Eran las nueve de la noche cuando llegue frente a casa, no tenía ganas de ingresar aun dentro y el cielo se encontraba perfectamente estrellado, lo cual me gustaba. Tomé asiento en uno de los escalones de la entrada, mientras rebuscaba en mi bolso la cajetilla de cigarrillo barato que adquirí del supermercado. Lo encontré y rápidamente llevé una a mi boca para encenderlo e inhalar y expulsar el humo.
Lo necesitaba. Me recuesto en el piso, quedando boca arriba, mirando el cielo estrellado por el pequeño orificio que dejaba los arboles allí, disfrutaba de esa sensación de paz, mientras expulsaba el humo por la boca y lo veía disiparse sobre mi rostro.Si mi jefe me viera en estos momentos, de seguro ya tendría mi carta de despido. Él odia a todos los que fuman, y para ser francos, no tengo la menor idea del porqué, pero en estos momentos no me importa, pues no estoy en horario laboral, y realmente no quiero pensar en ese hombre.Nunca entendí porque le molestaba, y creo nunca lo sabré, seguro posee algún trauma, aunque para ser honesta, nunca he sabido nada más de lo laboral. Su vida personal estaba en un baúl escondido bajo llave, no sé nada de familias, ni amigos. En los eventos siempre está solo, por lo que deduzco su amargura, o su soledad.Por alguna extraña razón eso me hacía sentir mal, estar solo no es nada placentero, incluso alejaba a todos, y quizás por eso, aún seguía a su lado, como su leal compañera de trabajo, aunque a veces quisiera ahorcarlo.De la nada, mi mente empieza a imaginar mi cuerpo en una cama, con sabanas de seda. Unas manos bien masculinas acariciándome con rudeza, y me encantaba, separando mis piernas, elevo la mirada hacia arriba arqueando mi espalda, y cuando vuelvo a mirarlo, veo el rostro sonriente de mi jefe ahí abajo, apunto de hacerme un oral.Mis ojos se abren casi saliéndose de sus órbitas, y pude darme cuenta que tuve un sueño con mi jefe despierta.-¡Carajo! Necesito sexo con urgencia – susurro más para mi, mientras con mi mano apago el cigarrillo y me incorporo de mi lugar para adentrarme dentro de la casa.Es una casa amplia, con muchas habitaciones, o suficientes para una familia numerosa. En la sala se encuentra Francisco, mi hermano en compañía de Fiorella, su hija y mi sobrina. Decidió quedarse a vivir aquí después de la muerte de su esposa, asumiendo que no quería dejarnos sola y teniendo en cuenta que no quería alejar a Fio de nosotras ni dejarla con niñera, puesto que él trabajaba todo el día. Más bien creo que no quería estar solo, y lo entiendo, solo quedábamos el, mi prima y yo, además de mi Fio. Es un excelente maestro de historia en la universidad y un excelente padre para mi sobrina.Mas al fondo estaba Camila, estaba colocando la mesa, ella se quedó con nosotros después de la muerte de sus padres, así como yo, también es huérfana, estudia derecho en la universidad de leyes y trabaja como mesera en una cafetería, al menos para cubrir sus gastos.La casa quedo a mi nombre y la de mi hermano, después de la muerte de nuestros padres pasó a ser nuestra por obvias razones, pero me encantaba ese ambiente familiar que teníamos a pesar de las ausencias de seres queridos. Supimos afrontar el dolor con trabajo que servían de distracción, y manteníamos la casa en buen estado gracias al ingreso de cada uno.-Hola, cariño. – saluda desde la cocina, mi prima, alertando a los demás, Fio al verme, corre hacia mí para lanzarse a mis brazos.-¡Tía! mi padre me ha comprado un oso de felpa – confiesa.-Eso es estupendo, princesa.-Hola, Oli. – saluda Francisco, mientras se acerca a darme un abrazo y un beso. - ¿Qué tal tu día?-Escuche a mi jefe tener sexo salvaje con una de sus amantes, y pues trabaje bastante como todos los días, y tuve que ir a la tintorería dos veces porque el señor quería el traje azul y no el gris.-En resumen. – grita Camila desde donde está. – Una m****a. – todos reímos, porque esa es mi frase, siempre que me preguntan cómo me fue en el trabajo. – Vengan a cenar.Asentimos, y todos nos disponemos a sentarnos en nuestros lugares.-Cada vez llegas más tarde, eso ya no me gusta. – confiesa de repente mi hermano. – Creo que tu jefe anda abusando de tu confianza.-Me paga las horas extras. – respondo como sin nada.-Podemos ver un carro. – dice de la nada Fiorella, y todos la miramos. – Así papá ira a buscarte. – mi hermano le da una sonrisa a su hija mientras le susurra que tiene razón.***Despierto con el sonido de la alarma, es un milagro que eso ocurra. Entro al sanitario a asearme, para después vestirme con mis aburridas prendas de vestir y bajarme a la cocina para desayunar, donde veo a Camila, junto a Fiorella, ya vestida para ir a la escuela.Miro la hora en mi celular, y decido comprar mi desayuno afuera, si es que quiero llegar temprano, me despido de todos, excepto de mi hermano porque no estaba allí, y me voy a esperar el metro.Compro mi café del lugar que queda a una cuadra de la empresa y camino a gran velocidad, pero como siempre, la mala suerte me acecha y llego dos minutos tarde.Subo por el ascensor, y cuando me dispongo a ir a la oficina de mi jefe, su conocida voz me hace pegar un brinco.-Cinco minutos tarde, Campbell. – dice, con voz fría. Me abstengo de poner los ojos en blanco. – Le he enviado una serie de tareas, por favor no pierda el tiempo.-Sí señor. – musito, mientras me pongo a abrir los mensajes y dejaba en orden todo para la reunión de esta tarde.En breve de seguro empezará a gritar y a sofocar a todos los empleados de su queridísima empresa, a tal punto de estresarlos y confundirlos.La reunión era con el señor Richard, un hombre regordete, de entre cincuenta años y la muerte, multimillonario que deseaba una construcción en nuestra ciudad, a fin de tener un lugar donde vacacionar con su esposa. Me encantaba su manera de pensar, pues mucho a esa edad se sumían en sus trabajos y se olvidaba de disfrutar de tantos millones.La hora del almuerzo llego y yo ya había acabado todo lo que tenía que ver con la reunión, por lo que podía asistir a almorzar con suma tranquilidad, y así lo hice, con Luis, un pasante que siempre me acompaña en el restaurante del frente, e intercambiamos palabras cada vez que es nuestra hora de descanso.Si querías una vida social tranquila, definitivamente trabajar para The Group Brown In. no era una opción. Iba a consumir tu tiempo hasta no poder, ibas a adelgazar por falta de tiempo para alimentarte, asumiendo el estrés que te genera la presión de los trabajos, tu vida amorosa se vería afectada. En fin, no tienes tiempo para vivir, y a veces creo que la paga no es suficiente si no disfrutas.Cuando ingresaba en la empresa nuevamente, podía ver como todos se movían de aquí para allá, desesperados por nada para ser francos. Miro a Dahia y le pido los sobres que debieron llegar para mi jefe, me los entrega dándome una mirada de lastima.Cuando llegué arriba, encontré el mismo desorden que abajo, todos angustiados corriendo despavoridos.-El señor Brown te espera en su oficina y está furioso porque una vez más has llegado tarde. – ruedo los ojos, y a pasos tranquilos me adentro a mi cubículo a dejar mi barra de chocolate en uno de los cajones y me dispongo a ir a su oficina.Lo encontré sentado, escribiendo algo en su portátil, se veía realmente furioso, por lo que me puse a pensar si era mejor correr de allí o enfrentar la situación. Suspire y me adentre, sin hacer ruido, temía a que también se enojara por el ruido de mis tacones, y cuando me posicione frente a sus escritorios, baje los sobre sobre ellos.-Ahora son diez minutos tarde, Olivia. – dice, de manera muy tensa. - ¿Quiere que llame a Recursos Humanos y haga mi queja? – siempre me amenazaba con lo mismo.-Lo siento señor Brown, se me hizo tarde en el almuerzo. – musite bajito, como una sumisa.-Si, y justamente cuando tenemos una reunión sumamente importante. ¿No? No sé si cree que esto un juego y puede hacer lo que se le da la gana, pero si somos el número uno, es porque he contratado personas responsables y calificadas.Sin darme cuenta he puesto los ojos en blanco en señal de hartazgo. Grave error. Ahora Galbert se encontraba de pie a punto de gritarme.-Te aburre mis quejas, entonces si no me quieres escuchar es mejor que empieces a hacer bien su trabajo señorita Campbell. – Dios, parecía un abuelo, se quejaba por todo, no paraba ni un segundo, y mientras lo hacía yo solo asentía sin darle importancia. – ¿Entendido? – finalizo. No tengo idea, pero asentí.-Espero todo esté en orden para cuando el cliente venga.-No se preocupe, ya está todo listo. – quedó en silencio, quizás pensando con que fastidiarme.-¿Dónde está el pasante? – pregunto de repente.-Ya lo llamé, pero se le ha hecho tarde. – susurre, conteniendo una risita. Sus ojos se entornaron al percatarse de mi tono burlón, pero es que en serio era gracioso. Entiendo que Luis es importante para la toma de notas en las reuniones, pero no era necesario que lo agobie, aún faltaba una hora para la reunión.Se puso de pie para rodear su escritorio y posicionarse de manera autoritaria frente a mí, tuve que inclinar mi cabeza hacia arriba para poder mirarlo, pues era un hombre muy alto, de unos, metro noventa y tanto.-¿Te estás burlando de mí? – pregunto, mirándome desde arriba.-No, claro que no, señor. – no sé porque mi mente sucia imaginaba otra cosa, por lo que trague en seco. – Le he dejado toda la información referente al cliente en un correo, se lo envié en mi hora de almuerzo, sé que le gusta saber y estar preparado. Tambien llame a la cafetería, para que tenga listo el café. – quiso decir algo, pero decidí seguir hablando. – Y si, les avise que debe ser descafeinado y sin leche porque es intolerante a la lactosa, los de informática ya dejaron en orden el proyector, ya he verificado que las copias de planos estén en la sala de reuniones, y, por cierto, esa corbata no le queda, póngase la roja. – finalice, dándome la vuelta y dejándolo con la palabra en la boca.Me posicione detrás de mi escritorio, pero, justo Gabriella deseaba fastidiarme y eligió este momento para acercarse a mí con un pilón de carpetas. Ella es hermosa y sumamente inteligente, pero como todas las mujeres con dinero, es engreída y fastidiosa.-Ordénalas por colores antes de la reunión, necesito entregárselos a Galbert. – una sonrisa tan falsa como ella, surcaron en mis labios, y con toda la fuerza de voluntad, respondí, aunque estaba claro que no era mi trabajo, pero en estos momentos no quería más problemas.-Sin problema, señorita Smith. – respondí.La reunión había sido todo un éxito, pero como siempre, yo aún me encontraba en la empresa trabajando arduamente, pues resulta ser que mi jefe me informó que tenía un viaje de improvisto, y como su asistente personal, debía dejar las cosas en orden para su viaje.Él ya se había marchado, solo quedaba yo en la empresa, sola con los de seguridad, que a veces me miraban con lástima, y odiaba que hagan eso, pero decido ignorarlos y terminar lo antes posible. Cuando por fin deje todo en orden, decidí que ya era hora de retirarme, apague mi computador y decidí salir de ese lugar, eran casi la diez de la noche, si tenía suerte encontraría algún metro, pero dada mi mala suerte estoy segura que no lo conseguiré.Camine por la solitaria calle de New York, de noche es mucho más tenebrosa, pero no me quedaba más opciones que ir hasta la parada. Encendí un cigarro durante mi trayecto y sin dudarlo lo llevé a mi boca. La noche estaba fresca y no tenía ningún abrigo que me cubriera del f
Mi correo estaba colapsado por tantas tareas encomendadas por mi jefe. Realmente no entiendo como no descansa, el no paraba y a mí ya me estresaba, aunque admito como es que se lanza a fondo en sus responsabilidades.Dalbert nunca descansaba. Siempre tenía algo que hacer y a quién molestar, ese caso era yo, mi papel de asistente personal me obligaba a cumplir sus órdenes.Eran las once de la noche y yo seguía en su m*****a habitación trabajando, en serio, a veces quería renunciar, pero todos los días me repetía que la paga era buena, y por ello aguantaba.Pasaron los minutos y decido parar, me recuesto por la reposera de la silla mientras restregaba los ojos con las manos y bostezaba.-Puedes ir a descansar. – esas cuatro palabras eran música para mis oídos. Sin dudar ni un solo segundo, me puse de pie sin decir nada y empecé a guardas mis cosas. – Mañana temprano continuaremos. – sentencia cuando me estoy dirigiendo a la salida, lo miro sobre mis hombros y asiento.
Como era de esperarse, mi jefe tan puntual. A esa hora, en punto estuvo frente a la puerta de mi habitación, y no se me pasa desapercibido la mirada que me brinda cuando estoy frente a él, ya que esta ocasión y como me dijo que iríamos a un bar, no tengo esos trapos aburridos.No negaré que cuando lo vi, se me seco la garganta de lo apuesto que se encontraba, del mismo modo el trago en seco después de examinarme de pies a cabeza. Salimos de lugar sin mediar palabras. El trayecto fue igual de silencioso, pero no ese silencio tenso, esta vez era placentero, pues yo disfrutaba las luces de la ciudad, la que observaba por la ventana del coche.Cuando me dijo que iríamos a un bar, no me imagine que sería a un estilo muy libertino. Este era un club, por fuera no llama la atención, más bien parece un lugar de mala muerte. Pero estaba muy equivocada y bastante decepcionada tambien, pues mi jefe me acaba de avisar que estamos en este lugar por trabajo. Creo que era demasiado bu
Camino con el iPad en mano, observando de vez en cuando el teatro armado. No me pasa desapercibido que todos tienen su vista puesta en mí, pues es obvio, no tengo el rostro cubierto, y camino como sin nada por el lugar.Este ambiente es el del show, es como el sector Vip, en el centro, los actores del teatro erótico, y alrededor las personas observando cómo le dan un orgasmo a la mujer, así mismo voy anotando las ideas que se me ocurren, como las pantallas, para que puedan tener mejor visibilidad de lo que hacen.Pude notar que el lugar se divide en cinco pisos, el primero, un bar común y corriente, en el segundo, un antro donde puedes estar con damas de compañías u hombres. En el tercero, ya empiezan los bailes eróticos, pero no puedes tocar a las mujeres. Quiero ingresar para ver más, pero sin mi pase no puedo, como tampoco puedo volver a subir, ya que no tengo. Es ridículo, el hombre me vio bajar.Unas manos me sobresaltan. Se trata de Ronin, quien se encuentra rodeado d
Dalbert Brown Después de la muerte de mi madre nunca más volví a ser el mismo. Desde el momento en que la vi cerrar sus ojos, estando yo acostado sobre sus piernas. Mi padre no se encontraba, como siempre tenía tanto trabajo, pero sabía que ya mantenía una relación con otra mujer, aun sabiendo que mi madre lo amaba.Era tanto su amor que nunca le reclamo y se sumió a la soledad. Ya se imaginarán que ella no es buena compañía cuando padeces de una enfermedad terminal, y con el tiempo se dejó vencer, a pesar de que yo intentaba alentarla a no rendirse, pero era solo un niño en esos tiempos, que para mí eran oscuros. Dos días después de su muerte, de que me dejara solo en un mundo tan m****a como este, mi padre contrajo matrimonio con la mujer con quien engañaba a su esposa, e
Empecé a explicarle todo lo que implicaba este nuevo proyecto, y no me pasó desapercibido el cambio de humor cuando le informé que estaríamos trabajando. Definitivamente le debo unas vacaciones, pero es que no puedo sin ella.Oculto una sonrisa en mi rostro al ver su rostro de impresión cuando ingresamos al lugar, especialmente el de asco cuando las meseras desfilan desnudas con sus bandejas a mano. No sé qué pensaría si supiera que su jefe es un dominante y que en este mismo momento mi fantasía es tenerla en un cuarto para poder castigarla por exhibirse de ese modo.Mi humor desaparece cuando noto que Andréi no le quita la vista de encima, y lo peor es que, él es el encargado de enseñarle todo el lugar, pero, estoy seguro que ella sabe cuál es su puesto y entiende que él no es un hombre de fiar.Vamos Dalbert, es un prostíbulo de los caros, no es cómo que será su esposa. – pienso - ¿O sí? Aparte, no es una mujer que le guste este tipo de prácticas sexuales. Eso es imposibl
Cuando volteó a mirarme con esa sonrisa maquiavélica me di cuenta que me había ganado un enemigo, pero realmente no me importaba y no permitiría que Olivia se involucre en este mundo, y mucho menos por placer. Existe otros burdeles de este estilo si tanto quiere experimentar, o si me lo pide se lo regalo, o lo que sea, pero en un mundo de mafiosos no, es peligroso, y lo sé porque vi a mi amigo sufrir la elección de vida de su padre, como también presencie como lo extrañaba ya que nadie debía saber que el existía.- En nada. – respondo a su pregunta. – Olivia, vámonos. – ella asiente e intenta salir del lugar, pero Andréi la detiene.- Piénsalo por favor, Cielo. – ella le da una mirada que no sé exactamente como describir, solo asiente y abandona el lugar. - Siento la interrupción. – aunque realmente no lo sienta.- Soy paciente. – responde con esa sonrisa que no me gusta para nada. Y cuando me disponía a salir, me detengo y lo miro.- Ella no es un simple polvo. Ella
Olivia CampbellEstar enfadada era poco con lo que sentía, esa palabra quedaba corta. Destilaba furia con cada paso que daba rumbo a mi habitación. Esperaba cualquier cosa, como un regaño o miles de trabajo, pero que en resumidas palabras me haya tratado de cualquiera por estar en un club donde el mismo me llevó, y juzgarme por vestirme así. No lo esperaba, de cualquier otra persona quizás, pero no de él. A pesar de su mal carácter lo tenía en un pedestal, pero resulto ser una mierda igual que aquellos hombres que alguna vez abusaron de mí.Intente todo lo posible de no sonar dolida y de contener las lágrimas que querían salir con cada palabra que salía de su boca. P