El hombre comenzó a subir las escaleras, Zeynep no pudo evitar admirar su porte imponente. Era joven y de una belleza casi salvaje.
Su cabello y ojos negros como la noche contrastaban con la incipiente barba que le daba un aire de rudeza.
Su complexión atlética, producto de una evidente dedicación al ejercicio, su apariencia intimidaba.
Era considerablemente más alto que ella, superando sin duda el metro noventa. Zeynep, por su parte, era bajita, de apenas un metro sesenta.
Su rostro, era pequeño, de proporciones delicadas, estaba enmarcado por un espeso flequillo que resaltaba sus ojos color avellana.
Su largo cabello castaño llegaba abajo de su cintura, y su cuerpo bien proporcionado, era fruto de horas interminables en el gimnasio.
Zeynep se maldijo internamente por haberse fijado en el físico de aquel hombre.
Subieron al tercer piso, donde una sala central separaba dos enormes terrazas. Los coloridos tapetes que adornaban el suelo le recordaban la riqueza y el lujo de la familia.
Al llegar a la habitación, ella entró detrás de él. El hombre cerró la puerta con un gesto decidido.
La decoración la dejó atónita. Corazones de pétalos rojos adornaban el piso y las paredes, creando una atmósfera cargada de sensualidad. No sabía que esa gente, tan tradicional y conservadora, tuviera un lado romántico.
—Ahora que estamos a solas, quiero dejar las cosas claras — espetó él con voz gélida —no fue mi deseo casarme, y menos aún con una norteamericana. Si esperas que te toque esta noche, estás soñando. No me gustas ni un poco, en el mejor de los casos.
Su mirada fulminante la recorrió de arriba abajo, impregnándola con un escalofrío de repulsa.
Ella le devolvió la mirada con igual intensidad, sin amedrentarse —el sentimiento es mutuo —replicó con sarcasmo —me han engañado. Lo que menos deseo es estar casada con un bárbaro de esta tribu.
Un rugido gutural escapó de la garganta de él. —¡Tribu a la que desde ahora perteneces y debes respetar!
Ella soltó una carcajada amarga. —¿Pides respeto? No puedo respetar a quienes prácticamente me han secuestrado.
—Te he permitido que me hables de esta manera porque no conoces las reglas, desde mañana no podrás hacerlo, o te llevaré ante el consejo para que te corten la lengua.
El hombre sonrió divertido cuando ella se cubrió con las dos manos la boca, su expresión a ella le pareció siniestra.
—Dormirás aquí sola estos tres días, dormiré en la habitación de al lado.
—Me parece perfecto.
—Después tendremos que dormir juntos —espetó él con desdén—. Viviremos aquí con mis padres. No quiero que piensen que no soy capaz de dormir con una mujer.
Un escalofrío recorrió la piel de ella. La casa a la que había llegado primero, esa mansión opulenta, pertenecía a su hermano. Él, el futuro jefe del clan, se haría cargo de sus padres.
—Espero que no tengas ninguna objeción —añadió él con una mirada glacial.
Las palabras brotaron de ella con un torrente de emociones.
—Déjame ir. Divorciémonos. Ni tú ni yo estamos bien con este matrimonio. Déjame regresar a Estados Unidos. Tengo novio desde hace años. Deseo casarme con él.
Un silencio tenso se adueñó del espacio. La ira pugnaba por salir a la luz en su mirada, pero un velo de tristeza la contenía.
—Si pudiera, te diría que te fueras ahora mismo con tal de no verte —susurró él con amargura.
—¿Y entonces? —preguntó Zeynep con un hilo de voz, la angustia oprimiendo su pecho.
—No puedo hacerlo —respondió él con firmeza—. Sería indigno de ser el jefe de la tribu. Además, a ti te buscarían por todo el mundo si fuera necesario para matarte. La tribu no perdona errores.
Las palabras de él golpearon su mente como un martillo. La realidad la abofeteó, cruda y despiadada. Se quedó estupefacta, sin poder creer que su destino estuviera sellado de esa manera.
Él se acercó a la cama, sacando una navaja del bolsillo de su pantalón. Con un movimiento rápido, se cortó la mano, dejando que unas gotas de sangre carmesí cayeran sobre la blanca sábana.
—Esto es tu honra y la de mi tribu —dijo con solemnidad.
Luego, salió de la habitación y Zeynep lo vio extender la sábana en un lugar visible desde la calle.
La ira y la impotencia la consumían. No podía creer que en pleno siglo XXI, todavía existieran personas que vivían bajo tales costumbres, tan primitivas, tan salvajes. ¿Cómo era posible que expusieran la honra de una mujer de esa manera?
Él volvió a irrumpir en la habitación. Sus ojos se encontraron por un breve instante, cargados de una mezcla de desconfianza y resignación.
—Sé que te llamas Zeynep —dijo con voz áspera—. Yo me llamo Kerem. Cualquier cosa que necesites, evita molestarme lo menos posible. Habrá una chica para atenderte en todo momento. Está de más decirte que debes respetar a mis padres. Si les faltas al respeto a ellos, me lo faltas a mí. Así que ya sabes.
Sin dar lugar a preguntas, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Zeynep con un nudo en la garganta.
La chica se sentó en la cama, las lágrimas brotaban de sus ojos sin control. Lloró hasta que el sueño la venció, un escape momentáneo de la dura realidad que la rodeaba.
Al despertar a la mañana siguiente, un golpe en la puerta la sobresaltó. Al abrirla, se encontró con una joven de rostro dulce y mirada amable.
Llevaba una bandeja con alimentos y bebidas, a Zeynep le pareció un pequeño gesto de amabilidad en medio de la hostilidad.
—Buenos días, señora —dijo la joven con una sonrisa tímida—. Me llamo Ayşe. Soy la encargada de atenderle durante su estancia aquí. Si necesita algo, no dude en llamarme.
—Muchas gracias, pero llévatelo, no tengo hambre.
—Pero señora…
—Por favor llévatelo, solo déjame agua.
—Está bien, pero el señor me reñirá por esto.
Con una cara de tristeza se alejó de ahí, Zeynep no pensaba comer, prefería morir de hambre antes de aceptar su triste destino.
Por la tarde la chica subió con otra bandeja, ella la rechazó de nuevo, más tarde escuchó que la puerta se abría.
—Vas a dejar de dar problemas y comerás, o créeme que vendré y te daré la comida yo mismo y no te va a gustar, te lo aseguro.
—Eres un maldito loco.
—Fíjate bien en lo que dices, podrías ser azotada en la plaza pública por menos que eso.
La chica no sabía si Kerem hablaba en serio o lo decía solo para asustarla, quería escapar, pero no sabía cómo hacerlo, las cosas no irían muy bien si llegaban a atraparla, además no sabía donde estaba Sarah.
—¿Podría ver a mi amiga? —preguntó casi en súplica.
Él se quedó callado un momento, después se acercó y se le quedó viendo fijamente a los ojos, ella se sintió muy pequeña ante la profunda mirada, además de que lo tenía que ver hacia arriba porque era realmente alto.
—Después de estos tres días, si te portas bien lo pensaré, tal vez en unos días permita que la veas.
—¿Le permitirán regresar a Estados Unidos? Ella no tiene nada que ver en esto.
Aquello era su única esperanza, que dejaran libre a Sarah y ella buscara ayuda en su país.
—Tal vez le permitamos irse, pero antes tendrá que firmar un acuerdo donde no podrá revelar nada de lo que aquí ha ocurrido, si lo rompe, eso la condenaría irremediablemente a muerte.
Su última esperanza se desmoronó en ese momento, ¿Es que acaso había algo en lo que no pensaran con tal de salirse con la suya?
Esa noche era su tercera noche ahí, ya estaba dormida cuando sintió de pronto que la cama se hundía a su lado, era de madrugada y la habitación estaba muy oscura, se levantó de inmediato, asustada, encendió la luz.
Kerem estaba acostado su lado, la recorrió de arriba a abajo con la mirada, ella recordó que estaba vestida con un camisón muy corto, tomó la esquina de la manta y se cubrió con ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó desconfiada, mientras se aferraba fuertemente a la manta.
—Mañana llegan mis padres, desde ahora dormiremos juntos, ya te lo había dicho.
Ella recordó que ya era el tercer día como le había dicho anteriormente.
—Lo siento por ti, no hay algún sillón para que duermas, así que tendrás que dormir en el piso —dijo decidida.
—Ja, ja, ja, en tus sueños, en unos días seré el jefe del clan y de todos los clanes del territorio, jamás dormiría en el suelo.
—Prepotente.
Zeynep tomó dos mantas del armario, después su almohada, enseguida arregló un lugar sobre la alfombra para dormir.
—Ves qué sencillo era, así no tendrás que dormir a mi lado, en realidad no me molesta, me es completamente indiferente, así que si decides que el piso es muy incómodo para ti, puedes volver a la cama.
Ella no contestó, molesta, tomó la manta y se cubrió de pies a cabeza, por la mañana despertó con un terrible dolor de espalda, él se dio cuenta, se le quedó mirando y sonrió con desprecio, esa chica de ciudad creía que lo merecía todo.
Su familia tenía algunas grandes empresas en Estambul, en ocasiones iba para ver que sus primos llevarán los negocios correctamente, el día de la boda había regresado de la gran ciudad.
Fue cuando vio a una hermosa chica que había parado un taxi, él iba tarde a su boda, así que olvidándose de la caballerosidad subió al vehículo, la chica lo reto molesta, fue cuando volteó a verla fijamente, se encontró con unos ojos color avellana muy bonitos, no creyó que fuera tan malcriada, ahora lo sabía.
—En el armario encontrarás la ropa que debes vestir de ahora en adelante, mi madre la eligió personalmente, debes apurarte, desayunaremos con ellos, desde ahora deberás mostrarles respeto, también deberás cubrir tu cabello, te han dejado varios pañuelos para hacerlo, espero pronto te acostumbres a tu nueva vida.
Zeynep levantó una ceja con disgusto al escucharlo, ¿Acostumbrarse? Eso nunca lo haría.
Kerem salió de la habitación con el ceño fruncido. Se dirigió a la entrada de la casa para recibir a sus padres, imaginando que la amiga de Zeynep los acompañaría. Sabía que sus padres y hermanos ya se habrían encargado de "ponerle las cosas claras" a la norteamericana.En su interior, un rencor sordo crecía contra las personas de esa nacionalidad. Su amargura se originaba en uno de ellos, un recuerdo que jamás olvidaría. Cinco años atrás, lo habían dejado plantado en el altar, convirtiéndolo en la burla del pueblo. Desde entonces, había buscado afanosamente por varios países a los culpables de su humillación.Su mente se llenó de imágenes del pasado: la alegría de los preparativos, la ilusión del día de la boda, la crueldad del abandono. Un puño de ira se cerró en su pecho, endureciendo su corazón.Desde aquel fatídico día, Kerem se había convertido en un hombre resentido, amargado.Una sombra de rencor teñía cada uno de sus actos, alejando a cualquier mujer que intentara acercarse
Un torrente de furia recorrió las venas de Zeynep. Apretó los labios con fuerza, conteniendo las palabras que pugnaban por salir de su boca. Estaba a punto de descargar toda su ira sobre la nefasta mujer que la atormentaba, pero un recuerdo la detuvo en seco. Las palabras de Kerem resonaron en su mente: si rompía las reglas, la azotarían en la plaza del pueblo. La humillación pública sería un precio demasiado alto.Tragando su coraje con amargura, Zeynep dio media vuelta y se dirigió hacia su habitación. Ignoró las órdenes de su suegra, que la llamaba a gritos para que regresara.—Zeynep, ¡regresa aquí de inmediato! ¡Te estoy hablando! —gritaba la mujer, furiosa por la desobediencia de su nuera.Zeynep continuó su camino, una sonrisa victoriosa se dibujaba en sus labios, disfrutaba del tormento que infligía a su suegra. Al llegar a la puerta de la habitación, una mano la detuvo con fuerza tomandola por la muñeca.—Ni se te ocurra hacerlo. —La voz de Kerem, áspera y dominante, la de
La noche fue la más larga de su vida, Kerem sentía la necesidad de hacerla suya, se recriminaba duramente, no podía creer que le estuviera sucediendo aquello, siempre había sido capaz de controlar sus deseos.Había estudiado en Estambul, todos los hijos de los jefes de los diferentes clanes lo hacían, tenían que prepararse muy bien por si era necesario que algún día tuvieran que estar al frente de su familia.En la gran ciudad como la llamaban, tuvo que vencer muchas tentaciones, en ese tiempo estaba comprometido, además de enamorado profundamente.Asya era una mujer muy bella, desde que lo plantó frente al altar su vida se había convertido en un infierno, le parecía verla en cada mujer que tenía algo parecido a ella, su cabello ondulado, sus ojos color café claro, no entendía porque lo había abandonado.Él la había tratado como si fuera la flor más preciada y delicada de su jardín, Kerem no estaba de acuerdo con ciertas costumbres de la tribu, por eso cuando su hermano murió y le fue
Al regresar, la madre de Kerem se les quedó viendo al notar que entraban juntos y que por primera vez no estaban peleando.Eso le agradó mucho, ya era hora que esa chica entendiera que su hijo era quien mandaba, su deber como esposa era solo obedecer, obedecer sin cuestionar.Zeynep saludó rápidamente para después dirigirse a su habitación, Kerem se quedó con su madre.—Veo que las cosas entre ustedes van muy bien, eso es bueno, así se acabarán los problemas, que con los que tienes con los miembros de la tribu, ya son suficientes.Kerem no contestó, con sus cosas personales era muy reservado, en cuanto a los problemas del clan, no podía comentarlos.Después de cenar, subió a su habitación, Zeynep había pedido que le llevaran la cena a la habitación, se había quedado dormida sobre la cama.Kerem la cubrió con una manta, después se acostó a su lado, la noche para él fue muy larga, sentía la calidez del cuerpo que tenía junto a él, le dio la espalda a la chica, se resistía a cometer una
Diyat era uno de los pocos pueblos donde no existía ningún avance en cuanto a la autonomía de las mujeres, era solo ahí y en en los pueblos vecinos, en otras partes, las mujeres empezaban a hacer rebeliones para exigir los derechos que se les negaban.Cualquier hombre podía matar, violar, y sentirse dueño de cualquier mujer a la que le tocara la mala suerte de ser su esposa, muchas de las veces en matrimonios obligados, incluso menores de edad eran obligadas a casarse con hombres mayores.Zeynep se arrepentía una y mil veces de haber viajado a un lugar como ese, pensaba que sí no hubiera ido, la habrían buscado e intentado llevar a la fuerza, pero al estar en Estados Unidos, donde hay leyes que protegen a las mujeres, tal vez hubiera podido salvarse.Kerem la soltó de la mano en cuanto dieron la vuelta a la sala, ya que la chica no podía verlos.—Me debes una, te salve de tu enamorada.—No te debo nada. —Parecía que su mal humor había regresado.—Perdón, se me olvidaba que eres el gra
Los días siguientes para Zeynep fueron terribles, Kerem intentaba estar cerca de ella, la dieron de alta, él insistió en llevarla al auto entre sus brazos.La chica se negó a hablar desde ese momento, estaba acostada sobre la cama todo el tiempo, Ayse la ayudaba, y le daba de comer en la boca, sentía que las fuerzas la habían abandonado.Kerem se había cambiado a la habitación contigua, así no la atormentaría y estaría pendiente de ella, en sus ojos podía ver reflejado el terror cada vez que se le acercaba, su madre no estaba de acuerdo que durmieran separados.—No tienes por que salir de tu habitación, hijo, después de todo lo que hiciste era tu derecho, es tu esposa y puedes tomarla cuantas veces quieras, que te casaste para eso.—¡Basta! Por favor, madre, ya basta con eso.La mujer no entendía a su hijo, era un tonto, ¿Cómo podía sentirse culpable por lo que había hecho? Después de todo, la mujer no había muerto.—Sabe una cosa madre, agradezco a Alá que no le haya enviado una hija
Al día siguiente, Zeynep se levantó para desayunar en la terraza, Kerem se sintió muy bien por ello cuando fue informado, sentía que Ayse era una buena compañía para su esposa, así que decidió que desde ese momento estaría solo a su servicio.—No, me niego rotundamente, esa chica pertenece al servicio de la casa, no está aquí para atenderla a ella exclusivamente.—A esa chica la han traído aquí sus padres, y han hablado conmigo, yo soy quién les pagó, y lo siento mucho madre, no le estoy pidiendo su autorización, le estoy avisando.—Por Alá, fue un gran error traer a esa mujer aquí, definitivamente te ha cambiado —dijo completamente alterada.—No, madre, me di cuenta de que estaba siendo injusto con ella, después de todo, tanto ella como yo, fuimos obligados a casarnos.—Alá me de fuerzas para soportar todo esto que estoy escuchando.La mujer se abanicaba fuertemente con la mano, totalmente escandalizada por lo que estaba pasando, su hijo había amenazado con enviarla fuera de la casa,
Dos días después, la madre de Kerem se comunicó con Frank, el ex novio norteamericano de Zeynep.—Veo que ha seguido al pie de la letra mis instrucciones, y ha evitado regresar a Diyat pacientemente, mañana llevaré a Zeynep a la inauguración del nuevo hospital de Marduk, el pueblo donde estás, mi hijo tiene que acudir a una reunión en compañía de su padre, así que tendrán el tiempo suficiente para escapar.La mujer se sentía satisfecha de que las cosas iban tal y como lo había planeado.—Le prometo que nos marcharemos y no nos volverán a ver jamás.—Ingenuamente creía en lo que le decía la mujer.La madre de Kerem sonrió maliciosamente, sabía perfectamente que era verdad que no los volverían a ver jamás, al escapar, Zeynep estaría vendiendo su destino, no podía creer que el norteamericano fuera tan estúpido.Por la tarde, cuando Kerem volvió de la oficina, Neylan tuvo que hablar con él.—Hijo, me han invitado el día de mañana a la inauguración del nuevo hospital de Marduk, me gustaría