Dalbert Brown
Estaba ansioso y furioso, no sé cómo describir ambos sentimientos. Ver que llegaban notificaciones del correo de mi esposa era algo que lo creía imposible, así mismo, los trabajos se redujeron y me facilitaron la vida.- Ella se encuentra aún en la clínica. – habla Paulo, cansado ya de mi ataque de histeria.- Entonces dime, ¿Quién demonios estuvo haciendo el trabajo?- No lo sé, quizás fue Camila o tu secretaria.- Ese es el problema. Mi secretaria no sabe, porque los envié en el correo de Olivia. Ni yo tengo acceso a ese correo.- En breve salimos, llegaremos para el evento y luego harás lo que quieras.Suspiro. Paulo tiene razón, deberé calAterrizamos en la gran ciudad de New York, por fin en casa. Ya estamos listos la noche asecha la ciudad y el fresco tambien. Bajamos de manera imponente como siempre por los escalones del jet, y nos disponemos a subir a nuestros respectivos vehículos. Paulo en su auto particular, sin embargo, yo soy recibido por mis hombres de seguridad y una camioneta blindada. - Bienvenido señor. – saluda Luis, entallado en su traje negro a la medida. - Gracias. ¿Alguna novedad?- Ninguna, señor. – responde serio, cerrando la puerta de la camioneta para abrir la suya y poner en marcha la misma.Recorremos la transitada ciudad iluminada por los faros y letreros neón de los comercios o restaurantes, hasta que en la lejanía se ve las luces parpadeantes del salón donde se realiza el evento de mi empresa. Mientras más nos acercamos, más vehículos de lujo observamos, caros estacionad
Yo me encontraba embrujado, hechizado por mi esposa. No podía soltarla, y más que eso, no quería soltarla, temía a que me vuelva a dejar y yo, en verdad, ya no estaba preparado para dejarla ir. Me había vuelto dependiente de ella, de su esencia, de su compañía, de toda ella. La sonrisa no abandonaba mi rostro en ningún momento, y no me importaba en absoluto si eso eliminaba de mí el hombre temperamental y rígido con que me describían. Mi esposa había vuelto y eso es lo único que me importaba verdaderamente. - ¿Me concede esta pieza, señora Brown? – pregunto cómo el caballero que soy, tendiendo mi mano delante de ella. - Pensé que no le gustaba. - responde, con esa peculiar sonrisa y el rostro sonrojado que me vuelve loco. - Solo si es con usted. – me observa desde abajo y con total delicadeza, posiciona su mano sobre la mía
Final - Olivia CampbellLos días al lado de mi familia han sido estupendos, todo era color de rosa, todo estaba saliendo a la perfección. Los proyectos en la empresa arrasaban con todo, convirtiéndonos en el número uno de toda Europa, Dalbert me ha convertido en socia mayoritaria, sin embargo, decidí seguir trabajando como su asistente. Prácticamente hacía lo mismo que él, pero más ordenado. Mi prima Camila, sigue con sus estudios y mi hermano conoció a una chica, y aunque Fiorella se ha mostrado muy reacia en conocerla, no se ha negado a que su padre sea feliz. En mi familia, Lúa esta próxima a cumplir un año, más bien falta unos pocos meses y cabe destacar que todos están emocionados. Las em
Final – Dalbert BrownDesde aquel día, en que fuimos descubierto por la mujer que se me insinuaba, mi vida ha ido de viento en popa. La mujer ha sido despedida, cabe destacar ese detalle, pues ya tenía los días contados, y ese momento firmo su sentencia de despido. No lo dudé y le grité en la cara delante de todos. Quizás me propase al gritarle, pero estaba furioso, primero porque nos encontró en un momento intimo en nuestra cocina. No tenía excusa, porque de noche ellos no pueden ingresar ni para beber agua, puesto que tienen su propia heladera en la casa donde duermen. Y segundo, su gritó alerto a todos los integrantes de la casa, teniendo en minutos miles de pares de ojos observándome el miembro dormido despu
Epílogo Dos Años Después. - ¡Maldita sea, Dalbert! También esto lo hiciste en grande. – grito, nerviosa además de adolorida. – ¿Ya llamaste a la doctora? – pregunto mientras intento normalizar mi respiración, pero estar embarazada de gemelos, además de que están a punto de nacer lo hace más difícil, y con mi diminuto cuerpo ya se imaginan lo que sufriré. El solo imaginármelo ya me quiero desvanecer. Dalbert se encuentra corriendo de aquí para allá, mientras Luis me ayuda a subir al carro. Su desespero me desespera y más con la carcajada de mi hermano de fondo, burlándose de él. - Luis llévame. - ordene en un hilo de voz. Mi esposo subió en la parte trasera de la camioneta, se acomodó
Todos pensamos que la vida te muestra las oportunidades sin censura y tu decides cual tomar. Yo elegí seguir con mi vida después de aquella noche terrorífica y sin olvidar que días después, volví a vivir algo caótico, como la muerte de mis seres queridos, pero aun así, decidí seguir adelante. Un trabajo estable pero estresante, sin vida social, a merced de un hombre sumamente maduro e imponente. Supongo que de eso se trata el cargo de Asistente Personal. Aunque personalmente no se nada de él, no conozco ni su casa, solo me se de memoria todo lo relacionado a lo laboral. Somos polos opuestos, que sin verlo venir se atraen. Sin embargo, no soy una persona que se deja dominar, en mi vocabulario no existe la palabra sumisión, aunque para ser claros, nadie sabría que aquello se volvería una fantasía. El comienzo de una elección.
Olivia Campbell Sentada en mi escritorio, mientras intentaba beber de mi café acompañado de un pan integral, pero era imposible, especialmente cuando los gritos de la mujer dentro de la oficina de mi jefe, me hacían crear una película pornográfica en la cabeza.¿Cómo describirlo? En palabras resumidas es un Dios griego, pero en otras palabras era un promiscuo, arrogante, narcisista, era un maldito hijo de p**a de lo peor, un tirano, era Hitler en persona, ni toda la belleza que poseía podía compararse con su peculiar mal humor de siempre. En la empresa todos lo temían, la puntualidad y el orden era algo muy característico de él, aunque lo primero siempre era un problema conmigo, pues siempre llegaba cinco minutos tarde, y sí, siempre me regañaba como una niña, pe
Eran las nueve de la noche cuando llegue frente a casa, no tenía ganas de ingresar aun dentro y el cielo se encontraba perfectamente estrellado, lo cual me gustaba. Tomé asiento en uno de los escalones de la entrada, mientras rebuscaba en mi bolso la cajetilla de cigarrillo barato que adquirí del supermercado. Lo encontré y rápidamente llevé una a mi boca para encenderlo e inhalar y expulsar el humo.Lo necesitaba. Me recuesto en el piso, quedando boca arriba, mirando el cielo estrellado por el pequeño orificio que dejaba los arboles allí, disfrutaba de esa sensación de paz, mientras expulsaba el humo por la boca y lo veía disiparse sobre mi rostro.Si mi jefe me viera en estos momentos, de seguro ya tendría mi carta de despido. Él odia a todos los que fuman, y para ser francos, no tengo la menor idea del porqué, pero en estos momentos no me importa, pues no estoy en horario laboral, y realmente no quiero pensar en ese hombre.Nunca entendí porque le molestaba, y creo nunca