tendió su tableta.

Mientras firmaba el chico dejó el regalo en el suelo, una enorme caja con un exagerado moño, el repartidor se asomó tras de mí, miré hacia atrás, el desorden estaba en el jardín trasero.

Firmé rápidamente y el chico se fue, arrastré aquel regalo para los cumpleañeros, bajo el moño, un sobre sellado con el nombre del destinatario: Holly.

Reconocí aquella letra, era de Adam.

Maldito cobarde, gruñí mentalmente.

Miré de nuevo hacia atrás, ningún signo de que alguien entrara. Abrí aquella carta.

Pura estupidez escrita, una excusa pobre de disculpa, la pérdida de su móvil y su viaje de último minuto a Grecia por una emergencia en la sede del Corporativo de Atenas

Adam siempre tenía que hacer un cagadero.

Doblé aquella carta y la guardé en mi saco, Holly no lo merecía, ya había la había dañado lo suficiente, si tan solo la hubiese dejado, ella ahora podía haber estado conmigo. 

Arrastré aquel regalo hasta la parte trasera y compuse mi rostro a una sonrisa amable.

Había niños corriendo de aquí para allá, adultos conversando y cuidando de lejos a sus hijos, el muy hijo de puta de James Hawking sirviendo a algunas personas, haciendo su tonto papel de padre responsable.

Dakota me había contado que James había ido a su casa con la intención de tener una oportunidad con ella, Holly se negó, ahora solo se restringen a sus hijos, los dos parecen como si se llevaran bien, pero claramente se ve un muro que los divide, eso me gustó.

—¡Nicky! —exclamó Dakota—¿Qué traes ahí?

Una pregunta muy tonta debido a lo evidente.

—¿En dónde lo pongo?

Al principio Dakota fue como un premio de consolación para mí, quedarme con la mejor amiga de Holly parecía una buena idea. Pero ahora estoy confundido, me siento extraño, Dakota no hace más que atribuir un poco a mi confusión, se porta melosa, se cuelga de mi brazo y me besa frente a todos y aunque intento darle todo lo que ella quiere de mí, mi vista sigue por todos lados a la mujer que nunca podré tener, a Holly.

¿Por qué me siento atraído por ella?

Simple, es la mujer supera mis expectativas, hogareña y de familia. No es como Dakota, interesada en sí, sin dotes hogareños y adicta a los lujos

Pero a la vez está confusión me hace cortar el hilo de mis pensamientos, Dakota no figura como mujer de mis sueños, pero hay algo que aún no logro comprender.

Holly se dejó caer en la silla próxima a la de Dakota, soltó un jadeo, su semblante es cansado, pero hay pesadumbre, no tiene la chispa que la caracteriza y mis entrañas me arden por saber que mi imbécil hermano fue el causante de apagarla.

—¿Cansada? —le pregunté con suavidad.

Noté como se estremecía y arrastraba la mirada por la mesa hasta llegar a la mía y luego dirigirla con rapidez a Dakota.

—Eh, si, un poco.

—Lo imagino, es la primera fiesta que haces sola—Dakota le sirvió un vaso de agua.

—Si… al menos me está ayudando—señaló a Hawking, quien atendía la mesa de dulces.

Sentí envidia, pude haber sido yo el que estuviese ayudándola, él que velara por ella, pero estando aquí, tan cerca de mí, era inalcanzable.

—¿Nicky? —me llamó Dakota.

Parpadeé y tomé su mano para darle un beso en el dorso, pero miré a Holly, que también nos miraba fijamente, me gustaba esa mirada analítica suya, era signo de agudeza intelectual.

—Te preguntaba sobre el regalo que trajiste—seguía—, no me dijiste que les habías comprado algo a los niños.

Me encogí de hombros, Adam, ahora puedo tomar lo tuyo.

—Todos los niños merecen regalos en su cumpleaños, ¿no?

El padre de Holly anunció la hora de abrir los regalos, los mellizos se precipitaron al enorme regalo, no tenía ni puta idea de que iba, pero intenté aparentar que todo había sido mi idea, en cuanto el papel estuvo destrozado, una caja lisa y blanca estaba debajo, luego, Holly les ayudó a abrir aquella caja, sacó una parte de un lente gigante, el niño metió la mano y vio el instructivo.

—¡Es un telescopio!

—¿Cómo supiste que querían un telescopio? —masculló Dakota a mi lado.

No, no lo sabía, pero intenté levantar el cuello, cualquier mujer cae rendida se le dices que le prestaste atención, sobre todo con algo que ni ella misma recordaría.

—Tú me lo contaste ¿no lo recuerdas? —le sonreí anchamente.

Ya me sabía todas las reacciones de Dakota, podía deslumbrarla con una simple sonrisa, tan ansiosa por esperar algo siempre.

—Ya no lo recordaba, pero fuiste excelente—se recargó en mi pecho, seguimos viendo el cómo los niños terminaban de desenvolver sus regalos.

Dakota no me desagradaba, era inteligente a su manera, un carácter de los demonios y siempre siendo arrebatadora, pero ya había tenido una mala racha con una mujer así. Dakota se parecía en muchos sentidos a Sadie, la mujer que me destrozo el corazón.

Holly procedió a meter los regalos a su casa, Dakota se ofreció para ayudar, así que fui tras ellas, buscando el momento exacto en el cual quedarme con Holly a solas, tenía que intentarlo al menos una vez.

—¿Por qué no llevas el telescopio? —sugirió Dakota—, llevaré estos en cuando los guarde bien.

Lo hice rápido, Holly estaba en su salita, dejé la caja en el suelo.

—¿Te encuentras bien?

Ella pegó un brinco.

—¡Jesús! me asustaste.

Me mantuve a distancia.

—Te dije que mi hermano no era bueno.

Ella se llevó una mano al cabello.

—Escucha—frunció el ceño—, agradezco tu preocupación, pero no era necesario—se encogió de hombros—. Eh… regresemos a…

Me interpuse en su camino sin perderme de ninguna de sus reacciones, paseé la mirada por todo su cuerpo, traía puesto un vestido veraniego de color amarillo, y no hace más que resaltar su oscuro cabello suelto, mis manos picaron con las ganas de tocarla.

Me empujó, no me había dado cuenta de que me había acercado a ella.

—¿Qué demonios haces? —estalló.

—Yo…

—Ustedes los West son tan arrogantes que piensan que pueden tomar todo y a todos, así como así, ¿Qué demonios te pasa? —estaba furiosa—, estás saliendo con mi amiga ¿Qué intentas hacer?

¿Qué pienso hacer?, es el momento.

—Me gustas—solté, ya no pude resistirme—, en serio me gustas mucho.

Abrió la boca estupefacta.

—¿Estás demente? ¡No!

—Por favor, Holly, solo dame una oportunidad.

—¡Jamás! —gruñó furiosa.

De pronto algo estalló en mi nuca, estruendos chocaron en el piso, un dolor me atenazó, me giré sorprendido.

Dakota respiraba fuertemente, su semblante furioso, en la mano tenía pequeños fragmentos de vidrios

—Holly, regresa a la fiesta—gruñó, me miraba fijamente.

Sentí un fuerte estremecimiento.

Fue tarde el momento, me tomé la nuca y apenas un poco de sangre y pequeños trozos de vidrios. Ver aquel rostro de Dakota no hizo más que revolverme las entrañas ¿por qué?

Quizá es tarde de darme cuenta de algunas cosas

Había cometido un grave error.

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