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CAPITULO 7 ARREGLOS DEL PASADO

ADAM

Tengo algo interesante que mostrarte—masculló Eros del otro lado.

—No es un buen momento—gruñí, sin dejar de mirar al bastardo frente mi—, te llamaré después.

Segundos antes el primer imbécil más odiado de mi vida había abierto la puerta sin previo aviso. No esperé a que Eros contestara, tenía un asunto más delicado que tratar. Dejé mi celular a un lado.  

—¿Qué m****a haces aquí? —pregunté áspero.

—Tengo el derecho a venir cuando quiera ¿no? —se acercó hacia mí, quería soltarle un puñetazo en su m*****a boca—, escuché que estabas en problemas—sonrió burlón—, venía a rescatar a mou fílos—(mi amigo).

—En primer lugar, no somos amigos—lo miré con recelo—, y no estaba en problemas—le devolví la burla—, además, no tienes ningún derecho a venir aquí cuando quieras, debes hacer una m*****a cita.

—Dony—bufó—, ¿seguirás molesto conmigo? —continuó con aquella burla en la puta cara—, esa riña fue hace mucho, sabes que me dedico a ello.

Me estremecí.

—¿Qué quieres aquí, Xander? —lo miré fijamente, buscando algún indicio—, nada de lo que yo tengo puede llamar tu atención.

Pearce Xander, el hijo de puta más grande con el que me haya topado en mi desgraciada vida, es hijo del magnate petrolero Proteo Xander, son los mayores Donadores del corporativo.

Nos retamos con la mirada.

—Esa puta crisis tuya me afecta…

—No ha sido ninguna crisis.

No puedo decir que los dos somos parecidos, pero aquí el más desvergonzado es él.

—Entonces por qué no veo aquí al responsable—estaba inexpresivo, sin embargo, sabía que aquello le había molestado.

Sonreí con ganas.

—¿Por qué te interesa? —le pregunté con suavidad, este pareció un poco perturbado, apenas una expresión en las cejas—. Norman Loannou no era exactamente el mejor gerente—giré la pantalla de mi ordenador, en donde las cifras no mentían—, apenas llevaba seis meses en el puesto—él no miró la pantalla, así que ya sabía que lo había descubierto—, ¿sabías que Norman provenía de tu división? —apretó la mandíbula—¡Ah! sí, lo sabías, que imbécil soy.

Pegó su puño en mi escritorio.

—No vine aquí para que me inculparas de algo de lo que no estoy enterado.

Lo miré altivo.

—Si sabías que te descubriría, no debiste venir entonces—abrí mi caja de puros, le ofrecí uno—, ya no somos niños—corté la perilla del mío, Pearce tomó el suyo con perspicacia, corté su perilla—, sigo sin entender tu afán de tenerme vigilado—comprobé el aire y luego procedí a encenderlo—, tengo una duda, ¿acaso tienes una fijación conmigo?, porque eso comprobaría muchas cosas.

Le di una calada, degustando, Pearce se soltó a reír, mientras exhalé gentilmente. La dureza de su mirada me hizo dudar ¿Qué es lo que quiere?

No es la primera vez que intenta filtrar a alguien, Norman había durado porque era bueno en su trabajo (en apariencia), Nicholas lo había mantenido vigilado todo este tiempo, pero bajé la guardia en cuanto le pedí que investigara a Holly.

No tengo nada que le interese a Xander, él solo dona cantidades enfermas para distribuirlas a los fondos de los proyectos educativos, El Corporativo West tiene el fin de filtrar aquel dinero, buscar proyectos reales de interés innovativo y aportar al crecimiento educativo.

Lo único que hago es ser un caza talentos y hacerlos crecer, porque alguien debe de hacerlo, a pesar de que esta empresa ya tiene bastantes años en fundación y la familia Xander ha sido desde el inicio un filántropo despreocupado, mi abuelo al fallecer no dejó algún comunicado sobre el trato con Xander y cambié en su mayoría algunas cosas para mejor, fue entonces cuando este imbécil volvió a aparecer.

—No soy un maldito amanerado y lo sabes—se recargó plácidamente en la silla frente a mí—, nos conocemos desde niños, tú y Nicholas son como mis hermanos.

Enarqué una ceja.

—Entonces habla.

Soltó el humo, de pronto sentí una fuerte tensión, no podía creer que fuese palpable de esa manera, como una fría ventisca que entumía ligera las palmas de mis manos.

—Es el corporativo que más apoyo, lo que pase aquí afectará el flujo de la caridad, no quiero tener una crisis por tu culpa.

No, no es eso, si mi corporativo estuviese a punto de caer, a él ni siquiera le afectaría lo suficiente, apenas y lo hubiese notado, pero tengo que seguir investigando.

—Es una tontería—soltó—, ya te lo dije, no pasó nada.

Asintió lentamente, de nuevo, mostraba burla.

—Así parece—comenzó a levantarse—, entonces, no tengo nada más que hacer aquí.

—Saca tu asqueroso culo petrolero de aquí.

—Te veré en la cena de caridad—caminó hacia la salida—, no lo olvides.

Si no fuera porque es un requerimiento de m****a, no tendría que verlo de nuevo mofándose como un dios piadoso.

—Toda dirigida hacia ti—le dije con sarcasmo.

—Si—abrió la puerta—, nos veremos en Chicago.

Se fue.

Pero su retirada no hizo más que erizarme. ¿Por qué había mencionado Chicago cuando la cena benéfica sería en Nueva York?

Apagué el puro en el cenicero. Fui hacia mi bar, me serví una copa de coñac, me aflojé la corbata.

Quizá es lo que le interesa… le interesa lo que no tengo. ¿Qué hacían los Xander cuando mi abuelo vivía?

Pearce cambió demasiado… no, cuando los dos asumimos puestos mayores, tuvimos que cambiar. A él le gustaba mucho estafar a los otros niños de la escuela, sé que soy un hijo de puta, pero él, siempre ha disfrazado esa personalidad con una sonrisa. Bebí de un trago mi copa.

Puras estupideces, dejé la copa en mi bandeja, tomé mis cosas y salí de la oficina, mañana… mañana ya no estaría en Grecia.

Ya había tardado mucho para arreglar lo que había dejado atrás. Aquel rostro redondo y pequeño, de mejillas sonrojadas y vivases ojos castaños, aun me torturaba todo el día.

Como si una parte de ella me hubiese seguido estando tras de mi como una sombra, sentía sus delicados brazos enredarse en mi cuello, sus manos pequeñas en mi nuca, su aroma a mi alrededor, sus labios tocando los míos, cuando estaba a punto de tocarla, de sentirla con mis propias manos, desaparecía.

 Holly, me eh vuelto un adicto en abstinencia.

Eros me envió la evidencia de que Nicholas había tenido todas las cartas que le había enviado a Holly, sí, es un medio demasiado cursi, pero debía intentarlo, a ella podría gustarle eso. Sabía que ella no podía ignorarme, así como así. Voy a estrangular a Nicholas con mis propias manos.

Me fui directo al aeropuerto.

Intenté concentrarme en el trabajo, en dormir, para no pensar en el nerviosismo que me recorría cada hora que me acercaba más hacia ella, demasiado tiempo alejado y además en una puta abstinencia.

Sé que debo ir a buscarla, sé que tengo que rogarle de rodillas por su perdón, pero ¿Qué puedo hacer para que confié en mi de nuevo? 

Le pedí a la azafata una pastilla para dormir.

.

.

.

Sentía el cuerpo molido.

Eros ya estaba esperándome con su chofer, podía notarlo un poco cambiado, de los tres él es el más serio y simple, gusta de una vida humilde, pero hoy, con esos simples lentes oscuros pareciera que me reflejara en él, un joven Adam de dieciocho años.

Él sonrió apenas me acerqué.

—Una hora tarde—se quejó.

Me encogí de hombros.

—Piloto nuevo—excusé.

—Lo sé—le tendí mi maletín al chofer—, ¿te he dicho cuan confiado eres?

Rodee los ojos

—En estos últimos cuatro meses ¿setecientos, quizá?

—Ciento veintidós para ser exacto—Eros siempre tan preciso, nos metimos al auto—, al hotel…

—Ah, ah—lo corté—, no pasaré mi primera noche en un hotel…

Soltó un resoplido.

—No estarás pensando en ir directo hacia ella ¿o sí?

—Claro que no—me recargué en el respaldo y me estiré un poco—, quiero ir a mi nueva casa, necesito un buen baño antes de verla. 

Me miró estupefacto, se quitó los lentes.

—¿Casa?

—Claro—le di la dirección al chofer.

—Eso es cerca de la casa de Holly…

—Llevaba tiempo pensando en mudarme, antes de conocerla, la casa en Nueva York es demasiado grande para mí solo—me encogí de hombros—, además, es una finca bastante agradable, es una mansión antigua, estilo victoriano, pero perteneció a un gánster durante la prohibición, sobre todo por esos escondijos—hum, sí, muchos escondites para tener a Holly atada y pidiendo por más, la idea fue alucinante—. Me la dejaron barata.

—¿Un gánster?

—Claro, me pareció interesante.

—Espera, espera, ¿planeas mudarte así solamente?

—Por supuesto, eventualmente sé que Holly se quedará conmigo en un futuro cercano, la llevaré a ella y a sus hijos a la nueva casa y de ahí en fuera el destino sigue escribiéndose solo.

—¿Estás tan seguro de que ella regresará contigo?

—Es obvio, cometí un error, del cual pienso enmendar, y sé que ella me perdonará porque en el fondo siente algo por mí, verás que en cuanto me vea, las cosas cambiarán.

—Yo no estaría tan seguro—arquee una ceja y él soltó un suspiro pesado—, verás, Holly no está con James.

—Eso lo sé, no lo tienes que repetir, ya no estoy enojado.

Eros soltó un suspiro.

—Está bien, de todos modos, tendrás que enterarte.

—¿Enterarme de qué?

—Bu… bueno, verás… ella está saliendo con alguien, ahora.

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NOTA DEL AUTOR: 

Adam tan confiado, pero no previó que tiene un nuevo adversario. 

¡Queremos ver que sufra!

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