Verónica se encontraba encerrada en su aposento, la luz del sol apenas se filtraba por las pesadas cortinas que cubrían las ventanas. El castigo impuesto por su madre, la reina, era una carga que la oprimía, pero no podía dejar que eso la detuviera. Con una determinación renovada, decidió que debía averiguar cómo estaban las cosas en el palacio.__“¡Livia!” llamó, y su doncella entró rápidamente, con una expresión de preocupación en su rostro.__“¿Qué deseas, mi señora?” preguntó Livia, inclinándose levemente.__“Necesito que vayas a ver qué sucede en el palacio. Pregunta por el príncipe Faruq y la princesa Valeria. Debo saber cómo se desarrollan los eventos,” __ordenó Verónica, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de ella. La idea de que Valeria se casara con Faruq la consumía.__“Sí, mi señora. Iré de inmediato,” __respondió Livia, saliendo con rapidez.Verónica se quedó sola, su mente llena de pensamientos oscuros. La boda de Valeria era un eve
El palacio seguía animado, resonando con ecos de risas y música que aún parecían flotar en el aire. Dolores se despertó temprano, el sol brillando a través de las ventanas, llenando su habitación de luz. Después de un desayuno ligero, donde conversó con la reina, sobre los eventos recientes, la reina le pidió que visitara a la princesa Valeria. Sabía que las dos tenían mucho de qué hablar, y la reina deseaba que su prima se sintiera apoyada en estos momentos de cambio.Nicolás, como duque de Ghrand y un enlace del rey Exol, también se interesó en la reunión. Era un hombre astuto y sabía que las conexiones entre las familias reales eran cruciales en estos tiempos inciertos.Dolores, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo, partió hacia los aposentos de Valeria. Al llegar, encontró a la princesa en su patio, regando flores con esmero. El jardín era un espectáculo de colores vibrantes y fragancias dulces. Cuando le anunciaron que Dolores venía, Valeria dejó sus tare
El bullicio del banquete había disminuido, y el jardín del palacio estaba en calma. Valeria y Dolores se encontraban bajo la luz de la luna, rodeadas de flores que brillaban tenuemente.“¿Te imaginas lo que Faruq y Nicolás están discutiendo?” preguntó Dolores, mirando hacia el salón.“Espero que encuentren una solución,” respondió Valeria, su voz cargada de preocupación. “No puedo dejar de pensar en lo que Verónica podría estar planeando.”Dolores frunció el ceño. “¿Por qué haría algo así? Es tu hermana.”“Lo sé,” dijo Valeria, suspirando. “Pero desde que Takeq llegó, las cosas han cambiado. Verónica siempre ha querido el poder.”Un sirviente se acercó corriendo. “Su Alteza, el príncipe Faruq solicita su presencia en el salón principal. Es urgente.”Ambas se miraron, y Valeria asintió. “Vamos.”Al entrar al salón, la atmósfera era tensa. Faruq y Nicolás estaban al centro, rodeados de nobles que murmuraban.“Gracias por venir,” comenzó Faruq, su voz grave. “Tenemos un problema serio. V
La noche seguía oscura, pero el fuego del invernadero iluminaba el cielo, creando sombras danzantes en el rostro preocupado de Valeria. El aire estaba cargado de humo y tensión, y el eco de los gritos aún resonaba en sus oídos.“No puedo creer que Verónica haya llegado tan lejos,” dijo Valeria, su voz temblando de rabia y tristeza.Dolores la miró, su expresión seria. “Es el poder lo que la ha cambiado. No la conoces como antes. Está dispuesta a destruirlo todo.”Faruq, aún cubierto de cenizas, se acercó. “Debemos reunir a todos los nobles y explicarles la situación. No podemos dejar que los rumores de Verónica se propaguen.”“¿Y qué les dirás?” preguntó Nicolás, cruzando los brazos. “¿Que su propia princesa está conspirando contra ellos?”“Es la verdad,” respondió Faruq, su tono firme. “Si no actuamos ahora, perderemos su confianza. Y eso es lo que Verónica quiere.”Valeria frunció el ceño. “¿Y cómo planeas reunir a todos? Después del caos en el invernadero, estarán asustados.”“Tend
El sol se asomaba tímidamente por el horizonte, iluminando el palacio con un suave resplandor dorado. Valeria se encontraba en su habitación, mirando por la ventana mientras la brisa fresca de la mañana acariciaba su rostro. El aire estaba impregnado de una mezcla de esperanza y ansiedad. Sabía que el día que tenían por delante sería crucial.“¿Estás lista?” preguntó Dolores, entrando en la habitación con una bandeja de frutas. “Debes comer algo antes de la reunión.”Valeria se volvió, forzando una sonrisa. “Sí, solo… tengo un nudo en el estómago.”“Es normal,” dijo Dolores, colocando la bandeja sobre la mesa. “Todos están nerviosos. Pero recuerda, no estás sola. Todos te apoyan.”“Lo sé, pero es mi hermana. A veces siento que puedo hacer algo para detenerla, pero…” Valeria se detuvo, sintiendo la angustia apoderarse de ella.“No puedes salvarla,” interrumpió Dolores suavemente. “Verónica ha elegido su camino. Ahora debes proteger a los que amas.”Valeria asintió, aunque el peso de la
“Si sigues por este camino, solo traerás ruina,” advirtió Faruq, su mirada intensa.Verónica se rió, pero su risa estaba llena de locura. “¿Y qué van a hacer? ¡Nada! Estoy lista para enfrentar a cualquiera que se interponga en mi camino!”Valeria sintió que la desesperación la invadía. “Verónica, por favor. No tienes que hacer esto. Podemos encontrar una solución juntos.”“¿Solución? ¡No necesito tu compasión!” Verónica gritó, levantando la mano.Con un movimiento rápido, Verónica sacó una carta de su manto y la arrojó al suelo. En las cartas habia prueba, de que muchos de los nobles en la sala, tenían su lado sucio. Cosa que podía hacerles perder la cabeza si el rey, llegara a enterarse. “¡Miren esto! ¡Pruebas de traición!”La sala estalló en murmullos, y Valeria sintió que el corazón se le detenía. “¿Qué has hecho?” preguntó, sintiendo que el miedo la invadía.“He revelado secretos que nunca debieron salir a la luz,” dijo Verónica, s
Los días pasaron, y Valeria comenzó a adaptarse a su nueva vida en Dunas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no todo era tan sencillo. La vida en el palacio estaba llena de intrigas, celos y rivalidades. Las concubinas del príncipe Faruq eran numerosas, y cada una de ellas deseaba ganar su favor.Una de ellas, Layla, se convirtió rápidamente en su mayor rival. Layla era hermosa y astuta, y no perdía la oportunidad de menospreciar a Valeria. “¿Cómo te sientes, princesa heredera? Debes estar emocionada de estar aquí, aunque todos sabemos que no eres la única en el corazón de Faruq,” dijo Layla, con una sonrisa burlona.Valeria sintió que la ira comenzaba a burbujear dentro de ella. “No estoy aquí para competir contigo, Layla. Estoy aquí para fortalecer la unión entre nuestros reinos.”“Eso es lo que dices,” replicó Layla, acercándose. “Pero todos saben que no eres más que una intrusa en este palacio. Faruq tiene muchas opciones.”Valeria respiró hondo
La noche continuó, y Valeria se sintió más segura de sí misma. Cada vez que Layla intentaba socavarla, ella respondía con dignidad y gracia. Los nobles comenzaron a apreciar su fortaleza, y la tensión en la sala se disipó.Sin embargo, en el fondo, Valeria sabía que el desafío no había terminado. Layla no se rendiría fácilmente, y la rivalidad entre ellas continuaría.Con el tiempo, Valeria empezó a establecer relaciones con otros nobles, ganándose su respeto y apoyo. Se dedicó a aprender sobre la cultura de Dunas, participando en actividades y eventos que fortalecían su conexión con el pueblo.Un día, mientras paseaba por los jardines del palacio, Valeria se encontró con un grupo de mujeres que estaban en medio de un taller de bordado. Se acercó, interesada en lo que estaban haciendo.“¿Puedo unirme?” preguntó, sonriendo.Las mujeres la miraron con sorpresa, pero una de ellas, una anciana llamada Fatima, sonrió y asintió. “Por supuesto, princesa.