Scarlett —¡Cómo lo odio! —grité cuando estuve dentro del cubículo—. ¡Te odio, Sebastian Campbell! Luego de decirle a una de las mujeres que limpia, que en el piso 30 la necesitan en la oficina del presidente, fui al único baño que no era muy concurrido por los trabajadores, el de la recepción. Me dejé caer sobre la tapa del inodoro y solté todas las maldiciones que he escuchado de la boca de mi hermana menor. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Qué le hice para que volviera a mi vida e intentara tomar el control de ella? ¡No es justo! Apenas si estaba comenzando a sentirme mejor después de divorciarnos. Solo a mí me podía admitir que 8 años no habían sido ni cerca de suficiente para dejar de sentir algo por Sebastian. Sin embargo, eso se iba a quedar en mi cabeza por el resto de mi vida. —¿Está todo bien? —preguntó una persona. Sabrina—. ¿Letty, eres tú? —Sí—a estas alturas, después de haber gritado tanto, no podía mentir—. Saldré en un momento. Cuando salí, Sabrina estaba ahí, esperándom
SebastianEsperaba que Scarlett pasara todo el camino hacia la casa de mis padres, quejándose o intentando convencerme de que era una mala idea que mi familia la volviera a ver a mi lado, pero en vez de todo eso, ella está sentada a mi lado, mirando por la ventana, en silencio absoluto. Y sé que ella está pensando muchas cosas, es la única forma en que Scarlett tenga tiempo de pensar, ya que todo el tiempo, de seguro está odiándome. Yo diría que actúa como si me odiara, porque incluso en este momento, mientras conduzco hacia la casa de mis padres en Greenwich Village, Scarlett está nerviosa, lo percibo en el tic nervioso de sus piernas, y en cómo, a pesar de que tiene puesto el cinturón, se aferra con sus manos al asiento.Si tuviera que darle la razón en algo a Scarlett, sería que sí, no debería dejar que mi familia la vea ahora conmigo, ella todavía está en contra de nuestra reconciliación, y la familia de mi mamá, al ser latinos, son un poco extrovertidos, bueno, demasiado extrover
Scarlett Escuché mi alarma sonar a lo lejos. Quizá era mi imaginación, pero tenía la sensación de que no era la primera vez que la escuchaba en ese momento. Dos segundos después lo comprendí, mi alarma sonó 5 veces antes. ¡No puede ser! ¿Por qué tuve que nacer con esta maldición? Abro mis ojos y corro hacia el baño, me doy una ducha rápida, lavo mis dientes, seco mi cabello lo más que puedo antes de soltar el secador sobre mi cama y meterme a mi almario y ponerme el conjunto que había elegido la noche anterior, entonces recuerdo lo que pasó el viernes. Recuerdo lo que hice el viernes en la noche y siento frustrada una vez más, incluso los niños de esa familia se dieron cuenta de que me divertí como nunca, ¿cómo pude tomarme 7 cervezas en frente de los padres de Sebastian? Sé que siempre he sido así, pero ahora tengo 32 años, ya no era una veinteañera desorganizada amante de las cervezas y un terrible problema con los juegos de mesa y mi competitividad. Cuando termino de vestirme sal
Sebastian A las 12, Scarlett me llamó para recordar mi almuerzo con Benjamin. Luego de que Marco hiciera un informe, decidí que podíamos avanzar con la empresa de Benjamin Wilson, ya que al parecer todo sobre ellos estaba limpio. La verdad es que necesitaba a Scarlett en la empresa, redactando unos contratos y revisando algunos documentos, pero no era una opción alejarla de mí, sobre todo después de escuchar a un par de hombres que trabajan en Marketing, hablando sobre Scarlett y su “cuerpo de sirena”. Idiotas, si los volvía a escuchar hablando algo sobre Scarlett, iba a encontrar una forma de despedirlos. Es obvio que ella no le presta atención, nunca lo ha hecho. Nació tan hermosa que duele, y no se regodea en ello, es una de las tantas virtudes que me enamoraron de ella. Sin embargo, eso la ponía en constante peligro, ella parecía ser dulce para todos menos para mí. Quería enojarme por eso, pero me gustaba demasiado verla enojarse de esa forma infantil en que lo hacía. Eso no es
Sebastian Me dirijo hacia la puerta principal cuando el timbre suena, un sonido que me hace sonreír y hace que mi corazón lata apresurado por la expectativa. Cuando abro la puerta de mi apartamento veo a Scarlett, sosteniendo un café en una mano y una bolsa con desayuno en la otra. Pero su mirada, oh, su hermosa mirada cargada de un odio palpable, me impacta como un golpe. A pesar de su expresión, mi sonrisa no vacila. —Buenos días, Scarlett. No me contesta. Me aparta de un empujón y entra a mi apartamento de manera malhumorada. A pesar de su actitud, no puedo evitar reír suavemente ante su obstinación mañanera. Cierro la puerta detrás de nosotros y la sigo hasta mi cocina, en donde deja el café y la bolsa. Había establecido las nuevas reglas el día anterior. Desde entonces, Scarlett tendría que aparecer en mi apartamento temprano por la mañana para ayudarme a elegir la combinación de ropa para el trabajo y también traerme el desayuno. Sabía que esta situación podía ser complicada,
ScarlettEstamos sentadas en el restaurante de siempre, ese que ha sido mi escape de Sebastian desde que acepté almorzar con Sabrina y Regina por primera vez. El sonido de las conversaciones de los comensales a nuestro alrededor se mezcla con lo que Sabrina nos dice, algo sobre una fiesta. Sin embargo, estoy totalmente alejada de las fiestas en ese momento.En la mañana, hice algo completamente fuera de mi zona de confort, por voluntad propia me acerqué demasiado a Sebastian, intentando demostrarle que no me asusta estar cerca de él, y que no significa nada para mí. Sin embargo, mis piernas temblaban durante todo el tiempo, incluso después de salir. Pero, para mi sorpresa, Sebastian se comportó como el jefe ideal en el trabajo. Nada de miradas insinuantes, comentarios atrevidos ni sonrisas con doble sentido. Fue profesional y serio, como si nada hubiera pasado entre nosotros. ¿Qué estaba intentando hacer? ¿Volverme loca ya que no acepto volver con él?—Scarlett, ¿estás de acuerdo en q
ScarlettEstá demás decir que nunca he viajado a Hawái, así que no me avergüenzo de admitir que mi boca quedó abierta cuando el avión voló sobre la isla. Me emocioné todavía más cuando llegamos al hotel. Desde el momento en que pusimos un pie en su impecable vestíbulo, supe que estábamos en un lugar especial. La fusión de la elegancia moderna y la autenticidad hawaiana creaba una atmósfera única que me dejó sin palabras. Era como estar en una película de Hollywood.Dos mujeres nos recibieron en la entrada, y nos colocaron Leis, collares hawaianos de flores y conchas. También nos ofrecieron una bebida de apariencia exótica, ya que iba dentro de una piña, y de decoración tenía una pequeña sombrilla y una flor roja. Mientras caminábamos hacia la recepción miré los altos techos de madera tallada, y los detalles en bambú a lo largo de los pasillos resonaban con la herencia de la isla. Las paredes estaban decoradas con arte local y coloridas piezas de cerámica que representaban la cultura
ScarlettPasé el resto de mi día haciendo uso del servicio al cuarto. Pedí helado, comida, dulces e incluso una botella de vino. Ellos quisieron decirme el precio de la botella, pero les dije que no lo hicieran, Sebastian debía pagar por meterse en mi cabeza. Cambié el color de mis uñas a un rojo intenso, que por supuesto, hacía juego con el vestido rojo que decidí ponerme en la noche para el evento.A las 7 de la noche estuve lista. Me había preparado para sobrellevar la noche con una cantidad moderada de alcohol, y decidí dejar mi teléfono en la habitación. Esta era un evento en el que no iba a trabajar, así que no tenía por qué estar detrás de Sebastian.Mientras avanzo por los jardines del hotel, las palmeras se mecen suavemente y siento la suave brisa sobre mi piel y cabello. La luz tenue de las linternas ilumina el camino de piedra. El sonido distante del océano me relaja al momento de disipar cualquier pensamiento no deseado.En mi trayecto, paso por un puente que cruza un pequ