Dulce camino deprisa por los pasillos de la universidad, hasta que pudo divisar como Neri y su nueva amiga Lucero se subían al Chevrolet Camaro ZL1 convertible negro noche que poseía el ruso, se vio en un pequeño dilema, ya que ella viajaba con Hades o alguno de sus primos, mientras se decidía porque automóvil adquirir, no le había dado mayor importancia al tema, pero ahora se arrepentía, pero, aun así, tomo coraje.
— ¡Lucero! — grito a todo pulmón, sin importarle mucho lo que pensaran las personas que se encontraban yendo y viniendo por todo el lugar.
Pudo ver como su amiga quedaba de pie al lado del vehículo y parecía que estaba discutiendo con el ruso, por lo que se apresuró a llegar con ella.
— Disculpa, disculpen los dos. — dijo casi sin aire, apoyando sus manos en las rodillas.
— ¿De qué hablas? — pregunto confundida Lucero.
— Lo de la cafetería, me siento culpable y avergonzada por lo que dijo mi prima y hermano, no sé porque defendieron a esa tipa. — explico haciendo una mueca cómica con su rostro y Neri se dio cuenta que ella no era como los demás.
— No te preocupes, no tenían porqué defenderme. — respondió Lucero mientras sonreía, su amiga cada vez le agradaba más.
— Bien, si estamos en paz, ¿puedo ir con ustedes? — Neri clavo sus ojos azules en Lucero mientras negaba con la cabeza, Dulce se dio cuenta.
— Que malo eres ruso, no los pienso molestar, es más veré a otro lado cuando se besen. — Neizan no pudo evitar reír, por las ocurrencias de la niña, aunque era de esperar que todos creyeran que tenían algo, ya que Neizan siempre estaba solo.
¿Quién era Dulce Ángel? El orgullo más grande de su padre y su mayor decepción, a quien amaba incondicionalmente, pero evitaba verla a como diera lugar, la joven que trataba a sus tíos como padres y a sus padres como tíos. Dulce Ángel tenía un alma aún más pura que su tía Candy, la verdadera bondad personificada, jamás se enojaba, jamás quiso tocar un arma y menos aprender a luchar, en cambio, era cariñosa, tierna, cada vez que la joven abrazaba a su padre en un acto de amor, Matt temblaba, el ángel de la muerte temía a si sea tocar a su hija, creía que podría manchas su esencia tan pura con toda la sangre que había en sus manos.
Dulce Ángel era la mejor y única amiga que tenía Zafiro, más que primas eran hermanas, con una diferencia de un año, Zafiro que era mayor actuaba como guarda espaldas de su prima, jamás dejo que nadie la moleste o lastime, parecía ser la sucesora de Candy, Dulce obligaba a que la quisieran, mientras su hermano y su prima tenían una actitud desafiante y peligrosa así como Eros era calma pura, Dulce era amor, muchos creían que lo que los niños habían pasado cuando tenían 7, 6 y 5 años los había cambiado de por vida.
Cuando esos hombres que estaban tras el ángel de la muerte y su sucesor, quien en ese momento no era otro que Matt y Hades los encontraron en el bosque muchas cosas pasaron hasta que Candy llego a rescatarlos, Eros coloco a Dulce tras de él, si alguien seria herido o resultaba muerto seria él, no su prima quien temblaba y se aferraba a su espalda, era su deber, es la esencia de Eros, proteger a quienes quiere, mientras Hades y Zafiro estaban uno al lado del otro, tomados de la mano, como si no le temieran ni a la misma muerte.
Cuando los asesinos dieron con ellos, tanto Hades como Zafiro lucharon, siendo apenas dos pequeños, mientras Eros ocultaba aún más a Dulce dentro de un tronco y salía a hacer lo mismo que había hecho su madre, despistar a los hombres, llevarlos lejos de donde se encontraba su prima, pero todo fue inútil y cuando tenían sometidos a los tres niños, Dulce salió, con su rostro cubierto en lágrimas.
— Por favor, no los golpeen más, por favor, yo me iré con ustedes.
Era la más pequeña, la más buena, la más obediente y ese día demostró ser la más valiente, porque sabía que si se iba con esos hombres moriría. Por suerte de todos Candy los encontró y mato a cada uno de esos hombres, aun así, Dulce jamás tomo las clases de auto defensa que su padre y tíos querían.
— Sube Ángel, aunque sé que me arrepentiré. — termino diciendo Neri, y es que él y Hades eran enemigos jurados.
— Dulce, mi nombre es Dulce. — dijo mientras subía junto con Lucero.
— Bien Dulce, mi nombre es Neri, pero eso ya lo sabes ¿verdad? — dijo mientras la miraba por el espejo retrovisor, estaba seguro de que su hermano le había hablado de él, y lo más probable que no fuera nada bueno.
— Como no saberlo si mi prima está enamorada de ti. — Lucero no pudo evitar carcajearse al ver el rostro rojo de Neizan y al ruso su respuesta lo tomo con la guardia baja.
— Pero eso tú ya lo sabes. — dijo de forma acusadora la pelinegra, los ojos azules de Neri lo delataban.
— Tu prima no me interesa en lo más mínimo. — mentía y ambas se dieron cuenta, lo que no entendían era por qué.
No tardaron mucho en llegar al bar que estaba en los límites del pequeño bosque que se encontraba en la ciudad, Dulce se sentía en otra dimensión, Hades y Zafiro eran sumamente protectores con ella, por lo que en pocas ocasiones había podido disfrutar de ir a un lugar como ese, aun mejor se veía peligroso, las personas en su interior estaban bebiendo a pesar de ser aun temprano.
— Lucerito de mis ojos, hasta que te presentas o eres un espejis…— Tiago quedo mudo al momento que vio el bello rostro de Dulce, sus ojos parecían dos manantiales, su piel de un color crema exquisito y su larga cabellera negra como la noche enmarcaba su rostro, dando la sensación de estar ante una ilusión, una bella ilusión.
— Bienvenida blanca Nieves. — dijo de forma coqueta olvidándose por completo de molestar a Lucero o saludar a Neri.
— ¿Acaso es la cabaña de los 7 enanitos? — rebatió mostrando una sonrisa coqueta y siguiendo el juego del moreno.
— No princesa, acabas de llegar a tu castillo y aquí está tu rey esperando por ti. — Dulce no sabía cómo contestar a semejante cosa y sus nuevos amigos no tardaron en reír.
— No lo tomes en serio, ven deja que te presente a este loco. — dijo Lucero tomando la mano de la joven.
— Dulce, Tiago, Tiago te presentó a una nueva integrante de los marginados. – y en el momento que la joven Bach dijo aquello Tiago la observo con un poco de pena.
— Te dije que si te unías a Neri te quedarías sola. – dijo con burla el moreno.
— Eso lo conseguí yo misma, ya todos saben que soy la niña Bach. — dijo haciendo un mohín con su rostro, como si su apellido pesara un mundo en sus hombros
— Mmm, entiendo, en ese caso más que marginados somos los intocables. — respondió de forma divertida mostrando su blanca sonrisa y asiendo suspirar a Dulce.
— ¿Intocables? — pregunto Neri sumándose a la locura de sus ahora tres amigos.
— Tu eres el vidente, nadie en sus cinco sentidos te tocaría, la lady a tu lado es la princesa Bach, por favor nadie la mirara ni para intimidarla, yo obviamente soy el peor y más temido de todos, llevo este lugar sin problema y me deshago de cualquier busca pleito y blanca nieves... — Tiago miro los ojos celestes de Dulce y esta le sonrió con amabilidad y divertida por sus ocurrencias.
— A ella no la molestara nadie, a no ser que quieran morir. — Neri llevo su mano a la frente llamando la atención de su amigo.
— Acabó de ver que te meterás en un lio muy grande. — Neri quiso decirle en aquel momento cual era el apellido de Dulce, pero cuando vio como ambos jóvenes se sonreían, prefirió guardar silencio, aun sabiendo que se arrepentiría luego.
Esa tarde no solo la pasaron de maravilla olvidando el pequeño inconveniente de la cafetería, también se sorprendieron del rumbo que habían tomado las cosas entre Dulce y Tiago, quienes comenzaron a conocerse a través de bromas y de un momento a otro estaban matándose a besos.
Al anochecer se retiraron para descansar, aunque a Tiago aún le quedaba mucho trabajo por hacer en el bar, después de todo ser el dueño tiene sus costos, Neri llevo a Dulce hasta el edificio donde se alojaba y descubrieron que no era nada llamativo a comparación del de ellos, pero claro a diferencia del de ellos, los Zabet Ángel no necesitaban ningún tipo de vigilancia adicional, ellos eran asesinos en potencia, lo llevaban en la sangre, todos los sabían y es por eso que los respetaban y lo que provocaba que muchas personas quieran estar a su lado, solo para sacar algún tipo de provecho de su amistad, ser rico y poderoso tenía su precio a pagar y ese era no confiar en nadie.
Continuaron su camino hasta el edificio donde vivían, mientras que Lucero bajo del vehículo, Neri quiso hacer lo mismo, pero de pronto se vio en el suelo, con un Hades furioso sobre su espalda doblando su mano y dejando el rostro blanco del ruso recibir el frio de la acera.
— ¿Dónde está mi hermanita Neizan? — siseo mientras su sangre hervía.
— ¿Qué rayos te pasa? Déjalo. — grito Lucero llegando a su lado y empujando al pelinegro, para así liberar a Neri.
— ¿Estás bien? — dijo con preocupación la castaña.
— No te preocupes princesa. — respondió a la joven, pero sus ojos atravesaron a Hades.
— Dejamos a Dulce en su edificio. — casi grito la joven Bach con cierto desprecio al pelinegro y Hades se arrepintió de actuar así en su presencia, realmente le gustaba la joven.
— Lo lamento, creí que estaba en problemas. — trato de justificarse y antes que el ruso dijera algo la joven volvió a hablar.
— No, temiste que Neri le hiciera algo, no necesitas mentir, no sé qué problema tengas con mi amigo Ángel, pero te diré algo, ni él ni yo lastimaríamos a nuestra amiga y Dulce es eso, nuestra amiga, y te advirtió deja de molestarnos, serás el hijo del ángel de la muerte, pero yo soy una Bach, no quieras conocerme enojada.
Neizan jamás había sido defendido por nadie, menos por una mujer, se sintió raro, pero bien, ella era una amiga fiel, mientras Hades quería darse golpes por ser tan estúpido, su plan de conquista había terminado antes de comenzar.
Al llegar cada uno se fue a su hogar, grande fue la sorpresa de Lucero cuando al entrar a su dormitorio encontró a Zafiro sentada en el centro de la cama con las piernas cruzada, en su mirada una advertencia y una promesa.
— Tú y yo hablaremos. — dijo en un susurro tenebroso la rubia con rostro de asesina.
¿Quién es Zafiro Zabet? La primer princesa del imperio de joyas Zabet, la sobrina del Ángel de la muerte, la princesa de su padre Amir, la alegría de su madre Candy, desde que nació se crio con su hermano y primos, Dulce y Hades, una niña normal se podría decir, siempre se la podía encontrar en la cocina de la mansión, corriendo alrededor de Rosa, la cocinera que estaba casada con Miguel el chofer de la familia, si, Rosa era una gran amiga para Zafiro, cuando se enteró que estaba embarazada de una niña ayudo a sus padre a elegir un nombre para ella.— Losita, ese es un elmoso nomble. — dijo la pequeña rubia de 4 años, que estaba sentada en medio de Miguel y Rosa.— ¿Rosita? — quiso estar seguro Miguel, sabía que la niña cambiaba la R por la L.— Si, si Losita, polque su mamy se llama losa y va a tenel una losita.Fue ella quien eligió el nombre de la niña, la esperaba con una gran emoción al igual que Dulce quien tenía 3 años, esa bebé sería una amiga más, pensó, pero su corazón se de
Dulce no podía dormir, solamente miraba el techo y en el veía reflejado el rostro de Tiago, su piel bronceada contrastaba de buena manera cuando se tomaron de las manos, eran como el día y la anoche, pero no solo su piel, Dulce era buena pero no tonta, sabía que aquel joven escondía algo, un brillo peculiar en sus ojos mieles le advertía que era peligroso, pero aun así cayo rápido bajo los embrujos de la sonrisa y voz del joven, aun ahora se encontraba tocando sus labios un poco hinchados por ser besados con tanto desenfreno y pensando en él, solo en él, Tiago Anderson había capturado el corazón de la más inocente de los Ángel.La luz entro por la ventana y el primer pensamiento de la joven al despertar fue Tiago Anderson, se sentía estúpida y más niña que nunca, gracias a sus primos y hermano nadie jamás se había atrevido así se a
Cuando los cinco jóvenes ingresaron en la cafetería, llamaron la atención de más de uno de los que allí se encontraban, mientras que a su espalda el chisme de última hora se expandía, Neri había increpado a Max y un morenazo casi golpea a Ian, pero nadie entendía o se preocupaba en saber qué era lo que había provocado aquellas acciones, después de todo si Neizan estaba involucrado de seguro era su culpa, un mafioso no era bien visto en la alta sociedad, sin importar que más de uno de los padres de los que cursaban sus estudios en aquella prestigiosa universidad pidieran los favores de dicha familia, la hipocresía y la doble moral era algo fácil de encontrar entre las personasque poseían poder y riquezas.Tiago estaba perdido en su mente como lo estuvo desde el día anterior, y la culpable de todo eso era Dulce, esa pequeña joven de piel p&aa
Dulce corrió los pocos metros que la separaban de la pelea que protagonizaban su hermano y el hombre que le había dado su primer beso y que había puesto de cabeza su mundo. Era consciente que no podría hacer mucho, ella a diferencia de su hermano y primos solo sabia unas técnicas de defensa personal, siempre confió conque su familia pudiera defenderla y protegerla, pero ahora se arrepentía, ¿Qué podría hacer para detener todo aquello? Fue así como sin pensar demasiado se interpuso entre ambos, quedando de frente a Tiago y de espaldas a su hermano.Muchas veces había escuchado a su padre y madre decirles que jamás le dieran la espalda a un enemigo, nunca debían subestimar a su oponente, y en esta situación el enemigo era Tiago, por lo que se plantó frente a él sin tener muy claro que haría, lo que nunca ima
Los días pasaron, los primeros en llegar a la prestigiosa universidad fueron los primos Zabet Ángel, a la vista de todos, ellos eran las víctimas de alguna jugarreta del mafioso Neizan, por lo que fueron recibidos como héroes, Dulce estaba ansiosa, dando miradas furtivas a su alrededor, no había podido comunicarse con Lucero en todo ese tiempo, no entendía que le había pasado a la joven Bach, pero no tocaría el tema frente a su familia, ya que para todos Lucero y Neri eran el bando problemático de toda la ecuación, inclusive para Zafiro, aunque esta última prefería mantener la distancia de la Bach por no encontrarse con Neri, parecía infantil, pero así lo había decidido.Casi era hora de entrar cuando unos silbidos llamaron la atención de Eros y Dulce que eran los que más cerca del estacionamiento se encontraban, sus ojos fueron a un Lamborghini
Los días pasaron y Lucero no comprendía porque Neri no quería contactar con Tiago, al ruso se lo veía mal, por lo que, decidida en ayudar a su amigo, la princesa Bach partió al bar del moreno.— ¿A dónde vas? — la voz de Dulce la detuvo justo antes de subir a su automóvil.— Casi me matas de un susto, ¿Por qué no hacen ruido cuando caminan? — se quejó la castaña y Dulce sonrió.— Porque soy un Ángel. — respondió con picardía.— ¿Cómo interpreto eso? — rebatió con cara de confusión.— Como quieras, dime ¿a dónde ibas?— Vamos querrás decir, iremos a ver a Tiago. — un sudor frio corrió por la espalda de la pelinegra.— ¿A qué? O ¿para
Tiago se separó de Dulce al momento que vio a Eros ingresar a su bar, maldijo por lo bajo, realmente había extrañado los labios rellenos de la joven, le sabían a gloria, con un leve gesto de cabeza le hizo ver a la pelinegra porque ese alejaba, mientras la joven arrugaba el entre cejo.— Mierda, no creo que Eros venga en plan de pelea. — dijo no muy segura de sus propias palabras y al girar a ver a Tiago lo encontró sacando un bate de beisbol de debajo de la barra mientras mostraba una gran sonrisa.— Blanca nieves, te presento a Sofy. — dijo el moreno mostrando una siniestra sonrisa surcando su rostro.— Es una lástima. — respondió con un suspiro pesado la joven mientras veía el hermoso color de piel de Tiago.— ¿Qué cosa?— Me gustas… demasiado para mi propio bien, es una l&aac
— Pero que hermosa pareja. – la voz de Zafiro podría cortar el cuello de Lucero, así lo sintió la joven Bach.— Hola chicos. — respondió la joven castaña sin levantar el rostro, de pronto sus manos se habían convertido en lo más interesante para ver.— Veo que ya no ocultan lo suyo. — Eros sonaba molesto y Dulce se dedicó a sonreír, de forma amistosa.— A decir verdad, apenas y comenzamos a salir, ¿verdad cariño? — Lucero vio el rostro del ruso como si estuviera loco.— Claro mi vida. — no pudo evitar responderle de forma sarcástica.— Bueno, todo es muy hermoso, el amor está en el aire, pero ahora tenemos clases, nos vemos en el almuerzo chicos, ruso te robo a tu novia. — Dulce sabía muy bien que el brillo asesino en los ojos de Zafiro estaba dirigidos a su amiga, pe