—¡Mi amor! —exclamó Lupita mientras se apresuraba para abrazar al recién llegado—. ¡Qué sorpresa que hayas venido! —Lo tomó por el brazo y caminaron en dirección a una mesa.Mauricio se sentó, se quitó el sombrero y lo colocó en el espaldar de la silla. Guadalupe se acercó y lo saludó con mucha alegría al tiempo que lo felicitaba por la noble y peligrosa labor de haber salvado a la yegua y su cría. Todo acontecimiento, bueno o malo, se esparcía rápidamente por los alrededores.Lupita hablaba sin cesar, le explicaba a Mauricio que lo había ido a buscar y no lo había encontrado, aprovechando en ese momento, de contarle el hecho de que se había encontrado con el novio de Marina, y que le había traído en su camioneta hasta la cantina en un gesto de amabilidad.—¿Algo te sucede? —preguntó ella, al notar la poca atención que estaba recibiendo—. ¿Estás cansado? Podemos ir a una habitación, hay un par desocupadas desde hace días y, descansas un poco —decía esto en voz muy baja para evitar ser
Tras haberse entregado al sueño profundo después de beber en exceso; una vez transcurrido varias horas, Mauricio despertó bruscamente; al abrir los ojos, la realidad le golpeó con un mareo desorientador. Se encontró sumido en una confusión palpable, sintiéndose completamente fuera de lugar.—¿Qué hago aquí? —preguntó en voz alta.En un gesto instintivo, se llevó las manos a la cabeza, un claro indicio de su turbación y ansiedad por descifrar la situación.—¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estoy en este lugar?A medida que los segundos pasaban, fragmentos de la noche anterior comenzaban a asaltarlo; era como si destellos de recuerdos se abrieran paso a través de la bruma de su mente. Recordó estar tomando, la presencia de Lupita a su lado ofreciéndole más bebidas…, como si fueran escenas de una película reproducidas en pequeños flashes.Intentando sentarse en el borde de la cama, se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Al mirar a su alrededor, sus ojos encontraron a Lupita, dormi
Al dejar la posada a sus espaldas, se encaminó hacia su finca, sintiendo cada paso marcado por un intenso dolor de cabeza. Al llegar a casa, Cata lo notó visiblemente decaído.—Vaya, parece que has tenido una mala noche, ¿qué te pasó?Mauricio evadiendo detalles, le solicitó que le preparara una taza de café bien fuerte, necesitaba empezar a trabajar a pesar de no sentirse bien. —¿Dónde pasaste la noche? —preguntó Cata con una mirada inquisitiva.—Buen día Cata. He pasado la noche en la posada de Macario, creo que me excedí de los tragos. Necesito darme una ducha, tengo mucho trabajo hoy. Por favor, hazme un café bien cargado, por favor.—Sí , claro , ya te lo llevo. —Gracias Cata.La mujer fue a la cocina a preparar el café para Mauricio, en su cabeza rondaba la idea de que algo no andaba bien y comenzó a sospechar que algo estaba sucediendo en él. Lo conocía desde que nació. Al cabo de unos minutos regresó con dos tazas de café y se sentó cerca de Mauricio, le entregó el suyo y e
—Mi padre podría alquilarte una habitación aquí en la posada –decía Lupita a Sebastián.—Marina ya no quiere verme en su casa, necesito encontrar una actividad que justifique mi estancia aquí. Necesito reconquistarla y ganar algo de dinero —Desesperado tomó rápidamente un sorbo de cerveza de su vaso.—Algo malo debes haberle hecho para no querer verte más …en fin, no es mi problema —Lupita lo miraba al tiempo que pensó que los dos juntos podrían conseguir lo que cada uno deseaba tener.—Yo quiero a Mauricio para mí y tú, a Marina. Te habrás dado cuenta de que hay algo extraño entre esos dos; podemos aliarnos y lograr lo que queremos.—¿Qué propones? —preguntó Sebastián un poco incrédulo.—Tranquilo, algo se me va a ocurrir —sonrió y, haciendo un gesto de coquetería, se retiró de la mesa. Sebastián también se alejó, dejando sobre la mesa el dinero por su bebida. Mientras salía de la cantina escuchó una conversación entre dos hombres que hablaban sobre una banda que se estaba dedican
A primera hora de la mañana siguiente, el sol apenas asomaba por el horizonte, y Antonia ya tenía todo listo para el desayuno. El aroma del café recién hecho se mezclaba con el suave olor a panecillos horneados, creando una atmósfera cálida y reconfortante en la cocina.—Vamos, niña Marina. Evelio viene por ti, apresúrate, ¿Cómo es que todavía no has salido de la habitación? —La voz de Antonia, cargada de cariño, resonó en la puerta de la habitación.Marina, envuelta en la calidez de su toalla, escuchó sus palabras mientras se daba una ducha rápida. Sabía que el tiempo que tenía para llegar al aeropuerto estaba contado, especialmente porque se había metido en la cama casi al amanecer, después de una noche que parecía sacada de un sueño. Apenas había dormido unas horas, pero no le importaba. Había pasado la noche en los brazos de Mauricio, entre besos, caricias y conversaciones sinceras. Habían hablado lo suficiente para saber que se amaban, que había algo más allá de lo físico, algo p
—¡Han cometido otro robo de ganado! —decía Macario mientras ordenaba su cantina—. Esta vez le tocó a los Gutiérrez, si seguimos así ya no quedará ganado por esta región —exclamó casi escupiendo las palabras, dejando ver su molestia. La noticia se propagó como un incendio incontrolable llenando de preocupación y asombro a los habitantes del pueblo.Lupita lo escuchaba desde un rincón y se preguntaba quiénes serían esos delincuentes, no ocurrían estos hechos delictivos desde hace mucho tiempo en esta región. En un instante pensó en Mauricio y se preocupó de la situación , sabía que él estaría muy alerta. —No quiero que le suceda algo malo —dijo en voz alta.—¿Qué dices hija? —preguntó Macario al escucharla.—¿Se sabe algo de estos delincuentes? Me preocupa Mauricio, papá. En general, todos estamos en peligro con estos tipos rondando por aquí.—Aún nada, estamos escasos de autoridades, como bien sabes . Creo que debemos cuidarnos y armar un equipo, así podríamos hacer guardias por turn
Lupita aceptó agradecida el café que Antonia ponía en sus manos.—Gracias Antonia. ¿Cómo has estado?—¡Muy bien Lupe, gracias! Pero no te puedo negar que estoy muy angustiada por estos robos. Estamos en una situación muy peligrosa y me preocupa Mauricio y todo el personal de la finca que no paran de hacer guardias durante todo el día y la noche. ¿Qué se te ofrece? Tenías mucho tiempo sin venir a la casona. —No he visto a Mauricio, ¿Sabes dónde puede estar? —preguntó mientras disfrutaba del café —. ¿Es cierto que la señorita Marina está de viaje?—Sí, tenía unos asuntos que arreglar , algo con su trabajo…su, su galería. Creo que así le dice ella —respondió Antonia con un gesto de duda en su rostro —. A Mauricio tampoco lo he visto, no para de trabajar, tiene que estar al cuidado de las dos fincas —continuó, a la vez que se llevaba las manos a su rostro—. Dios quiera que puedan encontrar a esos delincuentes y que reciban un merecido castigo.De repente se escuchó el sonido de la puerta
Sebastián miraba el teléfono que sostenía en la mano, sintiendo el peso de los dos últimos días acumulándose sobre sus hombros. Pasado ese tiempo, sabía que había llegado el momento. Dos días en los que apenas había dormido, con la mente dando vueltas sin parar, reviviendo una y otra vez las palabras de aquella conversación sostenida en el auto.Cada vez que cerraba los ojos, lo invadían las dudas y el miedo, impidiéndole descansar. Ahora, con el móvil frente a él, sus dedos temblaban ligeramente, dudando si debía responder a esa llamada. Pero sabía que no tenía otra opción. Se sentía agotado, como si el sueño le hubiera sido negado por completo durante esas interminables horas de incertidumbre y tensión.El sonido del teléfono rompió el silencio como un latigazo, y Sebastián se quedó inmóvil, el corazón golpeando con fuerza contra su pecho. El repentino sonido lo hizo congelarse por un instante, como si el eco de la llamada lo hubiera atrapado en una jaula invisible. Por unos segundo