CAPÍTULO XXX

En contra de su sentido común Aston dio la orden de aclarar las ventanas y ante él apareció la ciudad de los vampiros.

Se quedó sin aliento, a pesar de que ya le habían advertido que era una maravilla de la cual no había fotografías como para prepararse ante tal magnificencia. Shtay-in era una ciudad de altas torres de cristal que brillaban con la luz del amanecer que comenzaba a clarear en la ciudad.

Estupefacto, notó que habían ido persiguiendo al sol en una carrera a ver quién alcanzaba la ciudad antes, lo que le permitió arrobarse con los destellos dorados sobre los ángulos de los edificios.

Fira no parecía conmovida por la vista de alguna forma, pero sí había cierto reconocimiento en las maravillas arquitectónicas que tenían ante ellos, como si en el fondo se sintiera un poco orgullosa de lo que eran capaces de hacer los vampiros.

De

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