40. Rabia y deseo

—¿Cómo estás, papá? Si el helicóptero está aquí es porque no te siguieron…—Julieta suspira—, Dios, que haya escapado —Marcus Peterson es un hombre muy valiente, de personalidad determinada, y haría todo lo posible para lograr lo que se propone. Cree fielmente en su padre.

El frío comienza a bajar la temperatura de la casa. Nota que tiene una pequeña construcción de chimenea no muy grande con madera chamuscada. Tiene que buscar más porque por ésta noche sentirá frío y odia el frío. Vuelve al pasillo para salir al huerto y buscar madera. Encuentra un par de troncos que no están del todo cortados, y el hacha está al lado.

Julieta se repite: tan sólo unas cuantas más.

Trató de no astillarse y obtuvo cinco pedazos más de madera.

Los llevó y aunque no los encendería todavía porque aún era de día, lo haría con un par de fósforos que supuso Román había encontrado y lo había dejado en la mesa.

Al sentir que tendría algo de calor, un pequeño alivio la recorrió.

Y ahora el sonido de la leve
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