CAPÍTULO XXXII

Las cosas no se hicieron más sencillas para Aston al abandonar el club. Tal vez un poco más de media docena de personas se subieron en una limusina y partieron a una locación desconocida. La marea de cuerpos indiscretos no se andaba con rodeos, apenas estuvieron dentro un par de mujeres quedaron desnudas de la cintura para arriba, sus pechos expuestos sirvieron de divertimento para los hombres y algunas mujeres que se dedicaron a prodigarle caricias y pellizcos.

Todos reían y jadeaban, antes de que Aston pudiese procesar lo que estaba pasando, una de las mujeres abrió la bragueta del pantalón de un hombre de piel color chocolate, dejando al descubierto un mástil de carne erecto y dispuesto para la acción.

Afrodita estaba concentrada en Fira y Aston, lo que era un alivio porque él no creía ser capaz de lidiar con mucho más en ese momento, estaba embriagado con el aroma de su compañera, l

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