La risa de la multitud aún resonaba en los oídos de Dolores mientras se apartaba del blanco, su corazón latiendo con fuerza. La victoria había sido dulce, y la sensación de haber sorprendido a todos, especialmente a Nicolás, la llenaba de una satisfacción indescriptible. Con las mejillas sonrojadas por la emoción, se volvió hacia él, que la observaba con una mezcla de admiración y asombro.__“¿Así que ahora soy la experta en arquería?”, bromeó, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Nicolás, aún atónito, no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo.__“Definitivamente, has demostrado ser mucho más de lo que esperaba, milady,” respondió, su tono lleno de complicidad. “No solo has ganado la apuesta, sino que has dejado a todos boquiabiertos.”Dolores sintió un cosquilleo de orgullo al escuchar sus palabras. La conexión entre ellos, que había comenzado como una simple alianza política, se estaba transformando en algo más profundo. Mientras la multitud seguía celebrando, ella se dio cuenta
La noche había sido cálida y llena de promesas. Dolores se despertó con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, iluminando su habitación con un resplandor dorado. A su lado, Nicolás aún dormía, su rostro sereno y relajado. Ella sonrió al recordarlo, sintiendo una oleada de felicidad recorrerla. Desde su victoria en el concurso de tiro con arco, su relación había cambiado de maneras que nunca había imaginado.Mientras se levantaba de la cama, un ligero susurro de emoción la acompañaba. Se sentía diferente, más fuerte y más segura de sí misma. La sensación de ser valorada y respetada por Nicolás le daba alas. Se vistió con un vestido de lino ligero, que acentuaba su figura y reflejaba su nuevo estado de ánimo. Al mirarse en el espejo, notó cómo su sonrisa brillaba con una energía renovada.Cuando Nicolás despertó, la vio y su rostro se iluminó. __"Buenos días, milady," __dijo con una voz suave, estirándose como un gato. __"Hoy pareces radiante."__"Gracias, mi lord. Me sien
Verónica se encontraba encerrada en su aposento, la luz del sol apenas se filtraba por las pesadas cortinas que cubrían las ventanas. El castigo impuesto por su madre, la reina, era una carga que la oprimía, pero no podía dejar que eso la detuviera. Con una determinación renovada, decidió que debía averiguar cómo estaban las cosas en el palacio.__“¡Livia!” llamó, y su doncella entró rápidamente, con una expresión de preocupación en su rostro.__“¿Qué deseas, mi señora?” preguntó Livia, inclinándose levemente.__“Necesito que vayas a ver qué sucede en el palacio. Pregunta por el príncipe Faruq y la princesa Valeria. Debo saber cómo se desarrollan los eventos,” __ordenó Verónica, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de ella. La idea de que Valeria se casara con Faruq la consumía.__“Sí, mi señora. Iré de inmediato,” __respondió Livia, saliendo con rapidez.Verónica se quedó sola, su mente llena de pensamientos oscuros. La boda de Valeria era un eve
El palacio seguía animado, resonando con ecos de risas y música que aún parecían flotar en el aire. Dolores se despertó temprano, el sol brillando a través de las ventanas, llenando su habitación de luz. Después de un desayuno ligero, donde conversó con la reina, sobre los eventos recientes, la reina le pidió que visitara a la princesa Valeria. Sabía que las dos tenían mucho de qué hablar, y la reina deseaba que su prima se sintiera apoyada en estos momentos de cambio.Nicolás, como duque de Ghrand y un enlace del rey Exol, también se interesó en la reunión. Era un hombre astuto y sabía que las conexiones entre las familias reales eran cruciales en estos tiempos inciertos.Dolores, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo, partió hacia los aposentos de Valeria. Al llegar, encontró a la princesa en su patio, regando flores con esmero. El jardín era un espectáculo de colores vibrantes y fragancias dulces. Cuando le anunciaron que Dolores venía, Valeria dejó sus tare
El bullicio del banquete había disminuido, y el jardín del palacio estaba en calma. Valeria y Dolores se encontraban bajo la luz de la luna, rodeadas de flores que brillaban tenuemente.“¿Te imaginas lo que Faruq y Nicolás están discutiendo?” preguntó Dolores, mirando hacia el salón.“Espero que encuentren una solución,” respondió Valeria, su voz cargada de preocupación. “No puedo dejar de pensar en lo que Verónica podría estar planeando.”Dolores frunció el ceño. “¿Por qué haría algo así? Es tu hermana.”“Lo sé,” dijo Valeria, suspirando. “Pero desde que Takeq llegó, las cosas han cambiado. Verónica siempre ha querido el poder.”Un sirviente se acercó corriendo. “Su Alteza, el príncipe Faruq solicita su presencia en el salón principal. Es urgente.”Ambas se miraron, y Valeria asintió. “Vamos.”Al entrar al salón, la atmósfera era tensa. Faruq y Nicolás estaban al centro, rodeados de nobles que murmuraban.“Gracias por venir,” comenzó Faruq, su voz grave. “Tenemos un problema serio. V
La noche seguía oscura, pero el fuego del invernadero iluminaba el cielo, creando sombras danzantes en el rostro preocupado de Valeria. El aire estaba cargado de humo y tensión, y el eco de los gritos aún resonaba en sus oídos.“No puedo creer que Verónica haya llegado tan lejos,” dijo Valeria, su voz temblando de rabia y tristeza.Dolores la miró, su expresión seria. “Es el poder lo que la ha cambiado. No la conoces como antes. Está dispuesta a destruirlo todo.”Faruq, aún cubierto de cenizas, se acercó. “Debemos reunir a todos los nobles y explicarles la situación. No podemos dejar que los rumores de Verónica se propaguen.”“¿Y qué les dirás?” preguntó Nicolás, cruzando los brazos. “¿Que su propia princesa está conspirando contra ellos?”“Es la verdad,” respondió Faruq, su tono firme. “Si no actuamos ahora, perderemos su confianza. Y eso es lo que Verónica quiere.”Valeria frunció el ceño. “¿Y cómo planeas reunir a todos? Después del caos en el invernadero, estarán asustados.”“Tend
El sol se asomaba tímidamente por el horizonte, iluminando el palacio con un suave resplandor dorado. Valeria se encontraba en su habitación, mirando por la ventana mientras la brisa fresca de la mañana acariciaba su rostro. El aire estaba impregnado de una mezcla de esperanza y ansiedad. Sabía que el día que tenían por delante sería crucial.“¿Estás lista?” preguntó Dolores, entrando en la habitación con una bandeja de frutas. “Debes comer algo antes de la reunión.”Valeria se volvió, forzando una sonrisa. “Sí, solo… tengo un nudo en el estómago.”“Es normal,” dijo Dolores, colocando la bandeja sobre la mesa. “Todos están nerviosos. Pero recuerda, no estás sola. Todos te apoyan.”“Lo sé, pero es mi hermana. A veces siento que puedo hacer algo para detenerla, pero…” Valeria se detuvo, sintiendo la angustia apoderarse de ella.“No puedes salvarla,” interrumpió Dolores suavemente. “Verónica ha elegido su camino. Ahora debes proteger a los que amas.”Valeria asintió, aunque el peso de la
La lucha por la marca Gobles.En el Monasterio de priato de santa marta, la marca Gobles, en área fronteriza entre Escocia e Irlanda del Norte, la pequeña Estacia tenía paredes y suelo de piedra y un tejado ondulado. Una humedad fría lo colaba todo, proporcionando un brillo desagradable a la luz de la única lámpara.La habitación parecía congelada en el tiempo, como si hubiera sido abandonada hace décadas, con polvo acumulado en cada rincón y telarañas colgando del techo. Sin embargo, en aquella noche sombría, el ambiente estaba cargado de tensión y miedo, como si el lugar hubiera cobrado vida repentinamente. Dos mujeres, con el rostro pálido y los ojos llenos de temor, se aferraban a sus abrigos en un intento desesperado por mantener el calor, mientras una gata negra se acurrucaba a sus pies, también temblando.La puerta, reforzada con una antigua tranca de madera, permanecía cerrada y asegurada desde el interior, como si las ocupantes estuvieran tratando de protegerse de algo que ace