POV HOLLY
3 MESES DESPUES
—Mi amor, no te muevas.
—Duele—lloriqueó mi hija.
—Solo será—le di la vuelta a la liga—, listo.
Ambas soltamos un jadeo aliviado.
—Me punza la cabeza—protestó mi hija.
—¡Alice, no te toques el cabello! —aprecié la obra de arte que había hecho con el cabello de mi hija, un moño—, necesitaré ver más tutoriales de peinados.
—Por favor, mami—lloriqueó.
—No está tan mal, ahora que la tía Dany no está para peinarte, debo hacerlo yo—si tan solo hubiese aprendido de mi hermana Dany a peinarme, ahora no estaría sufriendo con mi hija. Me alejé para apreciarla y ella abrió los ojos—, una vuelta…—lo hizo—, ¡hay mi amor, estás hermosa! —hizo una pose como la mujer maravilla, sonriendo anchamente—, solo una foto—bueno, no solo una, sino varias—, listo, toma tus botas y el abrigo.
Hace tres meses se abrieron inscripciones de distintas clases recreativas en el gimnasio de mi cuñado Everett, que ya no es un gimnasio, ahora es un centro de deportes. Alice quiso entrar a tae kwon do, me sentí preocupada y muy sorprendida, creí que elegiría otra actividad, pero me relajé al ver que le emocionaba bastante. Alice no es una niña ruda, pero, es determinante, si ella se sentía feliz, entonces era lo mejor, podría conocer a más niñas además de estar con su hermano.
Tony se decidió por Kung fu, le enseñarían disciplina, no es que mi hijo fuese muy desobediente, pero, si eso le servía entonces estaba bien por mí, ambas disciplinas les ayudarían para su concentración, no estarían solo en casa devorando cuanto libro podían, me estaba quedando sin librerías que recorrer, además podrían hacer amigos.
Por mi parte, retomé mis clases de Heels Dance, anteriormente solo había asistido tres semanas y de eso ya había pasado mucho tiempo, ahora llevaba tres meses. Ya había superado el intenso dolor del cuerpo, las apoyas y los moretones, además de la coreografía grupal, ahora estoy trabajando con mi propia coreografía.
Por cierto, Dakota también vine conmigo.
Antes de ir a las clases, los niños tenían cita con el pediatra, hace dos meses iniciamos su tratamiento para la alergia, la inmunoterapia sublingual, además de que siempre llevaba conmigo epinefrina de emergencia, solo por si acaso.
En cuanto llegamos al consultorio le indiqué a recepción sobre nuestra cita. Los niños ya sabían dónde estaban los juguetes, así que tomaron un scrabble y comenzaron a armar sus palabras.
Un doctor entró a la salita de espera, quizá era nuevo, no lo había visto rondar por aquí, era joven. Se dirigió hacia la secretaria, ella le dijo algo y luego apuntó hacia nosotros.
—Señora Austen—el doctor se acercó hacia mí.
—Eh, señorita—aun no me casaba, todavía me sentía ofendida si me decían señora, digo, no soy tan vieja, aún era señorita.
Me tendió la mano, al tocarnos sentí un ligero chispazo, apenas perceptible, ambos nos dimos cuenta, el doctor me miró fijamente, tan extrañado como yo por aquella corriente eléctrica.
Carraspeó ligeramente.
—Disculpe, soy el doctor Rafael Quintana.
Sinceramente era un hombre atractivo, tenía cierta complexión definida, su barbilla era partida, de rostro limpio, y su sonrisa simpática, tenía gafas y tras ellas unos ojos castaños que destilaban amabilidad.
—U… un gusto—comencé confundida—, esperábamos al doctor Taracena.
—Sí, el doctor Taracena pidió una licencia—explicó—, así que lo cubriré por hoy.
Asentí.
Se giró para con los niños, se agachó para ver lo que hacían.
—Guao, ¿cuantas palabras construyeron?
—Son cincuenta palabras por minuto—se quejó Tony, vi como la mandíbula del joven doctor casi caía al suelo—, pudieron haber sido más, pero nuestros dedos son lentos.
—Tony, no abrumes a las personas nuevas—Alice regañó a su hermano, luego se volvió hacia el doctor con una ancha sonrisa—. Hola, señor doctor.
El doctor Quintana se recompuso.
—Ya había escuchado de ustedes—contestó amable, luego volvió a girarse hacia mí—, son muy famosos por aquí.
Yo sé que quizá debía estar alagada por que las personas admiraban a mis hijos, pero, no me gustaba que había tres doctores insistentes en realizar estudios a mis hijos, no fue hasta que vine con mi padre para que él les soltara una advertencia legal, solo así dejaron de acosarnos y no los he visto por aquí.
El nuevo doctor nos hizo pasar hacia su consultorio.
—Veo que están listos para sus clases—les habló señalando sus trajes—, yo también hacía un poco de karate cuando era pequeño—simpatizó con los niños.
—Yo estoy en tae kwon do
—Y yo Kung fu.
—Maravilloso—sí, realmente estaba fascinado—, ¿Quién puede decirme como se llama esto? —sacó su estetoscopio.
Sinceramente hizo un gran esfuerzo tratándolos como niños y mis hijos haciendo un intento de caerle bien al doctor para evitar a toda costa alguna inyección (si fuese el caso)
Les dio aquella píldora y nos esperamos el tiempo suficiente, las reacciones ya eran más leves. Mientras pasaba el tiempo, el doctor entablaba conversación con los niños, rápidamente lo adentraron a su mundo, el universo, las estrellas, los planetas y un largo etcétera.
Para cuando el tiempo pasó, los niños ya comenzaban a inquietarse, dando vueltas por todo el consultorio, eran niños genio, pero, al final, niños y como todo niño también se aburrían y se ponían inquietos.
Saqué el mini tablero de Batalla naval y se los tendí, en segundos se pusieron a jugar, nunca salía de la casa sin algún entretenimiento para ellos.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
—Claro.
—¿De verdad han leído libros de Niel Degrasse?
—Sí, es su favorito—admití—. Fue mi culpa—me reí—, tenía ese libro a su alcance, lo descubrieron y de pronto ya estaban hablándome sobre las maravillas del universo.
—¿Usted tenía ese libro? —me miró incrédulo.
¿Qué tenía de malo?
—Sí, lo leí cuando tenía catorce—su rostro iba a sufrir una conmoción—, si, ya sé que las chicas de catorce años se interesan por revistas y no por los libros así, pero, en realidad me gustó.
Su ceño se suavizó.
—No era mi intención ser bastante impertinente.
Me encogí de hombros.
—Puede que esté un poco acostumbrada.
Sonrió suave.
—Ya entiendo todo, no necesitan ninguna prueba genética ni nada por el estilo, está claro que heredaron la inteligencia de su madre.
—Puf—me reí con ganas—. Tomaré eso como un alago, pero, yo no tengo ninguna genialidad como ellos, mírelos.
Se recargó en su escritorio, los vio por un momento.
—Se necesita bastante inteligencia para manejar no solo uno, sino dos niños genios—Se volvió hacia mí—. Tiene los hijos más maravillosos que haya conocido—me miró fijamente—, su padre debe estar muy orgulloso de ellos.
—Lo está, si—vi que su sonrisa cayó un poco—, recientemente lo conocieron, creí que habría alguna alteración en cuestión de su conducta, salvo por el hecho de que comparten cierta angustia si no lo ven, no hay gran cambio.
—Ah, no viven juntos—indagó.
Me encontré sintiéndome bastante confiada.
—No, claro que no, él vive en un departamento, ahora está de viaje.
—Entiendo—su sonrisa volvió a aparecer—, eh, recetaré vitaminas, sus signos son bastante buenos, pero, su cerebro consume muchos nutrientes, más con ese nivel de inteligencia que tienen.
—Si… trato de darles una alimentación balanceada, desde que comenzamos el tratamiento les he dado una almendra como lo indicaron. La terapia está dando resultado.
—Me alegra escucharlo, es usted una madre muy entregada—me tendió la receta y al tomarla colocó su mano sobre la suya.
—Eh… gracias.
No son mis alucinaciones, este doctorcito me estaba coqueteando, mirada fija, lo he tomado por sorpresa viéndome, sonrisa sutil, ojos grandes, el cuerpo vuelto hacia mí, además de los halagos y su curiosidad, no tengo nada que ocultar, pero, a primera vista, si me llama la atención.
Terminamos la consulta.
Para cuando llegamos al centro deportivo Volcano (el cual fue nombrado como el apodo de Everett), Dakota ya estaba esperándonos.
Sé que estar en Heels Dance ayuda mucho a la autoestima, pero aún no me atrevo a salir en top como Dakota, ella está en corpiño diminuto y pans, traía puestos ya sus tacones, meneó su té helado.
—Aw, se ven tan tiernos.
—Tía Daky, verdad que me veo linda—mi hija dio una vuelta elegante.
—Te vez como la más hermosa de las princesas guerreras.
Dakota se agachó para con Tony.
—Estás listo para parecerte a Bruce Lee.
Tony hizo una pose y un salto.
—¡Y ha! —luego hizo una reverencia.
—Eso es—Dakota hurgó en sus bolsillos, sacó una lombriz de goma—, toma, una para ti y otra para ti, necesitan fuerza.
—Muy bien, guárdenla para después de clase—les dije antes de que se la comieran.
Dakota me ayudó a llevar a Alice al salón, llevé a Tony al suyo.
—Mamá.
—¿Si?
—¿Cuándo regresará papá?
Me estremecí.
—Espero que sea la próxima semana, aun no le han confirmado—pareció cabizbajo—, oye, tranquilo, llegará para tu presentación, ya verás—asintió sin decirme nada, lo abracé y le di un beso en la frente—. Bebé, ¿Qué te parece si le llamó por la noche?
—Está bien—pareció un poco más entusiasta.
—Ahora, a disfrutar tu clase.
Se adentró y rápidamente se integró con sus amigos.
James se tuvo que marchar hace un mes.
Después de haber apostado con el imbécil de Adam, James fue a mi casa como el descarado que es, en un intento vago y demasiado tonto para disculparse.
—Holly, lo hice por tu bien…
—¿Por mi bien? —bramé—, si hubiese querido tu ayuda te lo hubiera pedido, tu no figuras en mi vida personal, entiéndelo.
Negó con la cabeza.
—Eres la madre de mis hijos, me debo quedar contigo.
Oh dios.
—¿Y quién te hiso creer que yo quiero quedarme contigo? —pregunté exasperada—, no por que seas el padre de nuestros hijos debe haber algo entre nosotros.
—Escucha, como padre y hombre debo hacerme responsable de ustedes.
Intenté no fruncir el rostro en desagrado total, porque estaba a punto de explotar.
—No debes hacerte responsable de una m****a, deja a un lado tus creencias, ¿Qué me habías dicho antes? que si tuvieras un hijo no te harías responsable, ¿Por qué ahora vienes a decirme esto?
—Te dije que era diferente si se trataba de ti.
—De los únicos que te puedes hacer responsable es de los niños, no de mí, entre tú y yo no hay nada, ni lo habrá, esa es una línea que no tienes que cruzar.
—¿Cómo pretendes que me haré responsable si no nos casamos? —se abalanzó hacia mí en un abrazo.
Me removí con fuerza, estaba más que hecha una furia, lo empujé y le atenacé un puñetazo en la mejilla.
—Entiéndelo imbécil, no habrá nada entre nosotros, ni mucho menos me casaré contigo.
—¡Ah! —se tomó la mejilla—. Maldición—adolorido y afligido, esa era su expresión—, pero Holly.
—¡No!, ¡Nada! no habrá nada entre los dos, ¿quieres hacerte responsable y cumplir tu tonto papel de hombre? entonces hazlo con ellos y ser un buen padre o piérdete para siempre.
En fin, pasó estos últimos tres meses como una sedita (dócil), de vez en cuando me traía chocolates a modo de disculpa, sus visitas solo se restringían a los niños, llevarlos al parque, a jugar, incluso el último mes los acompañó a sus clases. Debido a su trabajo lo mandaron por un mes a Oregón, pero aún no tenía fecha de regreso.
Para entonces, mi furia ya había descendido, lo hice por mis hijos, no era bueno que sus padres tuvieran mala relación, James y yo… no somos amigos, pero al menos estamos en buenos términos.
De Adam no volví a saber nada, ni al día siguiente, ni el siguiente.
Simplemente se esfumó.
En cuanto las vacaciones terminaron y dieron inicio las clases, Eros estaba esperándome, pensé que quien se encargaría de todo iba a ser Nicholas, pero por suerte no y tampoco volví a verlo desde el cumpleaños de mis hijos.
Eros no dijo nada de su hermano, me pareció muy profesional, y yo tampoco le pregunté sobre Adam. El proyecto seguiría tal cual lo había firmado, salvo por el hecho que la supervisión la haría Eros.
Nicholas por otra parte…
Dakota había terminado su relación con él a los pocos días de que Adam se fue.
Fue algo extraño, Dakota no ha querido darme muchos detalles, bueno, me contó un poco, pero no entró en detalles. Creí por un momento, que Dakota se enojaría conmigo, pero me sentí mejor cuanto tomó el llavero y se lo rompió en la cabeza. Lamentablemente no salió herido, dejé que Dakota discutiera con él, lo corrió de mi casa y ella regresó a la fiesta. Éramos dos solteronas ahogadas en vino.
Aunque fue por poco tiempo.
Dakota rápidamente se desquitó buscando a otro chico, no me aprendí su nombre, porque después hubo otro… en fin, ha tenido cinco o seis parejas en estos últimos meses y yo, bueno, aprendí a hacer un uniforme de Kung fu, es un gran logro ¿no?
Nuestra clase de hoy sería un poco extensa, presentaciones de avance coreográfico, fui la segunda en pasar, debía aclarar que yo no había escogido la canción, sino que fue mi instructora, me gustaba la letra, y la música le daba un toque caliente, era lenta, pero intensa, Rosenfeld Till Death Do Us Part.
Era una vista sensual, ojos atrapantes, cabello revuelto, labios entre abiertos, piernas estiradas, figura arqueada, mis caderas moviéndose y pegándose al suelo, vueltas, estiramientos, tocamientos provocaciones y al final, el salón estalló en un barullo emocionante.
—Holly, de nuevo, open piernas—me dijo Verónica, mi instructora—, seis, siete, arriba, me quedo y me coloco, perfecto.
Después de esa corrección, fue el turno de Dakota, ella siempre encantaba con su actuación y su sensualidad estaba muy desarrollada, no le era difícil demostrarla, así que todas quedamos embobadas con su presentación, aunque al levantarse no calculó su peso y se fue hacia adelante, las más cercanas corrieron a ayudarle.
—¿Está bien?
—Si—dijo riéndose.
No pude quedarme al resto de las presentaciones, la hora de los niños estaba por terminar.
Tomé mis cosas, pero no me dio tiempo de quitarme los tacones, mientras caminaba hacia los salones de los niños, en el camino podía ver mi reflejo en los espejos y los cristales. Definitivamente mi autoestima había aumentado, ese durazno que tenía por culo me había costado mucho trabajo.
En mi vanidoso ensimismamiento no me percaté de:
Mis piernas y mi pecho chocaron con algo, salí volando hacia atrás, me di un golpe en la espalda y en el trasero.
Reaccioné, intenté incorporarme, justo a mi lado había un celular.
—Auch.
Miré hacia el frente.
—Oh, discúlpame, por favor—era un hombre que se incorporó con rapidez—, de verdad no te vi—Esa voz… el hombre se agachó para conmigo—¿Te encuentras bien?
Nuestras miradas se encontraron.
—¿Doctor Quintana?
—¿Señorita Austen?
Me ayudó a levantarme, tomé su celular.
—¿Se encuentra bien?
—Sí, estoy bien—aunque me punzaba el trasero, le tendí su celular—, creo que esto es suyo.
Lo tomó, en el momento en que sus dedos tocaron los míos, aquella sutil electricidad volvió a aparecer, me sentí confundida.
—De verdad me da mucha vergüenza con usted.
—Puede llamarme Holly—le indiqué. Lo mejor era pasar por alto aquella confusa descarga eléctrica. Vi sus ropas, estaba en ropa deportiva—¿Aquí entrena?
—Sí, llevo un par de meses aquí, pero vengo cuando tengo tiempo—se encogió de hombros—¿Y los niños?
—Estaba por ir a recogerlos.
Se sonrojó.
—De verdad, lamento lo sucedido, estaba absorto en mi celular…
—No se preocupe, doctor, también estaba distraída.
—Puede llamarme Rafael, no estamos en el consultorio—bueno, este doctor era simpático.
Nos quedamos mirando por un momento, fue extrañamente interesante, no sabía porque mis pies no querían reaccionar, pero tampoco era como si me quisiera ir. Hasta que la alarma en mi cerebro mandó las imágenes de mis hijos y reaccioné.
—He, lo veré luego, ya tengo que ir…—comencé a alejarme de él.
—Holly—me llamó, titubeante—, me preguntaba si… ¿te gustaría tomar un café?
Directo.
El aliento se me atascó en la garganta.
POV HOLLY—¡Holly! —ambos nos giramos para ver a Dakota trotando con sus tacones—. Espérame bruja—era una imagen graciosa verla trotando con rostro emocionado— ¡me acaba de llegar una promoción de pizza!, ya la pedí, vámonos a tu casa.¡Tan repentina como siempre!—Lo siento Rafael, tengo que irme.Tomé el ritmo de Dakota para ir por los niños.—¡Pero no se tu número!Dakota se detuvo en seco y se giró para con Rafael, de sus bolsillos extrajo un diminuto papel doblado.—Ese es su número, ahora adiós.Ella regresó a mi lado, tiró de mí con brusquedad, le di una última mirada a un radiante Rafael.—¿Por qué demonios llevas contigo papeles con mi número?—¿Por qué no? siempre hay una oportunidad para ti, si no es una relación, al menos es un buen polvo y mira que con ese chico, uf, estarías que ardes.—Ya cállate—gruñí—, además, no puede pasar nada.—No empieces…—Es el pediatra de mis hijos.—Oh—siguió trotando, luego su rostro se iluminó en una malévola sonrisa—. Oh, eso es genial—se
HOLLY¿Estará bien lo que voy a hacer?He pasado noches en vela recordando a Adam, abrazando la almohada que él ocupó, justo a mi lado y lloro cuando no puedo contenerme. He luchado mucho por no sentir, me enojo conmigo misma por extrañar a alguien que ni siquiera se acuerda de mí, ni una sola llamada, ni una sola noticia sobre él.Intento, con todas mis fuerzas no sentirme decepcionada conmigo misma por haber caído en lo mismo, aquello que tanto desee con todas mis fuerzas no volver a pasar.Por eso, salir con Rafael me parecía algo precipitado, pero necesario, intentar que me distrajera era lo mejor.Hoy, doce de octubre en plena estación otoñal, será recordado en mi memoria como el día en el que al fin he tenido una cita decente.Aunque el lugar es bastante…—¿Un campo de tiro? —pregunté estupefacta en cuanto bajé de su auto.—Te dije que sería una sorpresa.—Pensé que era de broma.Él extendió su mano hacía mí, la tomé con cautela. Nos adentramos al recibidor, había tres personas,
EROSSer el último hermano West no es tarea fácil.Tenía cuatro años cuando mis padres se separaron, en realidad no recuerdo mucho a mi padre en esa etapa de mi vida y mi madre, bueno, ella debía ser ausente por asumir la presidencia del corporativo.Adam tuvo que hacerse cargo de nosotros, él tenía trece años cuando asumió su rol de padre y por eso guardo cierto respeto hacia él, siempre cuidó de mí y me instruyó. Cuando él subió a presidencia, mi madre se quedó en casa, desde entonces ha sido terriblemente hostigante.Adam y Nicholas corrieron con la suerte de irse de casa tan pronto como pudieron, pero a mí me dejaron con ella, arrastrándome a todos lados donde ella quisiera, compensando la ausencia, a pesar de ser hostigante, orgullosa y ocurrente, es una madre misteriosa.El tiempo que he estado con ella, indirectamente, me ha enseñado su forma de ser, al principio creí que solo era quisquillosa, pero guarda muchos secretos. Además de que descubrí que mi habilidad era la observac
ADAM—Tengo algo interesante que mostrarte—masculló Eros del otro lado.—No es un buen momento—gruñí, sin dejar de mirar al bastardo frente mi—, te llamaré después.Segundos antes el primer imbécil más odiado de mi vida había abierto la puerta sin previo aviso. No esperé a que Eros contestara, tenía un asunto más delicado que tratar. Dejé mi celular a un lado. —¿Qué mierda haces aquí? —pregunté áspero.—Tengo el derecho a venir cuando quiera ¿no? —se acercó hacia mí, quería soltarle un puñetazo en su maldita boca—, escuché que estabas en problemas—sonrió burlón—, venía a rescatar a mou fílos—(mi amigo). —En primer lugar, no somos amigos—lo miré con recelo—, y no estaba en problemas—le devolví la burla—, además, no tienes ningún derecho a venir aquí cuando quieras, debes hacer una maldita cita.—Dony—bufó—, ¿seguirás molesto conmigo? —continuó con aquella burla en la puta cara—, esa riña fue hace mucho, sabes que me dedico a ello.Me estremecí.—¿Qué quieres aquí, Xander? —lo miré f
HOLLYVi a Eros marcharse, la sonrisa de mi rostro cayó.Adam.El sonido de su nombre en mi cabeza era como una serpiente venenosa moviéndose entre la suciedad, subiendo por mi cuerpo y enredándose en mi cuello hasta asfixiarme.Estará aquí de nuevo.Todo mi cuerpo se erizó.¡No! no puede ser, no cuando al fin me decidí salir con alguien.Me llevé las manos a la cabeza.Después de que los mellizos nacieron, tuvieron que pasar dos años para que tuviera citas, debido a la insistencia de Dakota, no duraba mucho, no pasábamos de la segunda cita, no había “conexión”Para una madre soltera es difícil tener citas decentes.Ahora conozco a este tremendo imbécil y me dejo llevar… ¡estoy mal!Incluso mi celular no deja de notificar las decenas de conexiones que hay en esa hostigante app de citas a la que Dakota descargó sin mi consentimiento, pero tampoco me he dado el tiempo para eliminarla. Nunca se sabe lo que pasará con Rafael.Debo admitir que, en mi momento de debilidad, furia y melancol
DAKOTAHolly me miró con cierto enfado y como no.—¿De qué hablas? claro que no—la tomé del brazo—. Anda, vamos, que se nos hace tarde.—Te conozco desde hace años—gruñó—, estás mintiéndome.Le sostuve la mirada, ok, no la puedo engañar, pero, tampoco le puedo contar todo, no aún.—Está bien, lo admito, tuvimos un par de llamadas, nada más—enarcó una ceja—, es cierto.—Dakota, ¿si recuerdas lo que dijo?—Claro que lo recuerdo, pero le estoy haciendo la vida imposible—de pronto, tras la puerta, nuestra profesora comenzó la clase—, ¿charlamos luego? Ya comenzó—. Holly apretó los labios, pero no contestó.Ya me lo temía, sabía que se molestaría, pero ya pasará....2 MESES ATRÁS. Partirle ese llavero a Nicholas en la cabeza fue bastante satisfactorio, al igual que su rostro sorprendido.—Daky…—Ya veo lo que intentabas hacer, maldito caza faldas, intentabas seducir a mi amiga.Nicholas me devolvió la mirada con dureza.—No lo entenderías.—¿Entender qué? te doy un minuto para explicar
HOLLY—¡Papi! —los niños soltaron mi mano y corrieron a abrazar a su padre.Aminoré mi paso, viéndolos, James se agachó extendiéndole los brazos y los niños chocaron contra él. Mi corazón se estrujó por lo contentos que estaban los niños.—Los extrañé tanto—les besó la frente.Hace años James siempre se había visto serio y un poco hostil con las muestras de afecto en público, siempre quise tomarle la mano al caminar, incluso chocar nuestros brazos, pero él siempre rehuía. Verlo ahora con los niños, abrazándolos y besándolos, con esa ancha sonrisa, me pareció lo más hermoso que haya visto jamás, sentía el corazón hinchado.—Bienvenido—le dije en cuanto me acerqué.Él levantó la vista y me sonrió, el recuerdo de una sensación pasada me asaltó.—Gracias, de verdad los extrañé.Antes de que mi cerebro pensara en otras cosas (aunando el subidón de hormonas por el que estaba cruzando), preferí desviar mi atención.—¿Nos vamos? está anocheciendo.Él asintió y dado que los niños no querían se
HOLLYBien Holly, tu puedes hacerlo.Me vestí a propósito con ropa seria.Alejé de mí los vestidos, las faldas, los escotes y las zapatillas.Pantalón de vestir beige, blusa negra de cuello de tortuga y manga larga, botines al tobillo, el cabello recogido en un moño, ya había practicado lo suficiente con Alice esto de los peinados, collar, mis tres pequeñas arracadas en cada oreja. Rímel y gloss rojo.Sencilla, sofisticada, pero bonita y, sobre todo, no destacable.Lo menos que quería era llamar su atención, así para cuando saliera de la reunión y llegar a mi cita con Rafael, al menos podía deshacerme el moño y no verme tan rígida. Bien, respiré profundo, tomé mi bolso y mi abrigo.Ya salgo— le mandé un texto a Dakota.Salí de mi casa, eran apenas las cuatro de la tarde y ya comenzaba a hacer frio.—Algo me dice que no va a ser un buen día—mascullé.Me dirigí hacia la dirección que Eros me había proporcionado, allí vería a Dakota, encendí la radio, un poco de música no me haría mal