3. La entrevista

Letty

Lo sigo hacia el interior de su oficina bonita en colores blanco, beige y gris. Me siento en frente de su escritorio cuando él toma asiento en su butaca. El hombre debe ser menor que yo, se ve muy joven, y, además, demasiado guapo. Me lamento de que sea tan guapo, siempre he sido una tonta con ellos, digamos que no tengo un buen historial con chicos guapos, son de lo peor. Sin embargo, como este chico guapo puede ser mi jefe, decido confiar en su dulce sonrisa amigable y hacer mi mayor esfuerzo por ganarme el empleo.

—Dígame, señorita…

—Letty—lo interrumpo casi frenéticamente, pero sonrío para desviar la atención—. Es mejor así.

Él asiente mirando mi curriculum en papel sobre su escritorio.

—Entonces, Letty Lewis—me mira finalmente—. ¿Por qué te gustaría trabajar en EnerGreen? ¿Por qué en este momento?

Hago lo posible por mirarlo con seguridad al dar mi respuesta.

—Siempre me ha gustado la idea de trabajar en una empresa diferente, que trabaje por un propósito mejor, algo que influya para mejorar el futuro, que sume en vez de restarle a nuestras vidas, que se preocupa por el medio ambiente y que trabaja en proyectos sostenibles. Entonces pensé, ¿qué mejor que EnerGreen? —eso y que no tengo otra opción que quedarme en la calle—. Además, creo que esta es una gran oportunidad para desarrollar mis habilidades y crecer profesionalmente.

—Entiendo. Háblame sobre tu experiencia en el campo administrativo entonces.

—De hecho, le he dedicado los últimos 3 años de mi vida al campo administrativo, específicamente como secretaria de un CEO en una empresa de alimentos—Marco enarcó las cejas, pero no muy sorprendido, claro que debió haber leído mi curriculum—. Durante mi tiempo allí, aprendí a administrar agendas, organizar viajes y realizar tareas administrativas complejas.

Asintió con una sonrisa satisfecha.

—Bien, bien. ¿Puedes darme un ejemplo de un momento en el que tuviste que manejar una situación difícil en el trabajo?

Pienso en uno de los momentos más engorrosos que tuve en mi primer empleo después de la universidad.

—Recuerdo que, en una ocasión, el CEO que yo asistía tenía que presentar un informe importante en una reunión de accionistas, pero justo antes de la reunión, perdió el archivo del informe. Tuve que ayudarlo a recuperar el archivo, imprimirlo y entregárselo en tiempo y forma para la reunión. Afortunadamente, a pesar de la lluvia y que estábamos muy lejos, logramos hacer todo a tiempo y el informe fue bien recibido.

—Eso es impresionante, Letty. Mira que estar bajo la lluvia en tacones, digo, tengo una prima llamada Serena que camina en tacones todo el día, pero no creo que lo haga debajo de la lluvia.

Mi respiración se detuvo por un momento al escuchar ese nombre, pero forcé una sonrisa para continuar.

—Es solo trabajo. Uno hace lo que tiene que hacer.

 —Estoy de acuerdo, e impresionado. Por cierto, ¿cómo manejas el trabajo bajo presión?

—Me gusta mantenerme organizada y priorizar las tareas. Siempre trato de establecer un plan de acción y cumplir con los plazos establecidos—si no me quedo dormida mientras lo hago—. Además, creo que es importante comunicarse efectivamente con los demás miembros del equipo para asegurarse de que todos estén en la misma página.

—Entiendo. ¡Wow! —enarcó las cejas de nuevo con sincera impresión—. Bueno, Letty, me parece que tienes un gran potencial y experiencia en el campo administrativo. Tu curriculum es impecable. Me gustaría ofrecerte el puesto para ser mi secretaria, pero debes prometerme que no llegarás media hora tarde a trabajar.

Tuve una mezcla de vergüenza y emoción por igual antes de explotar por la segunda sensación.

—¡Oh, muchísimas gracias, Sr. Williams! ¡No se arrepentirá de haberme contratado! ¡Llegaré muy temprano cada día! ¡Tendré su desayuno antes de que usted llegue!

Marco se echó a reír, y en ese momento contestó una llamada de su teléfono personal.

—Ya terminé con la entrevista—asintió, y casi de inmediato cambió su expresión alegre—. ¿Ahora mismo? Carajo.

Marco me miró y me hizo una mueca de disculpa por la grosería que salió de su boca. Quería decirle que mi hermana es el doble de grosera y que no se preocupe, mis oídos ya no sienten horror al escuchar una grosería por eso mismo.

—Ya salgo—dice antes de colgar la llamada, entonces me mira—. No hay problema en que empieces hoy, ¿no?

Niego enérgicamente.

—Sin objeciones. Estoy lista.

Marco me da otra sonrisa satisfecha mientras se levanta y se coloca el saco negro.

—Entonces vendrás conmigo a una reunión importante junto con el presidente de esta compañía.

—¿El presidente? ¿Ahora?

Marco asiente mientras rodea su escritorio.

—Mañana puedes traer tus cosas, y organizar tu escritorio. Hoy te pondrás al tanto de cómo funcionan algunas cosas—sobre su escritorio hay una Tablet que toma en sus manos—. No suelo salir mucho de aquí, pero días como hoy es importante. Anotarás todo lo necesario en esta Tablet.

Me da la Tablet blanca que sujeto con cuidado y asiento.

—Estoy lista.

—Sígueme.

Marco sale de la oficina y se acerca a un hombre que está de espaldas a nosotros, junto a la recepcionista del piso. La piel se me eriza y juro que mi corazón se detiene por un instante cuando este hombre se gira hacia nosotros al ser alcanzado por Marco.

Casi de inmediato, el hombre en cuestión me mira. Me quedé paralizada, después de ocho años, allí estaba él, mi ex esposo, Sebastian. Era ridículamente hermoso, y aunque traté de evitarlo, mis ojos se posaron en él por un momento demasiado largo. Observé su ahora cabello largo y oscuro, atado en una pequeña coleta, y su barba que también era nueva, lo hacían lucir más maduro que la última vez que lo vi. También tenía canas ahora, algunas que solo lo hacían ver más atractivo. Pero eran sus ojos heterocromáticos, en azul y verde, los que siempre me dejaban sin aliento.

Podía sentir mi corazón latiendo más rápido, mis manos sudorosas y mi estómago revuelto. Pero a pesar de todo, no podía evitar que los recuerdos dolorosos de nuestro último día juntos me golpearan la mente como sus palabras crueles de ese día. Todo ese dolor y tristeza que escondí para seguir adelante con mi vida se hizo presente en ese momento y sentí ganas de llorar.

Traté de mantener la compostura mientras Marco hablaba con él, y entonces me miró, Sebastian me miró. Estaba segura de que él podía ver a través de mí, ver a la chica que había dejado atrás.

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