Capítulo 2

~M E L I S A P A R K E R ~

🥀

Nos encontrábamos en la fila del aeropuerto, a punto de pasar a la sala de espera. Estaba nerviosa y molesta con todos. No me había despedido de mis padres ni les hablaba a Alex y Kate. Tampoco me había despedido de Dylan; la última vez que lo vi fue cuando me llevó a casa después de la comida con Alex.

—Melissa, mamá y papá están esperando para decirte adiós —mencionó Alex, sacándome de mis pensamientos.

Lo ignoré y avancé en la fila. Una vez que terminé la revisión, me adentré en la sala, dejando a todos atrás.

🍂

Habían pasado algunas semanas desde que nos instalamos en la nueva casa de Alex. Era realmente bonita y muy grande.

Alex había optado por darme mi espacio y no hablarme, lo cual agradecía. Tampoco había hablado con Dylan.

Estaba en el desayunador cuando mi hermano entró.

—Melissa, creo que ya fue suficiente espacio. Por favor, apresúrate, tengo que llevarte a la escuela.

Pasé junto a él sin decir nada. Aún no estaba lista para hablar con ellos. Los amaba, pero todavía dolía, y cada quien tiene su manera de sanar. La mía era evitar a las personas que habían contribuido a mi dolor.

—Mel, Dylan me dijo que no respondes sus llamadas ni mensajes. Si quieres seguir odiándome, lo entiendo, pero él no tiene la culpa. No lo hagas sentir que sí —dijo mientras me sostenía del brazo.

—Te espero en el auto —respondí, soltándome e ignorando sus palabras.

Sabía que tenía razón. Debía hablar con Dylan. Él, al igual que yo, lo estaba pasando mal, y en su caso, yo era la culpable. Tomé mis cosas, fui a la cochera y subí al asiento del copiloto. No pasó mucho hasta que Alex llegó y se subió al auto.

Condujo en silencio rumbo a mi nueva escuela. Había tenido que negociar con varios contactos para que me permitieran iniciar a mitad de curso.

Entonces, las palabras salieron solas, sin que pudiera detenerlas:

—Alex, lo siento mucho. De verdad. No quería esto. Te juro que los amo, pero no puedo pasar página fácilmente —le mostré una sonrisa sincera antes de bajar del auto, pero me giré antes de cerrar la puerta—. Ah, y sobre Dylan... dile que puede llamarme esta noche. Gracias, Alex.

Bajé del auto y me dirigí a la dirección. Mientras caminaba, observé a las personas a mi alrededor. Muchos estaban en sus grupos de amigos. Me sentí sola. Tenía que empezar de nuevo, no solo en una nueva escuela, sino también en una nueva ciudad.

Llegué hasta donde estaba la asistente.

—Hola, soy Melissa Parker. Me dijeron que debía presentarme con el director en cuanto pudiera —sonreí amablemente.

La chica me observó de arriba abajo, como si no quisiera perderse ni un detalle. Lo hacía con descaro.

Por mi parte, la observé de manera más discreta. Era bonita, de tez blanca, pelirroja y con ojos color miel.

—Ah, sí. Alexander habló con él esta mañana. Puedes pasar.

No pude evitar preguntarme por qué había pronunciado su nombre con tanta familiaridad.

—Es esa puerta, justo ahí —señaló una puerta al lado de su escritorio.

—Sí, gracias.

Me paré frente a la puerta y toqué. Rápidamente escuché un "pase", así que entré.

Delante de mí estaba un chico que parecía tener unos veintitantos años, tal vez la misma edad que Alex. Lo observé con atención: era alto, al menos diez centímetros más que Dylan, con ojos azules tan intensos como el cielo, una sonrisa perfecta y rizos dorados. Aparté la mirada antes de que se diera cuenta de que lo observaba tanto.

Se acercó y me tendió la mano.

—Melissa Parker, qué gusto verte nuevamente. Soy Andrew Jones. Cuando Alex me dijo que te recibiríamos aquí, me sorprendí mucho. Jamás pensé que dejarías Nueva York tan fácilmente.

Acepté su saludo. Lo que estaba diciendo me confundía. ¿Nos conocíamos? Probablemente era amigo de Alex.

—Mírate, eres muy guapa. El rubio te queda bien, aunque el castaño es tu color —comentó con naturalidad.

No pude evitar retroceder, sorprendida y algo asustada. Al parecer, mi reacción fue evidente, porque se apresuró a explicar.

—Alex y yo somos amigos desde pequeños. Kate, su esposa, es mi hermanastra. Te recuerdo por las reuniones en casa de tus padres. Dejé de verlos cuando tú tenías unos doce años; probablemente por eso no me recuerdas.

—Sí... seguro —sonreí, incómoda. No podía creer que no lo recordara—. Bueno, aquí estoy. Alex me dijo que debía presentarme para recibir información y horarios.

Andrew me explicó todas las reglas, además de mostrarme todo el colegio, que era mucho más pequeño que el de Nueva York. Afortunadamente, Alex solo me había inscrito en cuatro clases y me permitiría inscribirme en una escuela de artes para el resto de mis materias.

🍂

—Y bien, ¿te gusta el colegio o buscamos otro? El que quieras —preguntaba Alex mientras nos dirigíamos a casa—. Cierto, lo olvidé... aún no estás lista.

—Alex, está bien. Supongo que es una buena escuela —dije, mirando por la ventana. Seattle era bonito... creo. Era la primera vez que salía de casa desde que llegamos.

Me giré para verlo. Tenía la vista fija en la calle.

—Alex, ¿por qué no mencionaste que el "director" es amigo tuyo? Incluso me dijo que son familia.

Se giró hacia mí durante unos segundos y luego volvió la vista al frente.

—Bueno, porque si mal no recuerdo, estás molesta conmigo. Además, él no es el director; su padre lo es.

—Cierto.

—Esta noche iremos a cenar a casa de la madre de Kate. ¿Quieres acompañarnos? Andrew también estará allí. Podrían ser amigos, si tú quieres.

Estaba nervioso por mi respuesta; lo sabía. Conocía muy bien a Alex: sus manos temblaban y pestañeaba rápido cuando estaba nervioso.

—Lo lamento, Alex, pero recuerdas que hoy acordé hablar con Dylan.

Vi cómo soltaba el aire que había estado conteniendo.

—Es verdad... lo olvidé. Bueno, será en otra ocasión. ¿Qué te parece si organizamos la cena en nuestra casa la próxima semana?

—Alex, basta. Vamos un paso a la vez, ¿recuerdas? —lo interrumpí. Empezaba a hablar demasiado rápido y eso me irritaba.

—Lo lamento, Mel.

Sabía que no solo se refería al olvido sobre Dylan. No quise decir más, así que guardé silencio. El resto del trayecto fue rápido y silencioso, para mi fortuna.

🍂

Estaba en mi habitación ordenando el espacio para la videollamada con Dylan cuando Kate tocó a la puerta.

—¿Sí? —pregunté.

Ella entró. Llevaba un bonito vestido rosa palo; todo le quedaba bien.

—Lissa, ya nos vamos. ¿Segura que no quieres venir?

—No, Katherine, gracias. Necesito mi espacio. Que lo pasen bien.

Vi su expresión entristecer. Nunca la había llamado por su nombre completo, pero no le di importancia. Como dije, necesitaba espacio.

—De acuerdo. Si nos necesitas, solo llama.

—Sí, lo sé. Alex también lo ha dicho unas cien veces.

Cuando salió, me acomodé en el sofá de la esquina de mi habitación mientras esperaba la hora de hablar con Dylan. No sé cuánto tiempo pasó, pero me quedé dormida. Me desperté de golpe, revisé el teléfono: 03:40 a.m.

Me levanté rápidamente y revisé la computadora. No había ninguna videollamada perdida. Dylan no había llamado. Seguramente algo se le había complicado. Me tumbé en la cama y me quedé dormida otra vez, pero no pude evitar sentir una mezcla de tristeza y decepción. Tal vez Dylan ya no quería hablar conmigo. Lo entendería... yo había sido muy injusta con él.

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