Capítulo XXV

Michael

Mientras caminaba de un lado a otro en la pequeña sala de mi departamento (que aunque pequeño, era sin lugar a dudas un lugar muy acogedor). Pasé mi mano por mi cabello el cuál ya había crecido bastante.

Ojeé entonces, el cuadro donde estaba la foto de mis pequeñas, ubicado en una de las paredes.

Entonces dí unos pocos pasos hasta echarme en el cómodo y largo sofá gris que yacía en medio de la sala junto con otros dos que eran individuales, recosté mi torso sobre el mismo mientras me sumergía en un sola cosa: Keith.

Hacían varios días que la quise llamar, intenté el día después de comportarme como un idiota, pero su teléfono al parecer estaba apagado y deduje que tal vez estaba molesta.

Habían pasado unos días desde entonces, y me moría por hablar con ella, por oír su voz, por verla otra vez.

Mi teléfono sonó desde la pequeña mesita que se encontraba en el centro de la sala ―rodeada por los sofás grises con pequeños cojones negros―, lo cogí y contesté de inmediato:

―¿Aló?

―¡Mi
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