Julieta observa la hora en su teléfono antes de que su padre le pide que se lo entregue rápidamente. —Tíralo al mar, o sino nos descubrirán —Marcus poco a poco se va a acercando hacia la orilla—, pudieron haberte rastreado. Julieta se levanta del asiento y aunque con mucho pesar, arroja el télefono al mar, retrocediendo con asombro. —Está todo bien, hija. Ahora apresuremonos. No tenemos mucho tiempo antes de que se acerquen hasta aquí. No confío en que no hayan usado tu télefono para saber dónde estamos. Marcus es el primero en bajar y luego la ayuda a tocar la arena y el agua tibia del mar acaricia su cuerpo. Han navegado cerca de la costa y ahora mismo ya el sol está en su punto más alto. El vestido que lleva está mojado y pesa cuando se acerca hacia la orilla. Por lo que ve su padre atraca el pequeño yate hasta que ya no puede seguir. —¿Lo dejarás aquí? —pregunta Julieta anonada. —Ya no nos sirve. Ahora necesitamos un coche —Marcus la ayuda a llegar a la tierra y sintiendo la
La arena en sus pies es reemplazada por el frío del suelo y tan rápido como la mente procesa cada información en un tiempo determinado Julieta grita:—¡Papá! Recorre con desesperación parte de los cuartos de ésta pequeña casa de un sólo piso. No sabe cuánto tiempo le queda y qué tanto durará sin encontrarse con alguien y Julieta ya no siente paz; todo su cuerpo busca con desasosiego a su padre, y al final del pasillo sin parar de llamarlo se mueve rápido hasta doblar a la derecha. La iluminación de la cocina es poca pero es recompensada por la luz marítima del sol entrando por la ventana y que la guían a ver al instante a Marcus, observando por la ventana.Marcus hace una señal de silencio y el eco del sonido del transporte estremece aquel sentido que no está ni un momento en paz. Tiene que ponerse a su lado en puntillas porque incluso cree que podrán oír sus pasos. Cualquier posibilidad que ahora el cuerpo detecta como peligro envía una corriente de adrenalina, y cuando toma el bra
—Eres un —Julieta no se atreve a decir la palabra porque la garganta se cierra y ahí queda su insulto, sin ver nunca la luz. Si sus labios tiemblan es debido a la rabia, si puede escuchar su corazón de cristal romperse en una pequeña fracción es porque decirlo significó…sentenciar la felicidad que creyó que había ganado—, no te atrevas a acercarte a mí. ¡Nunca! Puedo hacer yo sola y tú puedes continuar haciendo lo que se de te la gana.Román mira por su hombro ya que escuchó algo similar a unos pasos y por muy agobiado que se sienta debido a las jodidas palabras que Julieta escupe, debe llevarla a un lugar seguro, no importa si está enojada con él.—Hablaremos de esto después.—¡¿Cómo te atreves a…?!La voz de Julieta se recorta en menos de un segundo cuando el sonido que había paralizado su corazón segundos atrás vuelve por encima de sus cabezas, demasiado lejano para creer que está tan cerca pero demasiado cerca para arruinar la posibilidad de la suerte de salir de aquí. Pero ante
—¿Cómo estás, papá? Si el helicóptero está aquí es porque no te siguieron…—Julieta suspira—, Dios, que haya escapado —Marcus Peterson es un hombre muy valiente, de personalidad determinada, y haría todo lo posible para lograr lo que se propone. Cree fielmente en su padre. El frío comienza a bajar la temperatura de la casa. Nota que tiene una pequeña construcción de chimenea no muy grande con madera chamuscada. Tiene que buscar más porque por ésta noche sentirá frío y odia el frío. Vuelve al pasillo para salir al huerto y buscar madera. Encuentra un par de troncos que no están del todo cortados, y el hacha está al lado.Julieta se repite: tan sólo unas cuantas más. Trató de no astillarse y obtuvo cinco pedazos más de madera. Los llevó y aunque no los encendería todavía porque aún era de día, lo haría con un par de fósforos que supuso Román había encontrado y lo había dejado en la mesa. Al sentir que tendría algo de calor, un pequeño alivio la recorrió.Y ahora el sonido de la leve
Estar con un hombre no había sido realmente una idea con la que soñaba. No es virgen, pero ha pasado un tiempo desde que estuvo con alguien de ésta forma. ¿Y acaso se negaba a estar con un hombre como Román de ésta forma? Jamás. Tal vez está enojada por muchas cosas en éste momento, pero no habrá marcha atrás, no ahora cuando su cuerpo clama por volverse uno solo bajo el toque de su esposo. Manos suaves descubriendo el camino de sus muslos desnudos que persiguen sus dedos para ser tocados. Ya no hay límites que los detengan y Julieta es condenada por todo el cuerpo de Román, que de una vez se quita la camiseta y bajo su cuerpo, comienza a usar dedos para trazar cada rincón de su piel. No son un matrimonio normal, quizás nunca lo serán. Pero si comparten algo en común es este deseo que sobrevive a todo lo que han tenido que pasar. Estar sin nada es una gran ventaja y Julieta no siente pudor al animarse en ser sólo de él, y está convencida de que Román no dejará que se muestre recata
Julieta no fue capaz de responderle. Enmudecida y totalmente expuesta ante él, no había nada que la regresara a la vida a excepción de ese beso con sabor al propio cielo. Después de estar juntos, era claro que ya…no podía dejar de pensar en él por un segundo.La manera en la que la abrazaba y ese calor contra ella en su piel desnuda, sus labios en su cabello y el corazón latiendo al mismo tiempo. Eso estaba totalmente lejano a cómo terminaría aquel día, pero Julieta no quiso pensar en eso aquella noche porque no dormiría pese a estar lo bastante cansada como para alzar una pluma, y lo único que logró fue perderse en los brazos de Román.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~¿Qué se supone que hará ahora? Cuando abre los ojos, el destello de la luz del sol entra por la ventana detrás de ellos. El humo en la fogata indica que ya todo el fuego de la chimenea se ha apagado y no existe el frío, sino ese calor propio de las costas. Román la tiene acorralada con sus dos brazos fuertes, y ésta imagen tardar
Román la quiere volver loca. A este punto, viven por y para Lizzie, y la considera una figura materna para la pequeña.No tiene tiempo de responderle porque en lo que ahora respecta sus vidas pueden cambiar totalmente si lo que Román dijo resulta ser verdad, por lo tanto, está convencida de que para salir de aquí con vida y sin que los atrapen es enfrentándose. Pero en este lugar casi a la mitad de la nada y con tres cartuchos cada uno no es la mejor forma de enfrentarlos pero si de continuar. Román sabe muy bien lo que hace y debe seguir lo que indica para no arruinar lo que este pensando en hacer. —Espera —Román indica con rapidez tirando de ella hacia su cuerpo—, son varios hombres. No llevan uniforme. —¿Qué haremos?Román da una larga ojeada a cada lado y cuando sus ojos se encuentran con algo baja la mirada hacia Julieta.—¿Ves ese carro de allí? Podemos usarlo pero para encenderlo hay que romper la guantera y unir los cables, y eso tomará mucho tiempo. Así que mientras lo hac
A este punto mentiría si la mirada de Román y su severa sentencia no hacen que pierda un poco la calma. Como si ya sintiera en su cuello una soga que jala más de ella para asfixiarla. Aprieta los dedos al volante y vuelve a respirar.—No sé cómo decirte esto…—Julieta murmura con la vista fija en la carretera. Todavía no sabe a dónde se dirige, y lo más probable es que ambos tengan qué tomar rutas donde exigen una identificación. Para ese momento tendrán que tener un plan. ¿Realmente puede confiar en Román en estos instantes?—, es algo muy serio…Román, por su parte, no deja de mirarla. Luego deja el arma en su regazo y dirige sus ojos claros hacia el frente.—Sospecho que no me dices la verdad…—La verdad no es la habíamos creído. Me contaste sobre lo de mi padre, y pese a tener dudas sobre ti, necesito que me demuestres que dices la verdad —Julieta rectifica con una mirada apesadumbrada—, todo lo que está pasando ha sido culpa de una sola mujer, y esa mujer es la desgracia de la vid