Letty
Me despierto sobresaltada con el sonido del despertador de mesa que he dejado sonar. Al abrir los ojos y mirar hacia la ventana, veo que la luz del sol ya ilumina la habitación. Me siento en la cama y miro el reloj de mano en mi mesita de noche y en medio de mi bruma mental me doy cuenta de que el despertador ha sonado por cuarta vez, es demasiado tarde para ir a mi entrevista de trabajo. ¡Maldición! ¿Por qué siempre me pasa esto? ¿Por qué no puedo llegar temprano a ningún lado?
En ese momento, entra mi hermana menor en mi habitación, con una taza blanca de Lilo y Stich llena de humeante café y una sonrisa burlona en su rostro.
—El desayuno está listo, Letty—me dice mientras revisa su propio reloj de mano—. Y ya es tarde.
La miro siniestramente. No necesitaba su sarcasmo ahora mismo.
Me levanto rápidamente de la cama y corro hacia el baño para ducharme y arreglarme lo más rápido posible. Incluso creo que lastimé mis encías mientras cepillé mis dientes. Tomo un pedazo de pan de la cocina y salgo corriendo hacia la puerta del apartamento
—¡Recuerda que hoy cenamos afuera para hablar de tu siguiente fracaso laboral! —grita Riley desde la cocina.
Sin siquiera despedirme de mi hermana e ignorando su broma cruel, salgo de nuestro pequeño apartamento en Broadway, Brooklyn.
Mientras camino hacia la parada del autobús, mi mente se llena de pensamientos que me impulsan a recordar que debo esforzarme al doble hoy en la entrevista, dado que mis ahorros están muriendo como mi motivación para despertar en las mañanas. Resoplo por mi mente inmadura, se supone que ya tengo 32 años. Recuerdo todas las entrevistas de trabajo que he tenido en los últimos meses y cómo ninguna de ellas ha funcionado. Antes de que la empresa en la que trabajaba, una empresa de alimentos, quebrara, era secretaria de un CEO y todo iba bien. Pero ahora estoy desempleada y desesperada por encontrar un buen trabajo.
He estado buscando empleo desde hace tanto tiempo que ya me siento desesperada. Me preocupa mi futuro y cómo voy a mantenerme a mí misma y a mi hermana menor. Sobre todo, porque mi hermana Riley depende de mí, está en su primer año universitario y prometí hacerme cargo de ella, de ella y su ácida boca. Me pregunto si alguna vez voy a encontrar un trabajo estable y seguro.
Finalmente llego a la parada del autobús y me subo, todavía pensando en mis problemas. Me prometo a mí misma que voy a hacer todo lo posible para llegar temprano a la próxima entrevista de trabajo que tenga si esta no funciona. Pero la verdad es que no estoy segura de si alguna vez voy a poder superar mi problema con el horario, odio las mañanas, no tengo un buen recuerdo de las mañanas en mi vida.
En el autobús pienso seriamente sobre la empresa EnerGreen, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nervios por la oportunidad que se presenta ante mí. He investigado bastante sobre la empresa y su trayectoria profesional, y estoy sorprendida por el impacto que han logrado en la industria energética. Han creado soluciones innovadoras para el cuidado del medio ambiente, lo que me hace sentir orgullosa de poder trabajar en un lugar que tiene una visión tan positiva y de futuro. El director del departamento de finanzas necesita una secretaria, supe por algunos contactos que Marco Williams está siendo un poco exigente con respecto a lo que necesita de una secretaria, por lo que supongo que el horario de llegada es importante para él y no tendré una nota 10 por ello.
Han pasado tres años desde que me gradué de la universidad, pero parece que mi suerte no ha cambiado. Siempre llego tarde a todo, y parece que eso es lo único que los empleadores ven en mí. No sé cómo resolver mi problema con el horario, pero sé que tengo que hacer algo antes de que sea demasiado tarde. Aun así, tengo buena autoestima y creo en mí misma. Lo convenceré. Tengo qué, solo me queda este mes de dinero ahorrado.
***
Mientras camino hacia la recepción de EnerGreen, puedo sentir la emoción en mi cuerpo, después de todo, esta podría ser mi gran oportunidad. Observo la fachada de la empresa, y debo admitir que es impresionante. Una sensación de calidez y de tranquilidad me embarga cuando noto que las ventanas son de vidrio y parecen reflejar el verde del Central Park que se encuentra a pocos metros de distancia.
Cuando entro en la recepción, me recibe una hermosa y amigable secretaria, que me sonríe cálidamente. Me acerco a ella y le pregunto.
—Hola, buenos días, ¿en qué piso se encuentra el departamento de Finanzas?
Ella me sonríe con su mirada verdeazulada y simpática. Está vistiendo un traje elegante de blusa blanca y falda gris de tubo. Su cabello es castaño oscuro y lo lleva recogido en una coleta como el mío, solo que el de ella está perfectamente hecho, el mío es un desorden.
—¡Hola! ¿Por qué estás aquí? —me pregunta.
—Tengo una entrevista con el señor Williams.
Ella asintió y marcó unos números en el teléfono fijo. Luego de explicar mi presencia a alguien por el teléfono, asintió y colgó.
—El departamento de Finanzas se encuentra en el piso 27. Debes tomar los ascensores que están a tu izquierda. Y te sugiero que hables con el señor Williams sobre la razón por la que llegas tarde. No es muy estricto, pero la puntualidad es importante para él.
Agradezco su ayuda y comienzo a caminar hacia los ascensores. Mientras espero el ascensor, pienso en mi posible jefe, y me doy cuenta de que nunca investigué lo suficiente sobre él. Decido buscar en mi teléfono celular mientras espero.
Mi búsqueda se interrumpe cuando llego al piso 27 y me recibe un pasillo largo y luminoso hasta llegar a la puerta del departamento de Finanzas. La puerta de vidrio estaba grabada con el nombre de la empresa y el logo de EnerGreen, y se abrió automáticamente cuando me acerqué.
Una vez dentro, noté que el departamento era amplio y bien iluminado. Las paredes estaban pintadas en un tono suave de verde claro y había plantas naturales colocadas en varios lugares. El ambiente era relajado, pero al mismo tiempo profesional. De repente sentí como si estuviera soñando mientras observaba todo con mi corazón latiendo de emoción.
Vi varias personas trabajando en sus computadoras y hablando por teléfono. Todos vestían de manera formal, pero había un par de hombres que llevaban trajes impecables y claramente muy caros.
Mientras caminaba por el departamento, observé un cuadro grande en una de las paredes, que mostraba el logo de la empresa junto con un eslogan que decía: Juntos por un futuro más verde. Sonreí.
Llegué a la recepción del departamento de finanzas y pregunté por Marco Williams. La secretaria me indicó su oficina y me dijo que podía esperar en una de las sillas frente a su puerta. Tratando de controlar mi nerviosismo y recordando las respuestas a las posibles preguntas de la entrevista, pongo en práctica esos consejos que Riley me dio para calmar los nervios, así que respiro profundamente.
Tengo tanta mala suerte que cuando voy por la segunda respiración, me veo interrumpida por un hombre joven que se asoma por la puerta de la oficina.
—¿Vienes para la entrevista? —me pregunta con una ceja enarcada.
Asiento y me levanto torpemente.
—Sí, señor.
Él asiente con una sonrisa amigable que me relaja todos los músculos tensos.
—Ven conmigo.
Letty Lo sigo hacia el interior de su oficina bonita en colores blanco, beige y gris. Me siento en frente de su escritorio cuando él toma asiento en su butaca. El hombre debe ser menor que yo, se ve muy joven, y, además, demasiado guapo. Me lamento de que sea tan guapo, siempre he sido una tonta con ellos, digamos que no tengo un buen historial con chicos guapos, son de lo peor. Sin embargo, como este chico guapo puede ser mi jefe, decido confiar en su dulce sonrisa amigable y hacer mi mayor esfuerzo por ganarme el empleo.—Dígame, señorita…—Letty—lo interrumpo casi frenéticamente, pero sonrío para desviar la atención—. Es mejor así.Él asiente mirando mi curriculum en papel sobre su escritorio.—Entonces, Letty Lewis—me mira finalmente—. ¿Por qué te gustaría trabajar en EnerGreen? ¿Por qué en este momento?Hago lo posible por mirarlo con seguridad al dar mi respuesta.—Siempre me ha gustado la idea de trabajar en una empresa diferente, que trabaje por un propósito mejor, algo que i
Letty —¿Scarlett? —la voz desconcertada de Sebastian casi hace que mis piernas flaqueen, pero me mantuve firme mientras caminó hacia mí. Cuando me alcanzó lucía todavía más desconcertado mientras las dos perlas coloridas de sus ojos me observaban casi con fascinación—. ¿Qué haces aquí Scarlett? Mi cuerpo traicionero reaccionó a su voz llamándome por mi nombre completo. Era el único que siempre me llamó así, el resto del mundo sabía que lo mejor para su salud era decirme Letty, porque Sebastian siempre me dijo que adoraba mi nombre, que no había razón para cortarlo de esa forma. Hice puños mis manos para hacerme daño con las uñas en mis palmas y despertar de nuevo en el presente. Porque Sebastian era parte de mi pasado, ahora éramos dos extraños. Y así debía quedar. —Letty—lo corregí. Miré a Marco que nos alcanzó e ignoré el ceño fruncido de Sebastian a causa de mi respuesta. —¿Conoces a mi nueva secretaria Letty Lewis? —le preguntó Marco deteniéndose a nuestro lado. Sebastian co
Sebastian Mi vida laboral es la misma, y como de costumbre, estoy sentado en mi ridículamente amplia oficina, rodeado de papeles sobre mi escritorio, pero con la mirada perdida en el horizonte de la ciudad que se ilumina lentamente al caer la noche. Las luces destellan en los edificios y el ruido de la ciudad se desvanece a medida que me permito sumergir en mis pensamientos sobre lo que sucedió hoy.Scarlett y su repentina aparición en mi vida han removido algo dentro de mí, despertando emociones que creí haber dejado atrás hace años. En realidad, emociones que creí que solo fueron falsas, solo química de cuerpos, una infatuación que duró demasiado tiempo. Eso creí hasta el día de hoy, cuando la vi y mi universo se descolocó, mi vida perdió sentido, la gravedad fue solo teoría, mis ojos un imán sobre ella y su cuerpo maduro. El tiempo solo la hizo más hermosa, más audaz, logró estudiar una carrera y ser la mejor de su clase, es inteligente, siempre lo fue, nunca lo he dudado. Incluso
Scarlett Cerca de nuestra casa está Bennis, la pizzería que nos salva de cocinar por lo menos dos veces a la semana. Es el lugar más barato y con la pizza más deliciosa, por lo menos para nosotras. El día de pizza era algo sagrado para nosotras, hablábamos de nuestros peores días, nos desahogábamos ese día, ya que nuestros días son atareados, ella en la universidad y yo en el trabajo. Y hoy era ese día, el día de soltarlo todo. El día en que me reencontré con mi exesposo. Quería tirarme del puente Brooklyn, por lo menos ese puente era bonito. Sé que el día de pizza es para desahogarnos, y yo necesitaba desahogarme hoy, pero vacilé en contarle a mi hermana la verdad en el trasfondo de la buena noticia. Ella quiso mucho a Sebastian, creo que le dolió la noticia de mi divorcio tanto como a mí, ella solo tenía 12 años. Pero eso no fue lo peor para Riley, nuestros padres murieron en un accidente de auto un año después, por lo que tuve que encargarme de ella. Cuidar en todo aspecto de mi h
Sebastian Al entrar en mi oficina, me dejo caer en la silla con un suspiro profundo. ¿Cómo se me ocurrió hacer que Scarlett trabaje para mí? Es como si estuviera buscando problemas a propósito. Por un momento, una pizca de remordimiento me atraviesa al darme cuenta de que estoy utilizando mi poder y posición para obligar a ser mi secretaria, si ella aceptó está realmente necesitada. Pero esos pensamientos se desvanecen rápidamente cuando la imagen de Scarlett, con su belleza desbordante, trabajando como secretaria para mi primo Marco o cualquier otro hombre, provoca una mezcla de rabia y celos que no puedo ignorar. Es completamente inaceptable. Lo peor es que no tengo claro lo que siento por ella ahora. Después de todo, han pasado ocho años desde nuestro divorcio. Pensé que habría borrado todo rastro de Scarlett de mi sistema, especialmente de mi corazón. En ese momento, recuerdo las hortensias que ordené para decorar su escritorio. ¿Por qué demonios estoy haciendo eso? Me siento com
ScarlettLloré un poco más cuando otro trueno retumbó, acompañado de la luz cegadora de un rayo. Me quedé congelada bajo el banco en la parada de autobús, agradecida por estar sola en ese momento ya que no habría por qué avergonzarse si nadie me veía de esta forma, aunque también tuve el pensamiento de que quizás esa soledad era mala suerte. Allí estaba, sola en una parada de autobús solitaria, y solo a mí me aterraban tanto los truenos. Era paradójico, el miedo a los truenos era mi tormento, pero también tenía miedo a que alguien pudiera aprovecharse de mi vulnerabilidad en ese estado. Sabía que tenía que moverme, encontrar un refugio más seguro, pero los truenos seguían golpeando mis tímpanos, mi corazón latía desbocado, y me quedé inmovilizada, empapada por la lluvia y por mi propio miedo.Otro sollozo escapó de mí y las lágrimas fluían sin control, como si el cielo hubiera liberado no solo su tormenta eléctrica sobre mí, sino también mi tormenta interna. Me encontré llorando como
Scarlett Salí casi demasiado rápido del apartamento. No había una razón por la que debería mentirle a mi hermana, anoche no pasó nada que no debiera pasar, pero por alguna razón, prefería mantener en secreto todo lo que sucedió, así podría fingir que nada sucedió, y él tampoco tendría que fingir que le intereso y que está preocupado por mí. 40 minutos después, llegué a la empresa. Saludé al guardia de seguridad, y a Sabrina. —Espera, Letty—me llamó Sabrina, haciendo ademan con su mano para que volviera a su escritorio. Hice lo que me pidió. —¿Sucede algo con el presidente? —No. Solo quería invitarte a almorzar. ¿Quieres? Conozco un buen lugar en la otra calle. Es cerca. Sonreí. —Claro. Será divertido. —Llevaré a otra amiga. —Mejor aún. Continué hacia el ascensor y presioné el botón para subir, con los nervios apoderándose de mí. Mientras me acercaba a mi piso de trabajo, la valentía que obtuve para decidir actuar como si nada hubiera ocurrido, vaciló. Y cuando las puertas de
Scarlett —¡Cómo lo odio! —grité cuando estuve dentro del cubículo—. ¡Te odio, Sebastian Campbell! Luego de decirle a una de las mujeres que limpia, que en el piso 30 la necesitan en la oficina del presidente, fui al único baño que no era muy concurrido por los trabajadores, el de la recepción. Me dejé caer sobre la tapa del inodoro y solté todas las maldiciones que he escuchado de la boca de mi hermana menor. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Qué le hice para que volviera a mi vida e intentara tomar el control de ella? ¡No es justo! Apenas si estaba comenzando a sentirme mejor después de divorciarnos. Solo a mí me podía admitir que 8 años no habían sido ni cerca de suficiente para dejar de sentir algo por Sebastian. Sin embargo, eso se iba a quedar en mi cabeza por el resto de mi vida. —¿Está todo bien? —preguntó una persona. Sabrina—. ¿Letty, eres tú? —Sí—a estas alturas, después de haber gritado tanto, no podía mentir—. Saldré en un momento. Cuando salí, Sabrina estaba ahí, esperándom