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Capítulo cuarenta y cuatro
Candela empezó a respirar con fuerza, se hiperventilaba, pero no porqué estuviera en pleno ataque de ansiedad, más bien quería aparentarlo.

— Si le da una crisis de ansiedad — dijo Freiré con frialdad —, no voy a avisar a una ambulancia.

— Simplemente saldremos, nos fumamos un cigarrillo y volveremos en media hora — miró el reloj — lo suficiente para que finalice el teatro.

— ¿Quieres hacer una declaración ahora? — Freire sigue observándola con aire frío, como una coraza sin vida.

— No pienso hablar — cruzó las manos y se quedó paralizada en la silla. Los labios le temblaban, al igual que su pulso. Observaba las baldosas del suelo mientras se decía a sí misma que ella era la lista, simplemente había que darle la vuelta a la situación; encontraría la manera.

— No hace falta que diga nada — Berto se levantó de su asiento —, está detenida.

Dos agentes entraron con unas esposas, Candela se puso en pie respirando con profundidad intentando ahogar las lágrimas, su mandíbula temblaba tanto qu
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