Isabella salió del baño cubierta con su bata de seda en color negro, mientras enrollaba una toalla en su cabello, buscó su crema para hidratar su rostro cuando escuchó que llamaban a la puerta.
―Adelante. ―respondió mientras terminaba de poner crema ahora en sus manos.
Era Niles.
―El maquillista está aquí. ―Isabella detuvo lo que estaba haciendo, arrugó su ceño, intrigada.
― ¿Maquillista?―Niles sonrió y afirmó a la pregunta de Isabella.
―Sí, en unos minutos llega el que arreglará su cabello...
Isabella se sintió confundida.
―Espera, espera, espera. ¿Para qué quiero un maquillista y un peinador? Sé maquillarme y sé peinarme.
Niles aclaró su garganta.
―Lo siento, pero lo ha pedido el señor Beckett.
Is
Cameron miró de nuevo aquel pastel frente a él, mientras todos cantaban "Feliz cumpleaños", se sonrojó al ver la emoción de aquel evento. ¿Quizás es por el pastel? definitivamente todos quiere pastel...―Bueno, ahora, tienes que morderlo.―Isaura, la madre de Isabella, aplaudió emocionada junto a los padres de Cameron, Masie aplaudía entre risas, emocionada, sabía lo que iba a pasar, Isabella solo sonrió, estaba preparando lo que vendría a continuación.― ¿Por qué morderlo? miren, está demasiado bello como para destruirlo.―Rody soltó una carcajada mientras abrazaba
Isabella había llegado a la ciudad de New York desde hace tres años, sus estudios en el arte culinario la habían llevado a muchos lugares y se había enamorado de la ciudad, pero lamentablemente en el área de cocina, gobiernan en su mayoría los hombres y su belleza peculiar le había traído bastantes problemas, así que buscar trabajo en restaurantes se había vuelto un infierno. Durante su tiempo en la ciudad, había conocido a Stacy, su rommie desde hace casi dos años y medio, ella se dedicaba a vender su cuerpo en las mejores esquinas de la ciudad y con ello podían pagar la mitad de la renta y servicios. — ¿Y qué piensas hacer?—preguntó Stacey antes de llevarse a la boca la cuchara llena de cereal, Isabella se sentaba del otro lado de la barra, esta soltó un largo suspiro, luego se mordió el labio. —Sabe
La brisa de otoño envolvió todo su cuerpo. Acomodó nerviosa su peluca lisa de color negro y metió una menta para refrescar su aliento. La minifalda de cuero negro con una pequeña cadena al costado derecho hacía ver sus piernas más largas, suspiró al sentir el cansancio de usar dos días seguidos esas zapatillas de tacón de aguja. La blusa leopardo con escote V realzó su escote. Algo que no le gustaba lucir. Pero era parte de su nuevo trabajo temporal. Se abrazó a sí misma. Era su segundo día en una de las esquinas neoyorquinas. Bajó la mirada a sus zapatillas y comenzó a mover los pies algo inquieta, seguía regañándose por no haberse puesto las lentillas, ya no tenía tiempo para regresa por ellas, así que se arriesgó a mostrar el color real de sus ojos. El corazón latió ansioso. No había tenido un cliente el día de ayer y hoy era el segundo día en esto. Ahora se había vuelto su último recurso para pagar la renta y enviar dinero a su madre que vivía en la ciudad
—No me ha preguntado cuanto cobro—dijo con la voz casi firme. El hombre cruzó la pierna y su mano se fue a su barbilla, sus labios eran carnosos y los humedeció. “¡DIOS MIO! ¡ESPERO NO SEA UN ASESINO A SUELDO!” La observó desde la oscuridad y la hizo sentir intimidada. Isabella acomodó su peluca lisa hacia su escote, los nervios llegaron con más fuerza, cruzó discretamente la pierna y las manos las dejó sobre su regazo, intentando controlar que su falda de cuero no subiera más. — ¿Eres nueva en esto?—su voz ronca y muy varoni
Habían llegado a la siguiente pista casi media hora después, una segunda limusina los esperaba en aquella pista solitaria que usualmente el hombre tenía siempre a su disposición, Isabella realmente estaba inquieta, pensó miles de cosas durante el viaje, los supuestos escenarios de lo que pasaría después de bajar, intentó controlar sus pensamientos y no arruinar esa noche. Otra media hora después, las puertas dobles de fierro forjado con adornos antiguos se abrieron ante ellos, Isabella pasó saliva con dificultad, siguió observando por la ventanilla las luces a lo lejos, sintió el aire aquella humedad, imaginó que podría estar cerca de la playa, aunque no alcanzó a escuchar olas romperse, entonces, se quedó maravillada con el gran jardín frente a una gran y hermosa casa de cristal. Las rosas rojas eran las que dominaban el lugar. —Hemos llegado. —anunció el hombre, el hombre ya tenía una identidad para Isabella: Señor Beckett. Al escuchar cómo se había presentado en el avión,
—Oh, sí, —Isabella se sonrojó, —Son de un color extraño, si lo vieras en el día… — ¡Ya sé que vestido resaltará esa belleza de ojos!—Niles dijo de repente interrumpiéndola, retomó su búsqueda en el estante, era como si le hubiesen dado un energizante de beber, al no encontrarlo, corrió por la otra línea de vestidos y siguió buscando como si el tiempo fuese acabarse. —El que me ha mostrado al principio es...—comenzó a decir Isabella, pero Niles la interrumpió. — ¡No! ¡No! Sé que debe de estar por aquí ese vestido es "Perfecto" E
—Llegamos—anunció Beckett a Isabella, él se bajó y rodeó el auto antes de que el chófer de la limusina reaccionara, él se sorprendió ver a su propio jefe abriendo la puerta a la hermosa mujer que llevaba de acompañante, no había podido evitar no mirar hacia la parte trasera del auto dónde se encontraban ellos, los hermosos ojos de la mujer lo habían cautivado así como a su jefe Beckett, pero desafortunadamente se había dado cuenta él, y sin decir nada, su jefe subió la ventanilla polarizada para que dejará de hacerlo. El chófer torció los labios derrotado... Beckett tomó de la mano de su acompañante y subieron las escaleras con cuidado para que Isabella no tropezara con el largo del vestido, no había nadie afuera de la mansión, era algo tarde cuándo llegaron debido al fastidioso tráfico de la
—De nada preciosa, cuándo te aburras de Cameron Beckett, puedo estar disponible para ti…—Beckett le lanzó una mirada de "Hijo de..." Rody le guiñó el ojo divertido, y miró a Isabella—Puedes decirme Rody, —hizo una pausa y sonrió. —…para los amigos, soy Rody—y se marchó, se detuvo en un grupo de hombres vestidos de traje de etiqueta y un jeque muy importante. Apretó la mano de Isabella y se metieron al pasillo que estaba al final del salón. Ella se quejó al sentir el dolor que le ocasionó el agarre, tiró de su mano discretamente y se sobó la mano. —Estoy...—fue interrumpida cuándo Beckett tiro de ella y se dirigieron a la terraza, las cortinas blancas ondeaban por el aire que entraba. La ira lo estaba consumiendo, ahora su ex amigo estaba interesado en su acompañante, todo lo que Cameron tenía siempre Rody lo quería, primero a su ex prometida, pero Beckett luchó por ella, pero otro se la había robado en sus narices. ¿Ahora a su acompañante? ¡No, no y no! Él la encontr