La hacienda El Paraíso estaba rodeada de hermosas palmeras y amplios campos que se extienden hasta donde alcanza la vista. Ubicada en una suave colina; la casa principal, construída con madera y piedra, daba un encanto rústico y acogedor. No había cambiado mucho desde la última vez que estuvo allí.Marina había llegado a la casa de Don Joaquín con la ayuda de Evelio; quien, a regañadientes, había accedido a llevarla en su vehículo. A pesar de las órdenes de Antonia de que no debía salir mientras se recuperaba del accidente, ella había insistido, hasta que Evelio finalmente cedió ante sus persistentes ruegos.Levantó la mano y golpeó suavemente la puerta de madera, Evelio la esperaba de pie recostado en su vehículo.—No tarde mucho ,señorita —Se dirigió a ella con un leve tono de angustia. La puerta se abrió lentamente. Del otro lado , una mujer con una cálida sonrisa la recibió.—¡Niña Marina! ¡Está usted igualita a su madre! Pase , pase adelante, por favor —Recordó inmediatamente
—¡No puedo regresar a la ciudad! ¿No entiendes la situación en la que me encuentro ? ¡Mald… sea la hora en que me metí entre las piernas de esa mujer! —Sebastián hablaba con voz crispada aferrando el móvil con fuerza en su oreja mientras miraba a su alrededor para evitar ser escuchado.—¿Y qué piensas hacer?—¡No sé .. no sé.. no se me ocurre nada en este momento. Tengo que convencer a Marina de que vuelva conmigo, pero no puedo contarle la verdad.—Necesitarás tu mejor esfuerzo amigo, no creo que te sea fácil lograr el perdón de Marina.—¡Vaya! Qué consuelo me das, Javier. ¿Estás del lado de tu amigo o no? —preguntaba Sebastián con tono irónico mientras llevaba su mano a la cabeza en un gesto de calmar su nervios.—Bueno, bueno … cálmate amigo, tampoco es tan grave. Marina estaba muy enamorada de tí, seguro sabrás cómo hacer que caiga de nuevo rendida a tus pies.Sebastián pretendía continuar con la conversación, pero escuchó un sonido a su espalda y giró la cabeza, Antonia estaba de
Al romper el alba, Marina despertó inundada de emociones y sentimientos, su cabeza parecía explotar, sentía un dolor punzante en la cabeza. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, se refrescó lavándose la cara con agua fría para luego sentarse en la cama mientras procesaba todo aquello que le estaba sucediendo.—Debo arreglar toda esta situación —se dijo a sí misma.Después de tanto pensar, tomó la decisión de que hablaría con ambos. Debía terminar de una vez por todas con Sebastián y confesaría a Mauricio de sus verdaderos sentimientos hacía él . No sabía que pasaría luego pero, necesitaba calma en su vida y la única manera era aclarando las cosas.Con determinación; se levantó, se duchó y se vistió rápidamente, dejando el flujo de sus pensamientos a un lado para concentrarse en tomar unas cuantas respiraciones que le ayudaran a conseguir el valor que necesitaba en esos momentos.Salió de la habitación y se topó con Antonia, quien se acercaba con una taza de café en mano.—¿Neces
Habían transcurrido dos días y Sebastián no daba señales de querer marcharse de la hacienda, por el contrario, parecía sentirse a gusto en aquel ambiente. Lo que nadie sabía era que Sebastián necesitaba encontrar refugio, un lugar donde se sintiera a salvo por un largo tiempo. Así fue como, después de enterarse de que Marina estaba en la hacienda , decidió ir con la excusa de querer recuperar su relación con ella. Aunque pensaba que la hacienda le otorgaba refugio, una sombra de incertidumbre lo acosaba. No podía quitarse la sensación de que, por mucho que se escondiera, el peligro aún estaba al acecho.Cada vez que Sebastián escuchaba los pasos de Marina acercándose, procuraba desaparecer entre las sombras de la casa, evitando cualquier encuentro que pudiera llevar a tener que justificar su permanencia en ella. Estaba plenamente consciente de que el tiempo no estaba de su lado. Cada hora que pasaba, sentía la urgencia crecer dentro de él, sabiendo que debía actuar con rapidez para
—¡Mi amor! —exclamó Lupita mientras se apresuraba para abrazar al recién llegado—. ¡Qué sorpresa que hayas venido! —Lo tomó por el brazo y caminaron en dirección a una mesa.Mauricio se sentó, se quitó el sombrero y lo colocó en el espaldar de la silla. Guadalupe se acercó y lo saludó con mucha alegría al tiempo que lo felicitaba por la noble y peligrosa labor de haber salvado a la yegua y su cría. Todo acontecimiento, bueno o malo, se esparcía rápidamente por los alrededores.Lupita hablaba sin cesar, le explicaba a Mauricio que lo había ido a buscar y no lo había encontrado, aprovechando en ese momento, de contarle el hecho de que se había encontrado con el novio de Marina, y que le había traído en su camioneta hasta la cantina en un gesto de amabilidad.—¿Algo te sucede? —preguntó ella, al notar la poca atención que estaba recibiendo—. ¿Estás cansado? Podemos ir a una habitación, hay un par desocupadas desde hace días y, descansas un poco —decía esto en voz muy baja para evitar ser
Tras haberse entregado al sueño profundo después de beber en exceso; una vez transcurrido varias horas, Mauricio despertó bruscamente; al abrir los ojos, la realidad le golpeó con un mareo desorientador. Se encontró sumido en una confusión palpable, sintiéndose completamente fuera de lugar.—¿Qué hago aquí? —preguntó en voz alta.En un gesto instintivo, se llevó las manos a la cabeza, un claro indicio de su turbación y ansiedad por descifrar la situación.—¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estoy en este lugar?A medida que los segundos pasaban, fragmentos de la noche anterior comenzaban a asaltarlo; era como si destellos de recuerdos se abrieran paso a través de la bruma de su mente. Recordó estar tomando, la presencia de Lupita a su lado ofreciéndole más bebidas…, como si fueran escenas de una película reproducidas en pequeños flashes.Intentando sentarse en el borde de la cama, se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Al mirar a su alrededor, sus ojos encontraron a Lupita, dormi
Al dejar la posada a sus espaldas, se encaminó hacia su finca, sintiendo cada paso marcado por un intenso dolor de cabeza. Al llegar a casa, Cata lo notó visiblemente decaído.—Vaya, parece que has tenido una mala noche, ¿qué te pasó?Mauricio evadiendo detalles, le solicitó que le preparara una taza de café bien fuerte, necesitaba empezar a trabajar a pesar de no sentirse bien. —¿Dónde pasaste la noche? —preguntó Cata con una mirada inquisitiva.—Buen día Cata. He pasado la noche en la posada de Macario, creo que me excedí de los tragos. Necesito darme una ducha, tengo mucho trabajo hoy. Por favor, hazme un café bien cargado, por favor.—Sí , claro , ya te lo llevo. —Gracias Cata.La mujer fue a la cocina a preparar el café para Mauricio, en su cabeza rondaba la idea de que algo no andaba bien y comenzó a sospechar que algo estaba sucediendo en él. Lo conocía desde que nació. Al cabo de unos minutos regresó con dos tazas de café y se sentó cerca de Mauricio, le entregó el suyo y e
—Mi padre podría alquilarte una habitación aquí en la posada –decía Lupita a Sebastián.—Marina ya no quiere verme en su casa, necesito encontrar una actividad que justifique mi estancia aquí. Necesito reconquistarla y ganar algo de dinero —Desesperado tomó rápidamente un sorbo de cerveza de su vaso.—Algo malo debes haberle hecho para no querer verte más …en fin, no es mi problema —Lupita lo miraba al tiempo que pensó que los dos juntos podrían conseguir lo que cada uno deseaba tener.—Yo quiero a Mauricio para mí y tú, a Marina. Te habrás dado cuenta de que hay algo extraño entre esos dos; podemos aliarnos y lograr lo que queremos.—¿Qué propones? —preguntó Sebastián un poco incrédulo.—Tranquilo, algo se me va a ocurrir —sonrió y, haciendo un gesto de coquetería, se retiró de la mesa. Sebastián también se alejó, dejando sobre la mesa el dinero por su bebida. Mientras salía de la cantina escuchó una conversación entre dos hombres que hablaban sobre una banda que se estaba dedican