Al cabo de dos días desde el accidente, Marina reposaba en su habitación. Antonia permanecía a su lado, cuidándola con esmero y brindándole toda la atención necesaria. Por suerte, había recibido la noticia tranquilizadora del médico sobre la no gravedad del golpe en la cabeza y, la herida de la pierna había sido tratada adecuadamente. Recuperadas sus fuerzas tras el accidente, Marina comenzaba a experimentar destellos de recuerdos. Pequeñas imágenes se filtraban en su mente, recordando estar en los brazos de Mauricio y sentir la calidez reconfortante de su piel cerca de ella.—¿Habrá sido un sueño? —se preguntaba llevándose las manos a su cabeza como si al tocarla pudiera discernir entre la realidad y la ensoñación. Se preguntaba por qué tenía esa sensación que recorría su cuerpo y la hacía estremecer inquietándola y haciéndola desear volver a sentir esos brazos fuertes.Como ya no soportaba la incertidumbre ocasionada por sus pensamientos, tomó la decisión de levantarse de la cama y
A la mañana siguiente , Marina despertó en su cama, con la mente llena de imágenes fugaces de lo que creyó por un instante había sido un sueño. Sin embargo, las sensaciones entre sus piernas la hicieron darse cuenta de que no había soñado, sino que había experimentado algo real y tangible.Cerró los ojos y comenzó a sumergirse en el recuerdo de lo sucedido, dejando que las imágenes y sensaciones se desplegaran ante su mente. En instantes comenzó a sentir una ráfaga de calor en su cuerpo que disfrutaba mientras se daba la vuelta para incorporarse de la cama con una sonrisa en su rostro.—¡Niña Marina! —exclamaba Antonia, dando golpecitos a la puerta de la habitación—. ¿Está despierta? Le ha llegado un regalo. Venga, baje para que lo reciba —repetía sin cesar.Marina se levantó con curiosidad de la cama y se envolvió en un suave camisón de seda que hacía juego con su bata de dormir antes de dirigirse hacia la sala. Cuando abrió la puerta , Antonia ya iba de regreso por lo que no tuvo t
La hacienda El Paraíso estaba rodeada de hermosas palmeras y amplios campos que se extienden hasta donde alcanza la vista. Ubicada en una suave colina; la casa principal, construída con madera y piedra, daba un encanto rústico y acogedor. No había cambiado mucho desde la última vez que estuvo allí.Marina había llegado a la casa de Don Joaquín con la ayuda de Evelio; quien, a regañadientes, había accedido a llevarla en su vehículo. A pesar de las órdenes de Antonia de que no debía salir mientras se recuperaba del accidente, ella había insistido, hasta que Evelio finalmente cedió ante sus persistentes ruegos.Levantó la mano y golpeó suavemente la puerta de madera, Evelio la esperaba de pie recostado en su vehículo.—No tarde mucho ,señorita —Se dirigió a ella con un leve tono de angustia. La puerta se abrió lentamente. Del otro lado , una mujer con una cálida sonrisa la recibió.—¡Niña Marina! ¡Está usted igualita a su madre! Pase , pase adelante, por favor —Recordó inmediatamente
—¡No puedo regresar a la ciudad! ¿No entiendes la situación en la que me encuentro ? ¡Mald… sea la hora en que me metí entre las piernas de esa mujer! —Sebastián hablaba con voz crispada aferrando el móvil con fuerza en su oreja mientras miraba a su alrededor para evitar ser escuchado.—¿Y qué piensas hacer?—¡No sé .. no sé.. no se me ocurre nada en este momento. Tengo que convencer a Marina de que vuelva conmigo, pero no puedo contarle la verdad.—Necesitarás tu mejor esfuerzo amigo, no creo que te sea fácil lograr el perdón de Marina.—¡Vaya! Qué consuelo me das, Javier. ¿Estás del lado de tu amigo o no? —preguntaba Sebastián con tono irónico mientras llevaba su mano a la cabeza en un gesto de calmar su nervios.—Bueno, bueno … cálmate amigo, tampoco es tan grave. Marina estaba muy enamorada de tí, seguro sabrás cómo hacer que caiga de nuevo rendida a tus pies.Sebastián pretendía continuar con la conversación, pero escuchó un sonido a su espalda y giró la cabeza, Antonia estaba de
Al romper el alba, Marina despertó inundada de emociones y sentimientos, su cabeza parecía explotar, sentía un dolor punzante en la cabeza. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, se refrescó lavándose la cara con agua fría para luego sentarse en la cama mientras procesaba todo aquello que le estaba sucediendo.—Debo arreglar toda esta situación —se dijo a sí misma.Después de tanto pensar, tomó la decisión de que hablaría con ambos. Debía terminar de una vez por todas con Sebastián y confesaría a Mauricio de sus verdaderos sentimientos hacía él . No sabía que pasaría luego pero, necesitaba calma en su vida y la única manera era aclarando las cosas.Con determinación; se levantó, se duchó y se vistió rápidamente, dejando el flujo de sus pensamientos a un lado para concentrarse en tomar unas cuantas respiraciones que le ayudaran a conseguir el valor que necesitaba en esos momentos.Salió de la habitación y se topó con Antonia, quien se acercaba con una taza de café en mano.—¿Neces
Habían transcurrido dos días y Sebastián no daba señales de querer marcharse de la hacienda, por el contrario, parecía sentirse a gusto en aquel ambiente. Lo que nadie sabía era que Sebastián necesitaba encontrar refugio, un lugar donde se sintiera a salvo por un largo tiempo. Así fue como, después de enterarse de que Marina estaba en la hacienda , decidió ir con la excusa de querer recuperar su relación con ella. Aunque pensaba que la hacienda le otorgaba refugio, una sombra de incertidumbre lo acosaba. No podía quitarse la sensación de que, por mucho que se escondiera, el peligro aún estaba al acecho.Cada vez que Sebastián escuchaba los pasos de Marina acercándose, procuraba desaparecer entre las sombras de la casa, evitando cualquier encuentro que pudiera llevar a tener que justificar su permanencia en ella. Estaba plenamente consciente de que el tiempo no estaba de su lado. Cada hora que pasaba, sentía la urgencia crecer dentro de él, sabiendo que debía actuar con rapidez para
—¡Mi amor! —exclamó Lupita mientras se apresuraba para abrazar al recién llegado—. ¡Qué sorpresa que hayas venido! —Lo tomó por el brazo y caminaron en dirección a una mesa.Mauricio se sentó, se quitó el sombrero y lo colocó en el espaldar de la silla. Guadalupe se acercó y lo saludó con mucha alegría al tiempo que lo felicitaba por la noble y peligrosa labor de haber salvado a la yegua y su cría. Todo acontecimiento, bueno o malo, se esparcía rápidamente por los alrededores.Lupita hablaba sin cesar, le explicaba a Mauricio que lo había ido a buscar y no lo había encontrado, aprovechando en ese momento, de contarle el hecho de que se había encontrado con el novio de Marina, y que le había traído en su camioneta hasta la cantina en un gesto de amabilidad.—¿Algo te sucede? —preguntó ella, al notar la poca atención que estaba recibiendo—. ¿Estás cansado? Podemos ir a una habitación, hay un par desocupadas desde hace días y, descansas un poco —decía esto en voz muy baja para evitar ser
Tras haberse entregado al sueño profundo después de beber en exceso; una vez transcurrido varias horas, Mauricio despertó bruscamente; al abrir los ojos, la realidad le golpeó con un mareo desorientador. Se encontró sumido en una confusión palpable, sintiéndose completamente fuera de lugar.—¿Qué hago aquí? —preguntó en voz alta.En un gesto instintivo, se llevó las manos a la cabeza, un claro indicio de su turbación y ansiedad por descifrar la situación.—¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estoy en este lugar?A medida que los segundos pasaban, fragmentos de la noche anterior comenzaban a asaltarlo; era como si destellos de recuerdos se abrieran paso a través de la bruma de su mente. Recordó estar tomando, la presencia de Lupita a su lado ofreciéndole más bebidas…, como si fueran escenas de una película reproducidas en pequeños flashes.Intentando sentarse en el borde de la cama, se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Al mirar a su alrededor, sus ojos encontraron a Lupita, dormi