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5. Vodka y jugo de arándano

Sebastian

Mi vida laboral es la misma, y como de costumbre, estoy sentado en mi ridículamente amplia oficina, rodeado de papeles sobre mi escritorio, pero con la mirada perdida en el horizonte de la ciudad que se ilumina lentamente al caer la noche. Las luces destellan en los edificios y el ruido de la ciudad se desvanece a medida que me permito sumergir en mis pensamientos sobre lo que sucedió hoy.

Scarlett y su repentina aparición en mi vida han removido algo dentro de mí, despertando emociones que creí haber dejado atrás hace años. En realidad, emociones que creí que solo fueron falsas, solo química de cuerpos, una infatuación que duró demasiado tiempo. Eso creí hasta el día de hoy, cuando la vi y mi universo se descolocó, mi vida perdió sentido, la gravedad fue solo teoría, mis ojos un imán sobre ella y su cuerpo maduro. El tiempo solo la hizo más hermosa, más audaz, logró estudiar una carrera y ser la mejor de su clase, es inteligente, siempre lo fue, nunca lo he dudado. Incluso el día en que le dije que nunca podría lograr nada por sí misma porque estaba muy ocupada criticándome.

Pateé la papelera junto a mi escritorio y los papeles cayeron al piso. Fui un completo hijo de perra en ese entonces, un idiota que jamás se detuvo a pensar en sus palabras. Mentiría si dijera que no sentí que Scarlett me lastimó con sus acciones, con algunas de sus críticas, pero jamás me dijo el tipo de cosas que yo a ella, yo siempre estuve dispuesto a lastimarla con esta boca.

Así que mi mente vuela hacia aquellos días tumultuosos en los que nuestra juventud e inmadurez nos llevaron al borde del abismo y finalmente al divorcio. Me siento extraño, como el mismo joven irresponsable que una vez lastimó a la mujer que amaba. Y es por eso que me detengo a pensar ahora; En lo más profundo de mi mente, reconozco que fui egoísta al obligar a Scarlett a convertirse en mi secretaria, impulsado por caprichos y celos sin fundamento. Pero una parte inmensa de mí nunca ha dejado de desear su presencia en mi vida. Si la pierdo de vista de nuevo, temo que desaparezca por mucho tiempo.

Pero, ¿qué significa eso? ¿Significa que todavía la amo? Me preocupa que ahora no la quiera perder de vista porque la extraño. Finalmente acepto para mí mismo que estoy asustado. Me preocupa que, si la pierdo de vista de nuevo, desaparezca de mi vida durante demasiado tiempo. Pero, ¿es esto una razón suficiente para mantenerla cerca? ¿La estoy ayudando o solo la estoy usando? La idea de que la pueda lastimar otra vez me atormenta.

Antes de que pueda encontrar una respuesta a mis propias preguntas, un golpe en la puerta rompe mi enredado torrente de pensamientos. Es Marco, mi primo, con su sonrisa cálida levanta su mano hacia mí.

—¿Cómo estás? —me pregunta desde la puerta. Entonces se da cuenta de la basura tirada junto a mi escritorio—. Necesitas salir a tomar algo.

Asiento con la cabeza y agradezco la distracción, dejando mis pensamientos en pausa por un momento.

—Lo necesito.

Me pongo la chaqueta de mi traje azul marino y tomo mi teléfono antes de cerrar la laptop. Al salir de mi oficina encuentro el escritorio de la secretaria totalmente vacío. Elena hizo lo que le dije, recogió sus cosas y su considerable liquidación que le permitirá vivir tranquila el resto de su vida. Le dije a Scarlett que podía comenzar mañana, fue una excusa para que ambos pudiéramos descansar de nuestra pequeña pelea. Ni en un millón de años creí que estaría teniendo esa discusión con mi exesposa justo hoy.

Me sentía muy cansado, por primera vez desde que EnerGreen se posicionó en una de las mejores empresas del país.

—Oye, yo comprendo que ha sido un día… difícil—comentó Marco cuando llegamos al ascensor. Pulsó el botón para la recepción—, sobre todo, porque me has quitado a mi secretaria que resultó ser tu exesposa que claramente te odia. Pero tengo curiosidad, ¿qué pasó para que te odiara tanto? Letty es… parece una mujer dulce y amable. De solo verte se transformó en Fiona.

Sonreí apenas y recosté mi cabeza de la pared de metal detrás de nosotros.

—Eras muy joven cuando me casé, Marco. Mi madre y mi padre la querían, pero… la verdad es que éramos muy jóvenes e inmaduros. Lo intentamos, cambiamos de ambiente, pero nos dijimos cosas que marcaron nuestras vidas y eso causó nuestra separación. Quizá lo intentamos demasiado, no estábamos hecho el uno para el otro.

Marco asintió reflexivo.

—Ahora entiendo por qué buscas mujeres que no valen la pena. Después de perder a Letty, se entiende que todo viene en picada—entonces se echó a reír.

—Quizá no te di demasiados golpes cuando eras pequeño—le advertí.

Marco levantó las manos en señal de rendición. En ese momento llegamos a la recepción, entonces salimos. Ambos saludamos a Sabrina, la recepcionista, con un asentimiento de cabeza, y continuamos hacia el estacionamiento subterráneo de la empresa.

—Hablé en serio cuando te dije que me debes una secretaria, Sebastian—me recordó mientras caminábamos hacia nuestros autos que por lo general estacionábamos uno junto al otro—. Letty era perfecta. Bueno, casi perfecta. Llegó casi 40 minutos tarde a la entrevista.

—Un hábito que jamás se le quitó. Las sábanas la atrapan en las mañanas, ella odia las mañanas.

Marco no dice nada, solo se queda en silencio y cuando encontramos nuestros autos, cada uno sube para dirigirnos hacia el club que frecuentamos.

***

El club nocturno es una explosión de luces y música que llena el aire con una energía electrizante. Las paredes están adornadas con colores vivos y reflejos de espejos, creando un ambiente de sofisticación y diversión misteriosa en medio de los momentos en que no hay luz. La pista de baile es el corazón del lugar, donde los cuerpos se mueven al ritmo de la música, liberando cualquier tensión acumulada. El bar, con su amplia variedad de licores y el talentoso barman Edgar detrás, un amigo de casi toda la vida, es el epicentro de las conversaciones animadas y las risas contagiosas.

Pido mi vodka y Marco pide un brandy mientras conversamos sobre el trabajo y cómo va todo en la empresa. Pero de repente, Marco le dice algo a Edgar.

—Hey, ¿sabías que Sebastian robó mi secretaria?

Edgar se ríe y me mira.

—¿Nueva afición por los 35 años que ahora tienes?

—Es su exesposa—aclara Marco frunciendo el ceño mientras se toma todo el interior de su vaso—. Letty era perfecta para ser mi secretaria. No quiero más entrevistas.

Hasta ese momento me doy cuenta de que Marco ya está un poco ebrio.

—Espera, ¿hablas de Scarlett Lewis? ¿Esa Letty? —Edgar enarca las cejas.

—¿Qué? ¿Te has casado más veces de las que sé? —bromea Marco—. ¿Hay más exesposas secretarias?

—Marco—le advierto.

Marco resopla.

—Sé lo que quieres con ella, pero yo solo quiero sus habilidades. No seas egoísta.

Edgar vuelve a estallar en risas.

—Recuerdo cuando Scarlett y tú estaban juntos. Eran unos tortolos y parecía que no podían estar lejos del otro—enarca una ceja—. ¿La retienes para recuperarla, Sebastián?

No sé cómo responder a eso, pero no quiero dejarla sola.

—Solo quiero ayudarla, no sé cómo dejarla sola después de todo lo que hemos pasado. Necesita el trabajo y es demasiado testaruda para aceptarlo, el puesto de mi secretaria paga mejor.

Edgar se queda pensando un momento y finalmente habla.

—Te conozco bien Sebastian, y a Letty también. Tenerla cerca te dará los resultados contrarios. Lo mejor es dejarla sola, no la lastimes una segunda vez. A veces, las cosas simplemente no funcionan y es mejor seguir adelante.

Marco interviene.

—Bueno, si no la quieres de vuelta, al menos devuélvemela como secretaria. Hay mucha química entre ustedes y seguramente terminarán follando sobre tu escritorio, y para eso no necesitas que trabaje como tu secretaria.

—Ya no tenemos nada en común, somos muy diferentes y siempre lo hemos sido—levanto mi vaso y le doy un sorbo al vodka—. Es por eso que ya no estamos juntos.

Edgar enarca las cejas de nuevo, como si no estuviera de acuerdo.

—Sebastian, el problema aquí es que Scarlett y tú son como el vodka y el jugo de arándanos, dos bebidas diferentes, pero que juntas se complementan perfectamente en sabor. 

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