Letty
Lo sigo hacia el interior de su oficina bonita en colores blanco, beige y gris. Me siento en frente de su escritorio cuando él toma asiento en su butaca. El hombre debe ser menor que yo, se ve muy joven, y, además, demasiado guapo. Me lamento de que sea tan guapo, siempre he sido una tonta con ellos, digamos que no tengo un buen historial con chicos guapos, son de lo peor. Sin embargo, como este chico guapo puede ser mi jefe, decido confiar en su dulce sonrisa amigable y hacer mi mayor esfuerzo por ganarme el empleo.
—Dígame, señorita…
—Letty—lo interrumpo casi frenéticamente, pero sonrío para desviar la atención—. Es mejor así.
Él asiente mirando mi curriculum en papel sobre su escritorio.
—Entonces, Letty Lewis—me mira finalmente—. ¿Por qué te gustaría trabajar en EnerGreen? ¿Por qué en este momento?
Hago lo posible por mirarlo con seguridad al dar mi respuesta.
—Siempre me ha gustado la idea de trabajar en una empresa diferente, que trabaje por un propósito mejor, algo que influya para mejorar el futuro, que sume en vez de restarle a nuestras vidas, que se preocupa por el medio ambiente y que trabaja en proyectos sostenibles. Entonces pensé, ¿qué mejor que EnerGreen? —eso y que no tengo otra opción que quedarme en la calle—. Además, creo que esta es una gran oportunidad para desarrollar mis habilidades y crecer profesionalmente.
—Entiendo. Háblame sobre tu experiencia en el campo administrativo entonces.
—De hecho, le he dedicado los últimos 3 años de mi vida al campo administrativo, específicamente como secretaria de un CEO en una empresa de alimentos—Marco enarcó las cejas, pero no muy sorprendido, claro que debió haber leído mi curriculum—. Durante mi tiempo allí, aprendí a administrar agendas, organizar viajes y realizar tareas administrativas complejas.
Asintió con una sonrisa satisfecha.
—Bien, bien. ¿Puedes darme un ejemplo de un momento en el que tuviste que manejar una situación difícil en el trabajo?
Pienso en uno de los momentos más engorrosos que tuve en mi primer empleo después de la universidad.
—Recuerdo que, en una ocasión, el CEO que yo asistía tenía que presentar un informe importante en una reunión de accionistas, pero justo antes de la reunión, perdió el archivo del informe. Tuve que ayudarlo a recuperar el archivo, imprimirlo y entregárselo en tiempo y forma para la reunión. Afortunadamente, a pesar de la lluvia y que estábamos muy lejos, logramos hacer todo a tiempo y el informe fue bien recibido.
—Eso es impresionante, Letty. Mira que estar bajo la lluvia en tacones, digo, tengo una prima llamada Serena que camina en tacones todo el día, pero no creo que lo haga debajo de la lluvia.
Mi respiración se detuvo por un momento al escuchar ese nombre, pero forcé una sonrisa para continuar.
—Es solo trabajo. Uno hace lo que tiene que hacer.
—Estoy de acuerdo, e impresionado. Por cierto, ¿cómo manejas el trabajo bajo presión?
—Me gusta mantenerme organizada y priorizar las tareas. Siempre trato de establecer un plan de acción y cumplir con los plazos establecidos—si no me quedo dormida mientras lo hago—. Además, creo que es importante comunicarse efectivamente con los demás miembros del equipo para asegurarse de que todos estén en la misma página.
—Entiendo. ¡Wow! —enarcó las cejas de nuevo con sincera impresión—. Bueno, Letty, me parece que tienes un gran potencial y experiencia en el campo administrativo. Tu curriculum es impecable. Me gustaría ofrecerte el puesto para ser mi secretaria, pero debes prometerme que no llegarás media hora tarde a trabajar.
Tuve una mezcla de vergüenza y emoción por igual antes de explotar por la segunda sensación.
—¡Oh, muchísimas gracias, Sr. Williams! ¡No se arrepentirá de haberme contratado! ¡Llegaré muy temprano cada día! ¡Tendré su desayuno antes de que usted llegue!
Marco se echó a reír, y en ese momento contestó una llamada de su teléfono personal.
—Ya terminé con la entrevista—asintió, y casi de inmediato cambió su expresión alegre—. ¿Ahora mismo? Carajo.
Marco me miró y me hizo una mueca de disculpa por la grosería que salió de su boca. Quería decirle que mi hermana es el doble de grosera y que no se preocupe, mis oídos ya no sienten horror al escuchar una grosería por eso mismo.
—Ya salgo—dice antes de colgar la llamada, entonces me mira—. No hay problema en que empieces hoy, ¿no?
Niego enérgicamente.
—Sin objeciones. Estoy lista.
Marco me da otra sonrisa satisfecha mientras se levanta y se coloca el saco negro.
—Entonces vendrás conmigo a una reunión importante junto con el presidente de esta compañía.
—¿El presidente? ¿Ahora?
Marco asiente mientras rodea su escritorio.
—Mañana puedes traer tus cosas, y organizar tu escritorio. Hoy te pondrás al tanto de cómo funcionan algunas cosas—sobre su escritorio hay una Tablet que toma en sus manos—. No suelo salir mucho de aquí, pero días como hoy es importante. Anotarás todo lo necesario en esta Tablet.
Me da la Tablet blanca que sujeto con cuidado y asiento.
—Estoy lista.
—Sígueme.
Marco sale de la oficina y se acerca a un hombre que está de espaldas a nosotros, junto a la recepcionista del piso. La piel se me eriza y juro que mi corazón se detiene por un instante cuando este hombre se gira hacia nosotros al ser alcanzado por Marco.
Casi de inmediato, el hombre en cuestión me mira. Me quedé paralizada, después de ocho años, allí estaba él, mi ex esposo, Sebastian. Era ridículamente hermoso, y aunque traté de evitarlo, mis ojos se posaron en él por un momento demasiado largo. Observé su ahora cabello largo y oscuro, atado en una pequeña coleta, y su barba que también era nueva, lo hacían lucir más maduro que la última vez que lo vi. También tenía canas ahora, algunas que solo lo hacían ver más atractivo. Pero eran sus ojos heterocromáticos, en azul y verde, los que siempre me dejaban sin aliento.
Podía sentir mi corazón latiendo más rápido, mis manos sudorosas y mi estómago revuelto. Pero a pesar de todo, no podía evitar que los recuerdos dolorosos de nuestro último día juntos me golpearan la mente como sus palabras crueles de ese día. Todo ese dolor y tristeza que escondí para seguir adelante con mi vida se hizo presente en ese momento y sentí ganas de llorar.
Traté de mantener la compostura mientras Marco hablaba con él, y entonces me miró, Sebastian me miró. Estaba segura de que él podía ver a través de mí, ver a la chica que había dejado atrás.
Letty —¿Scarlett? —la voz desconcertada de Sebastian casi hace que mis piernas flaqueen, pero me mantuve firme mientras caminó hacia mí. Cuando me alcanzó lucía todavía más desconcertado mientras las dos perlas coloridas de sus ojos me observaban casi con fascinación—. ¿Qué haces aquí Scarlett? Mi cuerpo traicionero reaccionó a su voz llamándome por mi nombre completo. Era el único que siempre me llamó así, el resto del mundo sabía que lo mejor para su salud era decirme Letty, porque Sebastian siempre me dijo que adoraba mi nombre, que no había razón para cortarlo de esa forma. Hice puños mis manos para hacerme daño con las uñas en mis palmas y despertar de nuevo en el presente. Porque Sebastian era parte de mi pasado, ahora éramos dos extraños. Y así debía quedar. —Letty—lo corregí. Miré a Marco que nos alcanzó e ignoré el ceño fruncido de Sebastian a causa de mi respuesta. —¿Conoces a mi nueva secretaria Letty Lewis? —le preguntó Marco deteniéndose a nuestro lado. Sebastian co
Sebastian Mi vida laboral es la misma, y como de costumbre, estoy sentado en mi ridículamente amplia oficina, rodeado de papeles sobre mi escritorio, pero con la mirada perdida en el horizonte de la ciudad que se ilumina lentamente al caer la noche. Las luces destellan en los edificios y el ruido de la ciudad se desvanece a medida que me permito sumergir en mis pensamientos sobre lo que sucedió hoy.Scarlett y su repentina aparición en mi vida han removido algo dentro de mí, despertando emociones que creí haber dejado atrás hace años. En realidad, emociones que creí que solo fueron falsas, solo química de cuerpos, una infatuación que duró demasiado tiempo. Eso creí hasta el día de hoy, cuando la vi y mi universo se descolocó, mi vida perdió sentido, la gravedad fue solo teoría, mis ojos un imán sobre ella y su cuerpo maduro. El tiempo solo la hizo más hermosa, más audaz, logró estudiar una carrera y ser la mejor de su clase, es inteligente, siempre lo fue, nunca lo he dudado. Incluso
Scarlett Cerca de nuestra casa está Bennis, la pizzería que nos salva de cocinar por lo menos dos veces a la semana. Es el lugar más barato y con la pizza más deliciosa, por lo menos para nosotras. El día de pizza era algo sagrado para nosotras, hablábamos de nuestros peores días, nos desahogábamos ese día, ya que nuestros días son atareados, ella en la universidad y yo en el trabajo. Y hoy era ese día, el día de soltarlo todo. El día en que me reencontré con mi exesposo. Quería tirarme del puente Brooklyn, por lo menos ese puente era bonito. Sé que el día de pizza es para desahogarnos, y yo necesitaba desahogarme hoy, pero vacilé en contarle a mi hermana la verdad en el trasfondo de la buena noticia. Ella quiso mucho a Sebastian, creo que le dolió la noticia de mi divorcio tanto como a mí, ella solo tenía 12 años. Pero eso no fue lo peor para Riley, nuestros padres murieron en un accidente de auto un año después, por lo que tuve que encargarme de ella. Cuidar en todo aspecto de mi h
Sebastian Al entrar en mi oficina, me dejo caer en la silla con un suspiro profundo. ¿Cómo se me ocurrió hacer que Scarlett trabaje para mí? Es como si estuviera buscando problemas a propósito. Por un momento, una pizca de remordimiento me atraviesa al darme cuenta de que estoy utilizando mi poder y posición para obligar a ser mi secretaria, si ella aceptó está realmente necesitada. Pero esos pensamientos se desvanecen rápidamente cuando la imagen de Scarlett, con su belleza desbordante, trabajando como secretaria para mi primo Marco o cualquier otro hombre, provoca una mezcla de rabia y celos que no puedo ignorar. Es completamente inaceptable. Lo peor es que no tengo claro lo que siento por ella ahora. Después de todo, han pasado ocho años desde nuestro divorcio. Pensé que habría borrado todo rastro de Scarlett de mi sistema, especialmente de mi corazón. En ese momento, recuerdo las hortensias que ordené para decorar su escritorio. ¿Por qué demonios estoy haciendo eso? Me siento com
ScarlettLloré un poco más cuando otro trueno retumbó, acompañado de la luz cegadora de un rayo. Me quedé congelada bajo el banco en la parada de autobús, agradecida por estar sola en ese momento ya que no habría por qué avergonzarse si nadie me veía de esta forma, aunque también tuve el pensamiento de que quizás esa soledad era mala suerte. Allí estaba, sola en una parada de autobús solitaria, y solo a mí me aterraban tanto los truenos. Era paradójico, el miedo a los truenos era mi tormento, pero también tenía miedo a que alguien pudiera aprovecharse de mi vulnerabilidad en ese estado. Sabía que tenía que moverme, encontrar un refugio más seguro, pero los truenos seguían golpeando mis tímpanos, mi corazón latía desbocado, y me quedé inmovilizada, empapada por la lluvia y por mi propio miedo.Otro sollozo escapó de mí y las lágrimas fluían sin control, como si el cielo hubiera liberado no solo su tormenta eléctrica sobre mí, sino también mi tormenta interna. Me encontré llorando como
Scarlett Salí casi demasiado rápido del apartamento. No había una razón por la que debería mentirle a mi hermana, anoche no pasó nada que no debiera pasar, pero por alguna razón, prefería mantener en secreto todo lo que sucedió, así podría fingir que nada sucedió, y él tampoco tendría que fingir que le intereso y que está preocupado por mí. 40 minutos después, llegué a la empresa. Saludé al guardia de seguridad, y a Sabrina. —Espera, Letty—me llamó Sabrina, haciendo ademan con su mano para que volviera a su escritorio. Hice lo que me pidió. —¿Sucede algo con el presidente? —No. Solo quería invitarte a almorzar. ¿Quieres? Conozco un buen lugar en la otra calle. Es cerca. Sonreí. —Claro. Será divertido. —Llevaré a otra amiga. —Mejor aún. Continué hacia el ascensor y presioné el botón para subir, con los nervios apoderándose de mí. Mientras me acercaba a mi piso de trabajo, la valentía que obtuve para decidir actuar como si nada hubiera ocurrido, vaciló. Y cuando las puertas de
Scarlett —¡Cómo lo odio! —grité cuando estuve dentro del cubículo—. ¡Te odio, Sebastian Campbell! Luego de decirle a una de las mujeres que limpia, que en el piso 30 la necesitan en la oficina del presidente, fui al único baño que no era muy concurrido por los trabajadores, el de la recepción. Me dejé caer sobre la tapa del inodoro y solté todas las maldiciones que he escuchado de la boca de mi hermana menor. ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Qué le hice para que volviera a mi vida e intentara tomar el control de ella? ¡No es justo! Apenas si estaba comenzando a sentirme mejor después de divorciarnos. Solo a mí me podía admitir que 8 años no habían sido ni cerca de suficiente para dejar de sentir algo por Sebastian. Sin embargo, eso se iba a quedar en mi cabeza por el resto de mi vida. —¿Está todo bien? —preguntó una persona. Sabrina—. ¿Letty, eres tú? —Sí—a estas alturas, después de haber gritado tanto, no podía mentir—. Saldré en un momento. Cuando salí, Sabrina estaba ahí, esperándom
SebastianEsperaba que Scarlett pasara todo el camino hacia la casa de mis padres, quejándose o intentando convencerme de que era una mala idea que mi familia la volviera a ver a mi lado, pero en vez de todo eso, ella está sentada a mi lado, mirando por la ventana, en silencio absoluto. Y sé que ella está pensando muchas cosas, es la única forma en que Scarlett tenga tiempo de pensar, ya que todo el tiempo, de seguro está odiándome. Yo diría que actúa como si me odiara, porque incluso en este momento, mientras conduzco hacia la casa de mis padres en Greenwich Village, Scarlett está nerviosa, lo percibo en el tic nervioso de sus piernas, y en cómo, a pesar de que tiene puesto el cinturón, se aferra con sus manos al asiento.Si tuviera que darle la razón en algo a Scarlett, sería que sí, no debería dejar que mi familia la vea ahora conmigo, ella todavía está en contra de nuestra reconciliación, y la familia de mi mamá, al ser latinos, son un poco extrovertidos, bueno, demasiado extrover