Final - Olivia Campbell
Los días al lado de mi familia han sido estupendos, todo era color de rosa, todo estaba saliendo a la perfección. Los proyectos en la empresa arrasaban con todo, convirtiéndonos en el número uno de toda Europa, Dalbert me ha convertido en socia mayoritaria, sin embargo, decidí seguir trabajando como su asistente. Prácticamente hacía lo mismo que él, pero más ordenado.Mi prima Camila, sigue con sus estudios y mi hermano conoció a una chica, y aunque Fiorella se ha mostrado muy reacia en conocerla, no se ha negado a que su padre sea feliz.En mi familia, Lúa esta próxima a cumplir un año, más bien falta unos pocos meses y cabe destacar que todos están emocionados. Las emFinal – Dalbert BrownDesde aquel día, en que fuimos descubierto por la mujer que se me insinuaba, mi vida ha ido de viento en popa. La mujer ha sido despedida, cabe destacar ese detalle, pues ya tenía los días contados, y ese momento firmo su sentencia de despido. No lo dudé y le grité en la cara delante de todos. Quizás me propase al gritarle, pero estaba furioso, primero porque nos encontró en un momento intimo en nuestra cocina. No tenía excusa, porque de noche ellos no pueden ingresar ni para beber agua, puesto que tienen su propia heladera en la casa donde duermen. Y segundo, su gritó alerto a todos los integrantes de la casa, teniendo en minutos miles de pares de ojos observándome el miembro dormido despu
Epílogo Dos Años Después. - ¡Maldita sea, Dalbert! También esto lo hiciste en grande. – grito, nerviosa además de adolorida. – ¿Ya llamaste a la doctora? – pregunto mientras intento normalizar mi respiración, pero estar embarazada de gemelos, además de que están a punto de nacer lo hace más difícil, y con mi diminuto cuerpo ya se imaginan lo que sufriré. El solo imaginármelo ya me quiero desvanecer. Dalbert se encuentra corriendo de aquí para allá, mientras Luis me ayuda a subir al carro. Su desespero me desespera y más con la carcajada de mi hermano de fondo, burlándose de él. - Luis llévame. - ordene en un hilo de voz. Mi esposo subió en la parte trasera de la camioneta, se acomodó
Todos pensamos que la vida te muestra las oportunidades sin censura y tu decides cual tomar. Yo elegí seguir con mi vida después de aquella noche terrorífica y sin olvidar que días después, volví a vivir algo caótico, como la muerte de mis seres queridos, pero aun así, decidí seguir adelante. Un trabajo estable pero estresante, sin vida social, a merced de un hombre sumamente maduro e imponente. Supongo que de eso se trata el cargo de Asistente Personal. Aunque personalmente no se nada de él, no conozco ni su casa, solo me se de memoria todo lo relacionado a lo laboral. Somos polos opuestos, que sin verlo venir se atraen. Sin embargo, no soy una persona que se deja dominar, en mi vocabulario no existe la palabra sumisión, aunque para ser claros, nadie sabría que aquello se volvería una fantasía. El comienzo de una elección.
Olivia Campbell Sentada en mi escritorio, mientras intentaba beber de mi café acompañado de un pan integral, pero era imposible, especialmente cuando los gritos de la mujer dentro de la oficina de mi jefe, me hacían crear una película pornográfica en la cabeza.¿Cómo describirlo? En palabras resumidas es un Dios griego, pero en otras palabras era un promiscuo, arrogante, narcisista, era un maldito hijo de p**a de lo peor, un tirano, era Hitler en persona, ni toda la belleza que poseía podía compararse con su peculiar mal humor de siempre. En la empresa todos lo temían, la puntualidad y el orden era algo muy característico de él, aunque lo primero siempre era un problema conmigo, pues siempre llegaba cinco minutos tarde, y sí, siempre me regañaba como una niña, pe
Eran las nueve de la noche cuando llegue frente a casa, no tenía ganas de ingresar aun dentro y el cielo se encontraba perfectamente estrellado, lo cual me gustaba. Tomé asiento en uno de los escalones de la entrada, mientras rebuscaba en mi bolso la cajetilla de cigarrillo barato que adquirí del supermercado. Lo encontré y rápidamente llevé una a mi boca para encenderlo e inhalar y expulsar el humo.Lo necesitaba. Me recuesto en el piso, quedando boca arriba, mirando el cielo estrellado por el pequeño orificio que dejaba los arboles allí, disfrutaba de esa sensación de paz, mientras expulsaba el humo por la boca y lo veía disiparse sobre mi rostro.Si mi jefe me viera en estos momentos, de seguro ya tendría mi carta de despido. Él odia a todos los que fuman, y para ser francos, no tengo la menor idea del porqué, pero en estos momentos no me importa, pues no estoy en horario laboral, y realmente no quiero pensar en ese hombre.Nunca entendí porque le molestaba, y creo nunca
La reunión había sido todo un éxito, pero como siempre, yo aún me encontraba en la empresa trabajando arduamente, pues resulta ser que mi jefe me informó que tenía un viaje de improvisto, y como su asistente personal, debía dejar las cosas en orden para su viaje.Él ya se había marchado, solo quedaba yo en la empresa, sola con los de seguridad, que a veces me miraban con lástima, y odiaba que hagan eso, pero decido ignorarlos y terminar lo antes posible. Cuando por fin deje todo en orden, decidí que ya era hora de retirarme, apague mi computador y decidí salir de ese lugar, eran casi la diez de la noche, si tenía suerte encontraría algún metro, pero dada mi mala suerte estoy segura que no lo conseguiré.Camine por la solitaria calle de New York, de noche es mucho más tenebrosa, pero no me quedaba más opciones que ir hasta la parada. Encendí un cigarro durante mi trayecto y sin dudarlo lo llevé a mi boca. La noche estaba fresca y no tenía ningún abrigo que me cubriera del f
Mi correo estaba colapsado por tantas tareas encomendadas por mi jefe. Realmente no entiendo como no descansa, el no paraba y a mí ya me estresaba, aunque admito como es que se lanza a fondo en sus responsabilidades.Dalbert nunca descansaba. Siempre tenía algo que hacer y a quién molestar, ese caso era yo, mi papel de asistente personal me obligaba a cumplir sus órdenes.Eran las once de la noche y yo seguía en su m*****a habitación trabajando, en serio, a veces quería renunciar, pero todos los días me repetía que la paga era buena, y por ello aguantaba.Pasaron los minutos y decido parar, me recuesto por la reposera de la silla mientras restregaba los ojos con las manos y bostezaba.-Puedes ir a descansar. – esas cuatro palabras eran música para mis oídos. Sin dudar ni un solo segundo, me puse de pie sin decir nada y empecé a guardas mis cosas. – Mañana temprano continuaremos. – sentencia cuando me estoy dirigiendo a la salida, lo miro sobre mis hombros y asiento.
Como era de esperarse, mi jefe tan puntual. A esa hora, en punto estuvo frente a la puerta de mi habitación, y no se me pasa desapercibido la mirada que me brinda cuando estoy frente a él, ya que esta ocasión y como me dijo que iríamos a un bar, no tengo esos trapos aburridos.No negaré que cuando lo vi, se me seco la garganta de lo apuesto que se encontraba, del mismo modo el trago en seco después de examinarme de pies a cabeza. Salimos de lugar sin mediar palabras. El trayecto fue igual de silencioso, pero no ese silencio tenso, esta vez era placentero, pues yo disfrutaba las luces de la ciudad, la que observaba por la ventana del coche.Cuando me dijo que iríamos a un bar, no me imagine que sería a un estilo muy libertino. Este era un club, por fuera no llama la atención, más bien parece un lugar de mala muerte. Pero estaba muy equivocada y bastante decepcionada tambien, pues mi jefe me acaba de avisar que estamos en este lugar por trabajo. Creo que era demasiado bu