Capítulo 3

La reunión había sido todo un éxito, pero como siempre, yo aún me encontraba en la empresa trabajando arduamente, pues resulta ser que mi jefe me informó que tenía un viaje de improvisto, y como su asistente personal, debía dejar las cosas en orden para su viaje.

Él ya se había marchado, solo quedaba yo en la empresa, sola con los de seguridad, que a veces me miraban con lástima, y odiaba que hagan eso, pero decido ignorarlos y terminar lo antes posible.

Cuando por fin deje todo en orden, decidí que ya era hora de retirarme, apague mi computador y decidí salir de ese lugar, eran casi la diez de la noche, si tenía suerte encontraría algún metro, pero dada mi mala suerte estoy segura que no lo conseguiré.

Camine por la solitaria calle de New York, de noche es mucho más tenebrosa, pero no me quedaba más opciones que ir hasta la parada. Encendí un cigarro durante mi trayecto y sin dudarlo lo llevé a mi boca. La noche estaba fresca y no tenía ningún abrigo que me cubriera del frío.

Cuando por fin vislumbré la parada, hice señas con mis manos y este se acercó sin problema, le di una última calada a mi cigarro antes de subir y emprender mi viaje a casa.

Cuando llegué, ambos familiares estaban esperándome, sorprendidos por la hora, pero pude ver alivio en sus miradas una vez atravesé el salón.

- ¿Qué son estas horas de llegar, Olivia? – preguntó mi hermano. - ¿Acaso tu jefe no tiene consideración y no piensa en el peligro que corres?

- Está claro que no le importa. – musita Camila.

- Tranquilo. Es parte de mi trabajo Francis. – confieso, encogiéndome de hombros.

- Estaba tan preocupado. Pensé por un momento. – guardó silencio, pero no era necesario que lo dijera, entendía su punto y a donde iba.

Un mal recuerdo, una mala noche, y por suerte ya termino y no volverá a pasar. Esos fantasmas del pasado ya desaparecieron y estoy segura no volverán.

- Iré a dormir chicos, en serio estoy muerta, y el tirano de mi jefe estoy segura mañana me lanzará un millón de tareas. – esto último casi ya no entendía pues lo murmure bostezando.

Me adentré a mi habitación, y me di un reconfortante baño, para después lanzarme en la cama y quedar completamente sumergido por el sueño.

Definitivamente estaba cansada.

***

El sonido molestoso de un celular interrumpe mi sueño, miro alrededor y aun todo esta oscuro, tomo con pereza el celular y veo el nombre de mi jefe allí. Me quejo y lo ignoro, pero la insistencia del mismo hace que me enoje. Contesto con una voz ronca y muy tosca, y no me importa.

- Bueno.

- Señorita Campbell, le comunico que a las seis en punto un chofer pasará a recogerla. – mi ceño se frunce.

- La entrada es a las ocho, señor Brown. – murmuro confundida.

- Usted viajará conmigo a la Reunión. – eso hace que me siente de inmediato en mi cama, y puedo distinguir ahora que su voz suena sensualmente despierta, mientras yo me encuentro afónica.

- Creo que no es necesario que yo asista. – aguardo la esperanza de que por favor sienta consideración de mí.

- A las seis, ni un minuto más y ni un minuto menos. – y con aquella orden, me cuelga la llamada.

Miro la hora, cuatro con treinta y cinco minutos. Ahogo un grito en mi almohada, para después poner la alarma y tirarme nuevamente a dormir. No fue difícil, caí nuevamente en un profundo sueño.

Nuevamente el sonido del celular me despierta, es la p**a alarma, me levanto de la cama perezosamente y me adentro a darme una ducha. Minutos después, preparo un pequeño bolso con algunas cosas, especialmente de aseo personal.

Miro la hora en mi celular, las seis menos cinco. Me da igual, llegare tarde. Salgo en silencio, aun nadie está despierto por lo que dejo solo una nota avisando de mi viaje exprés. Y cuando estoy en frente puedo ver el auto negro que grita a los cuatro vientos lujos, me espera, con un señor regordete y calvo.

Le sonrío amablemente para después emprender el viaje hasta el aeropuerto. Y yo que pensaba tendría un trabajo tranquilo en la oficina, el tirano de mi jefe se empeña en molestar.

Cuando llegamos al aeropuerto pude observar a mi jefe ansioso y furioso por mi llegada tardía, faltaba poco para que lance humos por las orejas, es que en serio no puede ser más malhumorado este hombre. Tanta belleza desperdiciada. ¿Sera que cuando tiene sexo, también es así de intenso? Elimino cualquier pensamiento libidinoso en estos momentos.

- Veinte minutos tardes, Campbell. – escupe. - ¿Cuándo será el día en que respetes los horarios establecidos?

- Lo siento, señor. – musito bajito. Si supiera que me quede dormida.

- Siempre lo sientes, pero no cumples. – lanza, lo que me hacer hervir la sangre.

- Cumplo con mi trabajo al pie de la letra, incluso en horarios que no me corresponden. – suelto. Me mira sorprendido por mi respuesta

Cuando ingreso al jet, quedo sorprendida por lo amplio que es y lo lujoso también. Este hombre suda dinero, tiene tantas comodidades que me sorprende la soledad de su vida.

Que aburrido ha de ser. – pienso.

Al cabo de unos minutos más tarde, siento que toma asiento al lado mío, lo que me inquieta más. Semejante avión y tiene justamente que sentarse al lado mío.

Su única tarea pareciera ser molestarme. Saco mi laptop y empiezo a teclear, lo bueno de trabajar con él es que nunca falta trabajo y en momentos como estos, agradezco tenerlo.

Cuando llegamos al fin, en sumo silencio nos dirigimos hasta el hotel, no sin antes advertirme que debía ir a su habitación para seguir trabajando, lo cual acepte. No tenía opción.

Definitivamente será un día bastante largo.

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