6 de Abril, 2021
Habían anunciado una fuerte tormenta, yo estaba en mi restaurant favorito cuando comenzó.
Había decidido pasar mi tiempo libre en un lugar donde la soledad, y el silencio… No fueran lo único que existiera.
Estando en ese lugar podía sentir la calidez que emanaban las personas a mi alrededor.
Todas conversaban y reían. Disfrutaban de la paz, de la tranquilidad del ambiente.
A pesar de la tormenta, todos, sonreían…
Mi mirada se encontró nuevamente con la lluvia, y el exterior.
Primero fue una llovizna suave, que poco a poco, se tornó en una fuerte. Las gotas de lluvia caían rápido, con fuerza, se podía escuchar resonando por todas partes.
Dejé salir un largo suspiro.
Como siempre, estaba sola… Sentada en mi rincón solitario, como de costumbre, ahí… Cerca de la ventana, observando las gotas de lluvia caer en el vidrio, y unirse con otras gotas, no tenía nada qué hacer, ya había salido del trabajo, y no quería estar en mi casa.
No quería llegar y sentir ese vacío, que siempre me esperaba al entrar a mi departamento.
No quería…
Pero, sabía que ese era mi destino.
¿Acaso mi destino es estar sola?
La verdad, es que mi vida era así, en parte porque siempre me negué el amor.
Odiaba sufrir.
Pero también… Odiaba estar sola.
Así era mi vida, tan monótona y aburrida, tan solitaria y vacía.
―Keith…― La voz de Marina, una mesera del lugar, me sacó de mis tristes pensamientos― No puedes seguir así, necesitas hablar con alguien.
Ya lo intenté, al principio pareció ayudar… Pero, lo que viví, no era algo que olvidaría tan fácilmente. Por tanto, decidí abandonar las terapias con el psicólogo.
¿Para qué?
Lo intenté, de verdad que traté con todas mis fuerzas, hablar, superar… Pero no podía quitarme este dolor del pecho.
Este que me quemaba por dentro.
―No importa, Marina… Estoy bien.― Le di una sonrisa triste,― Créeme, estaré bien―Añadí.
―No me gusta verte así…― Comentó, su voz era suave conmigo― Hace un año que pasó, sé que es difícil… Pero, quiero que algún día vuelvas a sonreír.
Luché con todas mis fuerzas para que sus palabras no me afectaran, quise ser lo más fría posible, pero… El dolor me quemaba por dentro.
―Honestamente, no sé si vuelva a ser feliz.― Dije, conteniendo las lágrimas que amenazaban con escaparse de mis ojos.
Ella tocó mi hombro de forma reconfortante, y luego se fue para atender a los demás.
Mientras tanto, podía escuchar la lluvia caer, cada vez se intensificaba más.
Solo me concentré en escuchar la lluvia caer.
Mi alma sufría, lloraba, era así, como la tormenta.
Llovía sin cesar.
¿Algún día volveré a ser feliz?
No lo creo, todas mis esperanzas se fueron el día en el que esos delincuentes acabaron con la vida de mi padre, y que me…Casi acaban con mi vida.
Fue el momento más horrible que pasé, así como la muerte de mi madre. Luego, cuando quién decía “amarme” me abandonó, justo, cuando más lo necesitaba. Ahora ya no tenía a nadie… Estaba sola.
Observé nuevamente a mi alrededor y todas la personas reían, charlaban, tenían compañía… Eso me entristeció, yo no tenía a nadie, algunos me dieron la espalda cuando más los necesité. Rápidamente me levanté de mi asiento, quería salir, no podía estar en ese lugar.
Me recordaba tanto a los viejos tiempos.
Aquellos en donde fui tan feliz.
No me fijaba bien en el camino, solo quería irme, salir corriendo de aquel lugar, sin importar la lluvia, sin importar que pescara algún resfriado. Pero en eso, choqué con alguien.
―Hey, ten más cuidado, linda…― Mis ojos se encontraron con un hombre muy guapo, sus ojos color verde me impactaron― ¿Estás bien?
―Si… Estoy bien…― Dije tímidamente, entonces le pasé por un lado para seguir mi camino.
―Está lloviendo muy fuerte.― Me toma de la manos, impidiéndome salir.
Inmediatamente me giré para verlo a los ojos, quise hablar pero mis palabras se quedaban atrapadas.
Me pareció tan conocido.
―¡Oh no!... ¿Keith?― Arrugué mis cejas.― Soy yo, Michael… Tu amigo, ¿No me recuerdas?
En ese momento una serie de recuerdos de mi niñez se hicieron presentes, no lo pude evitar, sentí tanta nostalgia.
Mi corazón se aceleró ante la presencia de alguien tan importante como Michael.
¿Cómo no?, Él fue mi mejor amigo después de todo.
¿Cómo podría olvidarlo?
Él fue de las personas más importantes de mi vida.
Aunque me distancié de él, Michael, siempre significó tanto para mí…
―Claro… Eres la persona más empalagosa y dulce que he conocido― Dije, un sentimiento de nostalgia, de alegría… Llenaron mi alma. Él solo me sonrió con dulzura.
Ese había sido un reencuentro hermoso.
―Han pasado tantos años, tu… Estas hermosa.
Sentí mis mejillas calentarse, por sus palabras.
Definitivamente, fue un reencuentro emocionante.
Michael me traía recuerdos tan hermosos, y al mismo tiempo tristes, fuimos mejores amigos durante años, hasta que él ingreso a una secundaria diferente porque sus padres se mudaron a otra ciudad, nunca hablamos, estaba tan resentida con su partida que no quise saber nada de él. En aquel entonces, estaba reciente, la muerte de mi madre. Lo necesitaba a mi lado, y el solo se había ido.
En algún momento… Lo odie, sentí tanto resentimiento hacia él.
Me arrepentí de eso, después.
Siempre hace falta tener un amigo, alguien en quien confiar, esa personas que está dispuesto a escucharte, a apoyarte.
Que está para ti siempre.
Yo solo creé una barrera que nos distanciara aún más, esa… No fue de mis mejores decisiones, debo admitir.
Durante años, lo recordaba y sentía rabia. Pero, otra parte de mí, aunque mantenía intacto ese amor de amigo que siempre le tuve.
Con el paso de los años, dejé esos sentimientos negativos a un lado, y comencé a dejar ese resentimiento absurdo que le tuve durante años.
Después, siempre que pensaba en él, una sonrisa nostálgica se dibujaba en mi labios. Acompañada de un sentimiento de cariño, y de tristeza.
También de arrepentimiento.
¿Cuántas veces cometemos el error de odiar a quien no lo merece, solo porque somos unos egoístas?
Muchos hacen eso, ―Me incluyo―.
― ¡No sé qué decir!, me alegra tanto volver a verte.― Hace una pausa y mira a nuestro alrededor.― ¿Nos sentamos?
―No, de hecho…―
― ¿Me estas despreciando una invitación?― Alza una ceja― A mí, ¿Yo que soy tu mejor amigo de la infancia?― Hace una cara de corderillo y para colmo, un puchero.
Inevitablemente, recuerdos de mi niñez llegaron a mi mente… Él haciendo pucheros, tratando de convencerme de hacer algo que no quería.
Recordé que siempre lo lograba.
―Okey, está bien.― Asentí, dándole una sonrisa de boca cerrada.
Una sonrisa tierna se dibujó en su rostro, no soltó mi mano, me guió hasta que nos sentamos en una mesa.
―Bueno, Keith… ¿Cuéntame de ti?, ¿Cómo están tus padres?― La mención de esa pregunta, me tensó.
―Ellos… Fallecieron. ― No quise entrar en detalles. Pude ver que su expresión cambió, su mirada tierna y alegre se apagó.
―Lo siento mucho… Yo, no lo sabía…― Tomó mi mano, y de inmediato senti un cosquilleo en mi estómago.
―Tranquilo, ya pasó.― Una sonrisa triste se formó en mis labios.
Él también sonrió con tristeza.
Debo reconocer que lo años le habían sentado muy bien, se veía más maduro, más atractivo, su cabello rubio, siempre desordenado, como lo recordaba, le gustaba tenerlo así… Usaba una camiseta blanca y tenía un abrigo negro, usaba jeans azules y una botas marrones, se veía muy bien, sus ojos verdes eran preciosos, su sonrisa… Maravillosa. Cada facción de su rostro estaba bien acentuada, además, tenía un cuerpo esbelto, se mantenía en forma.
Siempre le gustaron los deportes.
―Oye, ¿Aún juegas baloncesto?―Pregunté para romper con el silencio que por minutos, reinó entre los dos.
Él me sonrió, sus ojos se iluminaron― Si, aunque no tanto como antes.
― ¿Van a ordenar algo?― Preguntó una de las meseras del lugar.
― Malteada de chocolate.― Dijo él mirándome con complicidad, mi sonrisa se incrementó.
Lo recuerda.
La malteada de chocolate es mi preferida.
― Keith, ¿Qué vas a pedir?― Preguntó él, entonces miré a la joven, quien esperaba mi orden― Yo invito… Y no acepto un “no” por respuesta, ¿Ok?― Agregó.
Yo asentí, ―Para mí, una malteada de vainilla.― La expresión de alegría, aún estaba plasmada en su rostro.
Su favorita.
―Okey, listo…―La muchacha se fue, para luego traer nuestras malteadas.
Michael era tan guapo, se veía tan alegre, tanto que podría contagiar a cualquiera con ella.
También sabía, que con este reencuentro tan inesperado, existía la posibilidad de que mi vida tomara un giro diferente.
No sé… Tal vez cosas buenas…
―Presiento que esto será un nuevo comienzo― Comentó él, su voz ronca era tan sexy. Así como su sonrisa.
―Aquí está su orden.― Indicó la muchacha, sirviéndonos a ambos nuestras malteadas.
―Yo también lo presiento.― Afirmé, muy contenta.
Ambos disfrutamos de nuestras malteadas, conversamos, reímos de todo y por nada. Hacía tiempo que no me sentía así. No sabía qué me depararía el destino, sólo tenía claro que, con Michael solo serían cosas buenas en mi vida.
Después del reencuentro con Michael, todo cambió. Ya no me sentía tan sola, tan vacía...Definitivamente Michael, llegó a mi vida para quedarse. Sin embargo, estos días que no hemos visto, y que he convivido con él, me han hecho darme cuenta de que, sentía algo por él... Me lo quería negar a mí misma, porque temía enamorarme de nuevo... Temía salir herida en el proceso.Como suele pasar.Como suele sucederme casi siempre.—Escucha Keith... Ya es tiempo de que hablemos...—Dijo Howard, con un tono serio.Por su expresión fría, temí que todo llegara a su fin.No podía hacerme eso, no después de lo que me hicieron... ¡De lo que viví!—Te escucho— Afirmé, esperando atenta a sus palabras.El silencio entre nosotros era sofocante, mis latidos estaban acelerados, no quería... No podía perderlo a él también.—Keith, esto debí decírtelo hace tiempo... Pero pasó todo esto y...— Pasa sus manos por su cabeza, frustrado. — Me enamoré de otra mujer.En seguida sentí como si mi mundo, se terminara de
John StevenEstaba de mal humor... De hecho, estaba de un genio de los mil demonios.Mi secretaria me hizo pasar un mal rato.-Señor.- La voz de Claudia, mi secretaria me hizo darme la vuelta y mirarla - ¿Me mandó a llamar?-Si, Claudia... Siéntate - Obedeció y se sentó, quedando frente a mi.Ya había recapacitado... Me di cuenta de que estaba siendo un completo imbécil.-Tómate el tiempo que necesites.Noté la alegría en su rostro.A veces puedo ser hostil, ya me lo han dicho... Puedo ser egoísta y un poco arrogante... Pero, no soy un monstruo.-Es difícil conseguir a una secretaria tan eficiente en estos tiempos, pero, yo me preocupo por el bienestar de mis empleados, así que... Puedes tomar el reposo que necesitas, y que pases el resto de tu embarazo con tu esposo y tranquila.-¡Gracias señor! - Exclamó , muy contenta.- Espero volver pronto. - Añadió ella, y luego se retiró educadamente.Ahora me había quedado sin secretaria.¿Dónde podré encontrar a alguien tan eficiente y responsa
Keith Anderson.Admito que en mi vida, no sucedían muchas cosas interesantes, enocionantes... Pero ahora, me encontraba en un situación que lo rebasaba todo.Salí de la monotonía, fué un día loco... Todo tomó un rumbo inesperado.Me encontraba en mi habitación, con un hombre desconocido y totalmente desnudo.Evitaba mirarlo.Pero... ¡Dios!, Estaba tan bueno, que quería mirar.No, Keith... No lo mires.Si me hubiera querido hacer daño, ya lo hubiera hecho.—¿Que haces en mi habitación?... Si sabes que es propiedad privada, ¿Verdad?... Por lo tanto, estás comentiendo allanamiento de morada. — Le dije, aún evitando mirar ese cuerpo tan sexy.Sentía su mirada sobre mí... Sabía que recorría mi cuerpo con la mirada, y fue entonces, cuando me di cuenta de que estaba en brasier, me tapé de inmediato, y me dí la vuelta para ponerme la camisa otra vez, sentí mis mejillas calentarse.— Pues deberías de cerrar mejor la puerta.— Comentó con arrogancia.—Siempre cierro bien la puerta.— Afirmé, de m
Me levanté de la cama sintiendo mis ojos pesados, y bostezando.Eran las 9:30 P.M, no me molesté en levantarme temprano para ir y buscar trabajo. Ya era sábado.Sentí el teléfono de la casa sonar, por lo que bajé las escaleras para llegar a la sala.― ¿Hola?― Contesté, aún con sueño...Me recosté en el cómodo sofá de la sala, acomodando mi cabello castaño oscuro, hacía los lados de mi cara.―Hola Keith... ¿Cómo estás?,―Preguntó Michael, en un tono suave,― Quería decirte que surgió un imprevisto en el trabajo, estaré en New Orleans esta semana, de todos modos, en lo que te pueda ayudar, no dudes en llamarme.―Está bien, no te preocupes...―Hice una pausa, dudando un poco en qué decir, ―Yo...― Escuché en ruido en la cocina.― Te llamo más tarde, ¿De acuerdo?―De acuerdo.―Asintió, por lo que colgué la llamada.Me levanté del sofá, para dirigirme a la cocina, con mucha cautela.¡Dios!, ha de ser el gato del vecino otra vez... Ése gato tenía la mala costumbre de entrar a mi casa sin que yo m
John StevenKeith Anderson, "la chica de mis sueños"... Al menos yo la recordaba.Ella no tenía ni las más remota idea de quién era yo.Se olvidó por completo de mi.Eso solo me demostró, que jamás fuí lo suficiente para ella.Han pasado varios años desde la última vez que la vi, siempre la recordé como la chica de la cuál me enamoré como un idiota cuando estaba en la secundaria. Su cabello castaño y largo caía sobre sus hombros, haciéndola parecer toda una diosa, su cuerpo esbelto, sus ojos marrones, sus labios carnosos. Todo de ella era perfección.Seguía siendo hermosa.***Años atrás...—Hola, nerd...— Dijo Howard, empujándome contra mi casillero—. ¿Qué rayos haces mirando a mi novia? — Agregó con molestia, mirándome con desdén, al igual que sus amigos quienes sonreían con malicia.—No la estaba mirando. — Murmuré cabizbaja.—Escucha, no quiero que la mires, que le hables y mucho menos, que te le acerques...— Amenazó. Yo sentí mis manos sudorosas y mi frente también —. ¿Entendiste
Keith Anderson Me desperté con esa idea en la mente: Aceptar la propuesta de John…―Un perfecto desconocido que entró a mi casa sin permiso―, pero mi instinto me decía que no. La verdad era, que no podía confiarme. Estaba viviendo un situación realmente, rara. ¿Podría confiar en John? ¿Y si confiaba y después no era lo que yo pensaba? «Ese será un riesgo que correrás, Keith» Objeté mentalmente. Y es que, por una extraña razón, sentía que podía confiar en él. ¿Por qué? Ni yo misma lo sabía. Había tanta familiaridad en su mirada, pero a la vez, no lograba recordar si en verdad lo había visto en algún sitio. ¿Te conozco de antes, John? Estaba recostada en mi cama, envuelta entre las sábanas de color rosa pastel, mirando el techo blanco, las paredes de color lila con detalles en blancos y negros. Me senté, y eché un vistazo a mi alrededor, el mueble individual que estaba en un rincón, el gran televisor que se encontraba en sujeto en la pared, las ventanas entreabiertas, por lo que,
John Stevens¡¿Cómo es que esa mujer era tan porfiada?! ¡Era tan testaruda! Mi abuela solía usar un dicho que muy poco llegué a implementar en mi vocabulario, y es: "Es más terca que una mula".Así describiría a Keith Anderson.No hubo manera de convencer a esa mujer, pero, probé que la podía amansar, cosa que me pareció fantástica, jugó a mi favor el hecho de que mi hermanita interviniera en ello.***2 horas atrás.Tenerla frente a mí, verla de nuevo, y más hermosa que nunca me daban ganas de querer... Follarla, hacerle lo que nunca le pude hacer. Pero que hora sí, ya que estaba más bueno que el pan, podía conquistar a cualquier mujer con tan solo sonreír y dar mi mejor impresión.Mi plan de ofrecerle trabajo estaba saliendo muy bien, seguro dentro de poco, Keith, sería totalmente mía. Y luego, la dejaría. Cabe decir que, después de utilizarla a mi antojo, la olvidaría por completo. Keith era tan solo una capricho.Antes no la pude tener, pero ya podía, y quería hacerla mía. Mi obje
Keith AndersonCuando regresé de aquel estresante lugar, después de todo el show, de ese "espectáculo". No podía negar que sentí un enorme paz, tranquilidad, pues al llegar a mi acogedora casa, solo había silencio... Ahora sí me sentía muy bien en mi casa, y es que después de toda una bochornosa escena, ―En un lugar lleno de gente a mi alrededor―. Pude percibir la serenidad de mi humilde hogar.Caminé hasta uno de los sofás que habían en la sala, ―En específico, el más largo―, me eché sobre él recostado mi torso, y cerrando los ojos después de quitarme las botas que ya me estaban matando y las arrojé en algún rincón de la sala.Invoqué toda esa serie de recuerdos que invadían mis pensamientos. John, Sarah, la odiosa secretaria, el grupo de personas, los murmullos, y el escándalo.Pasé mis manos por mi rostro dramáticamente, en un gesto de frustración...¡Qué vergüenza!Literalmente había hecho el ridículo.Hice memoria de aquella odiosa mujer, y de cómo a través de ella, me enteré de l