Capítulo 1

~M E L I S A P A R K E R ~

🥀

—¡Gracias, te amo! —grité mientras salía corriendo sin esperar respuesta de la persona que se había tomado la molestia de llevarme a mi cita con Alex.

Voy corriendo lo más rápido que puedo; el camino desde el estacionamiento hasta el restaurante aún es algo largo. Justo cuando llego a la esquina, tropiezo con un chico.

—Lo lamento, no fue mi intención —me disculpo y rápidamente retomo mi camino hacia el lugar donde me esperan.

Al llegar, me detengo justo en la entrada para tomar aire y controlar mi respiración. Una vez lista, me acerco a la bella chica que está en la recepción.

—Hola, buen día. Tengo reservación a nombre de Alexander Pierce, por favor.—

—Buenas tardes, un momento, por favor —me regala una sonrisa, fija su vista en la pantalla que tiene frente a ella y busca, supongo, el nombre de Alex—. Sígame, por favor, señorita.

La sigo hasta la mesa donde se encuentra Alex. Alexander Pierce es mi mejor amigo, casi un hermano mayor. Cuando sus padres murieron, debido a la gran amistad entre nuestras familias, Alex se fue a vivir a nuestra casa. Desde los seis años crecimos como hermanos, y la guapa castaña que lo acompaña es su esposa, Kate Pierce.

—Lo lamento, Alex. Mi clase de pintura se alargó más de lo normal —me excuso mientras me acerco a Kate para darle un abrazo.

Alex se levanta y también me abraza.

—Vamos, siéntate para que podamos comer —dice mientras me ayuda con la silla.

Una vez estamos sentados, un mesero se acerca para tomar nuestra orden. No pasa mucho tiempo antes de que nos traigan nuestros alimentos.

—Melissa, necesitamos tu ayuda —soltó Alex con una seriedad que daba miedo.

En ese momento, Kate tomó su mano y ambos sonrieron.

—¡Vamos a ser padres! —chilló emocionada Kate.

No pude evitar hacer una mueca. La noticia me tomó por sorpresa. Apenas se habían casado y eran muy jóvenes, pero supongo que eso era lo que querían, y yo debía apoyar a mi hermano.

—Eso es... genial —solté amablemente—. ¿Pero no creen que son algo jóvenes? Es decir, Alex, querías ser más estable en tus negocios... —comenté con cautela.

—Mel, ambos deseamos formar nuestra familia. Tal vez sea antes de lo que planeamos, pero estaremos bien.—

Alex tenía razón. Después de todo, dinero no les faltaba, y junto a Kate deseaban formar su familia.

—Bueno, en ese caso, planearemos la fiesta de tu cumpleaños número veintidós y también la sorpresa para dar la noticia a mamá —dije, esta vez con más entusiasmo.

Realmente me alegraba por ellos, aunque la sorpresa me había dejado impactada.

El resto de la comida fue tranquila. Alex comenzó a hablar acerca de tener que mudarse por un tiempo.

—Melissa, deberías venir con nosotros.—

Me atraganté con la comida.

—¡Estás loco! No iré con ustedes a Seattle. Mi lugar está aquí, con mamá... ¿y Dylan? No voy a dejarlo —me exalté.

—Melissa, tienes dieciséis años. No amas a Dylan; aún eres muy joven —me dolió que dijera eso—. Pero, si eso es lo que te preocupa, él puede venir con nosotros —propuso Alex.

—¿Qué te hace creer que sus papás lo dejarían ir?—

—Podríamos proponer un tipo de intercambio. Además, está por irse a la universidad, ¿no es así? —intervino Kate.

—Alex, lo siento, pero solo iré si mamá está de acuerdo —dije con voz más calmada—. Y sobre Dylan... bueno, podríamos encontrar una opción. Siempre la hay.—

Sabía que Dylan se iría a Londres para la universidad. Ese pensamiento hizo que mi corazón se encogiera y doliera. Conocía a Dylan desde los diez años. Es dos años mayor que yo. Lo conocí porque es hijo de uno de los socios del padre de Alex. Como mi papá fue quien administró la fortuna de Alex hasta que cumplió la mayoría de edad, Dylan se volvió cercano a nuestra familia.

—Lissa, Dylan es de la familia. Ustedes al final se casarán y tendrán hijos extremadamente guapos. Porque, ¿has visto lo guapo que es? Es decir, ¿se han visto? ¡Son tremendamente atractivos! —dijo Alex con una sonrisa, intentando animarme.

Ahora que lo pensaba, de una forma u otra, nos separaríamos.

—Alex, está bien... Dylan se va a la universidad en Londres —dije finalmente.

—Melissa, nos vamos la próxima semana.—

Mi sorpresa fue evidente.

—¡NO! ¿Te volviste loco? —exclamé con molestia—. No puedo irme así, de un día para otro. No puedo dejar a Dylan... —Sentí mis ojos llenarse de lágrimas.

Alex se levantó y me envolvió en un abrazo.

—Lo lamento, Melissa, pero mamá ya dijo que vendrás con nosotros —susurró.

Después de esa charla, ya no quise seguir comiendo. Mi mente solo pensaba en cómo le diría a Dylan que debía dejarlo.

—¿Quieres que te llevemos a casa? —preguntó Alex una vez terminamos y pagó la cuenta.

No me tomé la molestia de verlo a la cara. Estaba molesta con ellos. Entendía que querían formar su familia feliz, pero ¿y yo? Me parecía egoísta que me obligaran a ir con ellos.

—Lisa, Alex no quiere dejarte porque tus padres estarán viajando por la situación de tu abuelo. Su salud no mejora —intervino Kate mientras trataba de abrazarme, pero me aparté bruscamente.

—No. Dylan pasará por mí —respondí secamente.

No me despedí de ellos. Solo salí y caminé hacia el estacionamiento. Estaba a punto de sacar mi teléfono para llamar a Dylan cuando sentí que alguien me rodeaba con sus brazos por la espalda y me levantaba ligeramente del suelo. Por su colonia, supe que era él.

—Melissa Parker, estás muy guapa hoy —dijo mientras apoyaba su barbilla en mi hombro.

Dylan era más alto que yo, medía alrededor de un metro ochenta. Era de tez blanca, con varios lunares en el rostro. Sus ojos color miel y sus pestañas largas y rizadas lo hacían aún más atractivo. Dylan, sin duda, era guapo. Mi castaño favorito.

—Hola, Dylan —dije con pesadez.

Él se separó y se posicionó frente a mí.

—Supongo que este es el fin, ¿cierto?

Me quedé boquiabierta. Había acertado en lo que quería decirle.

—Alexander habló con mi papá sobre un intercambio a Seattle. Dijo que era porque tú te irías con ellos.—

No pude decir nada. Solo sentía mis lágrimas correr por las mejillas. Dylan se acercó y me abrazó.

—Melissa Parker, te amo. Todo estará bien. Estoy seguro de que nuestros caminos se encontrarán nuevamente. Hasta entonces, guárdame un lugar en tu corazón.—

—Dylan, yo también quiero un lugar en tu corazón. Pero, por favor, si alguien más llega a tu vida, no quiero ser egoísta y que, por mi culpa, dejes pasar el amor.—

Caminamos de la mano hasta el estacionamiento. Una vez en el auto, me abrió la puerta del copiloto, me acomodó el cinturón y luego se dirigió a su asiento.

El camino a casa fue silencioso.

—Me voy el martes de la próxima semana —dije antes de bajar del auto, dejando a Dylan solo.

—¡MELISSA! —gritó mi madre cuando escuchó la puerta principal abrirse.

Fui hasta el estudio donde estaban mis padres.

—Hola, aquí estoy.—

—Alex habló con nosotros.—

—Sí, ya lo sé, y no quiero hablar con ustedes. Si me disculpan, me retiro.—

Ignoré todo lo que dijeron y subí directamente a mi habitación.

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