Hola bellezas. Espero les guste mi historia, mi primera historia en Buenovela. Más que cualquier cosa, adoro los comentarios, las opiniones, las criticas, todo lo que quieran que la autora sepa. Espero nos llevemos genial en esta aventura nueva que es la historia de Scarlett y Sebastian!
Sebastian Al entrar en mi oficina, me dejo caer en la silla con un suspiro profundo. ¿Cómo se me ocurrió hacer que Scarlett trabaje para mí? Es como si estuviera buscando problemas a propósito. Por un momento, una pizca de remordimiento me atraviesa al darme cuenta de que estoy utilizando mi poder y posición para obligar a ser mi secretaria, si ella aceptó está realmente necesitada. Pero esos pensamientos se desvanecen rápidamente cuando la imagen de Scarlett, con su belleza desbordante, trabajando como secretaria para mi primo Marco o cualquier otro hombre, provoca una mezcla de rabia y celos que no puedo ignorar. Es completamente inaceptable. Lo peor es que no tengo claro lo que siento por ella ahora. Después de todo, han pasado ocho años desde nuestro divorcio. Pensé que habría borrado todo rastro de Scarlett de mi sistema, especialmente de mi corazón. En ese momento, recuerdo las hortensias que ordené para decorar su escritorio. ¿Por qué demonios estoy haciendo eso? Me siento com
ScarlettLloré un poco más cuando otro trueno retumbó, acompañado de la luz cegadora de un rayo. Me quedé congelada bajo el banco en la parada de autobús, agradecida por estar sola en ese momento ya que no habría por qué avergonzarse si nadie me veía de esta forma, aunque también tuve el pensamiento de que quizás esa soledad era mala suerte. Allí estaba, sola en una parada de autobús solitaria, y solo a mí me aterraban tanto los truenos. Era paradójico, el miedo a los truenos era mi tormento, pero también tenía miedo a que alguien pudiera aprovecharse de mi vulnerabilidad en ese estado. Sabía que tenía que moverme, encontrar un refugio más seguro, pero los truenos seguían golpeando mis tímpanos, mi corazón latía desbocado, y me quedé inmovilizada, empapada por la lluvia y por mi propio miedo.Otro sollozo escapó de mí y las lágrimas fluían sin control, como si el cielo hubiera liberado no solo su tormenta eléctrica sobre mí, sino también mi tormenta interna. Me encontré llorando como
Scarlett Salí casi demasiado rápido del apartamento. No había una razón por la que debería mentirle a mi hermana, anoche no pasó nada que no debiera pasar, pero por alguna razón, prefería mantener en secreto todo lo que sucedió, así podría fingir que nada sucedió, y él tampoco tendría que fingir que le intereso y que está preocupado por mí. 40 minutos después, llegué a la empresa. Saludé al guardia de seguridad, y a Sabrina. —Espera, Letty—me llamó Sabrina, haciendo ademan con su mano para que volviera a su escritorio. Hice lo que me pidió. —¿Sucede algo con el presidente? —No. Solo quería invitarte a almorzar. ¿Quieres? Conozco un buen lugar en la otra calle. Es cerca. Sonreí. —Claro. Será divertido. —Llevaré a otra amiga. —Mejor aún. Continué hacia el ascensor y presioné el botón para subir, con los nervios apoderándose de mí. Mientras me acercaba a mi piso de trabajo, la valentía que obtuve para decidir actuar como si nada hubiera ocurrido, vaciló. Y cuando las puertas de
Scarlett —¡Cómo lo odio! —grité cuando estuve dentro del cubículo—. ¡Te odio, Sebastian Campbell! Luego de decirle a una de las mujeres que limpia, que en el piso 30 la necesitan en la oficina del presidente, fui al único baño que no era muy concurrido por los trabajadores, el de la recepción. Me dejé caer sobre la tapa del inodoro y solté todas las maldiciones que he escuchado de la boca de mi hermana menor. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Qué le hice para que volviera a mi vida e intentara tomar el control de ella? ¡No es justo! Apenas si estaba comenzando a sentirme mejor después de divorciarnos. Solo a mí me podía admitir que 8 años no habían sido ni cerca de suficiente para dejar de sentir algo por Sebastian. Sin embargo, eso se iba a quedar en mi cabeza por el resto de mi vida. —¿Está todo bien? —preguntó una persona. Sabrina—. ¿Letty, eres tú? —Sí—a estas alturas, después de haber gritado tanto, no podía mentir—. Saldré en un momento. Cuando salí, Sabrina estaba ahí, esperándom
SebastianEsperaba que Scarlett pasara todo el camino hacia la casa de mis padres, quejándose o intentando convencerme de que era una mala idea que mi familia la volviera a ver a mi lado, pero en vez de todo eso, ella está sentada a mi lado, mirando por la ventana, en silencio absoluto. Y sé que ella está pensando muchas cosas, es la única forma en que Scarlett tenga tiempo de pensar, ya que todo el tiempo, de seguro está odiándome. Yo diría que actúa como si me odiara, porque incluso en este momento, mientras conduzco hacia la casa de mis padres en Greenwich Village, Scarlett está nerviosa, lo percibo en el tic nervioso de sus piernas, y en cómo, a pesar de que tiene puesto el cinturón, se aferra con sus manos al asiento.Si tuviera que darle la razón en algo a Scarlett, sería que sí, no debería dejar que mi familia la vea ahora conmigo, ella todavía está en contra de nuestra reconciliación, y la familia de mi mamá, al ser latinos, son un poco extrovertidos, bueno, demasiado extrover
Scarlett Escuché mi alarma sonar a lo lejos. Quizá era mi imaginación, pero tenía la sensación de que no era la primera vez que la escuchaba en ese momento. Dos segundos después lo comprendí, mi alarma sonó 5 veces antes. ¡No puede ser! ¿Por qué tuve que nacer con esta maldición? Abro mis ojos y corro hacia el baño, me doy una ducha rápida, lavo mis dientes, seco mi cabello lo más que puedo antes de soltar el secador sobre mi cama y meterme a mi almario y ponerme el conjunto que había elegido la noche anterior, entonces recuerdo lo que pasó el viernes. Recuerdo lo que hice el viernes en la noche y siento frustrada una vez más, incluso los niños de esa familia se dieron cuenta de que me divertí como nunca, ¿cómo pude tomarme 7 cervezas en frente de los padres de Sebastian? Sé que siempre he sido así, pero ahora tengo 32 años, ya no era una veinteañera desorganizada amante de las cervezas y un terrible problema con los juegos de mesa y mi competitividad. Cuando termino de vestirme sal
Sebastian A las 12, Scarlett me llamó para recordar mi almuerzo con Benjamin. Luego de que Marco hiciera un informe, decidí que podíamos avanzar con la empresa de Benjamin Wilson, ya que al parecer todo sobre ellos estaba limpio. La verdad es que necesitaba a Scarlett en la empresa, redactando unos contratos y revisando algunos documentos, pero no era una opción alejarla de mí, sobre todo después de escuchar a un par de hombres que trabajan en Marketing, hablando sobre Scarlett y su “cuerpo de sirena”. Idiotas, si los volvía a escuchar hablando algo sobre Scarlett, iba a encontrar una forma de despedirlos. Es obvio que ella no le presta atención, nunca lo ha hecho. Nació tan hermosa que duele, y no se regodea en ello, es una de las tantas virtudes que me enamoraron de ella. Sin embargo, eso la ponía en constante peligro, ella parecía ser dulce para todos menos para mí. Quería enojarme por eso, pero me gustaba demasiado verla enojarse de esa forma infantil en que lo hacía. Eso no es
Sebastian Me dirijo hacia la puerta principal cuando el timbre suena, un sonido que me hace sonreír y hace que mi corazón lata apresurado por la expectativa. Cuando abro la puerta de mi apartamento veo a Scarlett, sosteniendo un café en una mano y una bolsa con desayuno en la otra. Pero su mirada, oh, su hermosa mirada cargada de un odio palpable, me impacta como un golpe. A pesar de su expresión, mi sonrisa no vacila. —Buenos días, Scarlett. No me contesta. Me aparta de un empujón y entra a mi apartamento de manera malhumorada. A pesar de su actitud, no puedo evitar reír suavemente ante su obstinación mañanera. Cierro la puerta detrás de nosotros y la sigo hasta mi cocina, en donde deja el café y la bolsa. Había establecido las nuevas reglas el día anterior. Desde entonces, Scarlett tendría que aparecer en mi apartamento temprano por la mañana para ayudarme a elegir la combinación de ropa para el trabajo y también traerme el desayuno. Sabía que esta situación podía ser complicada,