—De nada preciosa, cuándo te aburras de Cameron Beckett, puedo estar disponible para ti…—Beckett le lanzó una mirada de "Hijo de..." Rody le guiñó el ojo divertido, y miró a Isabella—Puedes decirme Rody, —hizo una pausa y sonrió. —…para los amigos, soy Rody—y se marchó, se detuvo en un grupo de hombres vestidos de traje de etiqueta y un jeque muy importante.
Apretó la mano de Isabella y se metieron al pasillo que estaba al final del salón. Ella se quejó al sentir el dolor que le ocasionó el agarre, tiró de su mano discretamente y se sobó la mano.
—Estoy...—fue interrumpida cuándo Beckett tiro de ella y se dirigieron a la terraza, las cortinas blancas ondeaban por el aire que entraba. La ira lo estaba consumiendo, ahora su ex amigo estaba interesado en su acompañante, todo lo que Cameron tenía siempre Rody lo quería, primero a su ex prometida, pero Beckett luchó por ella, pero otro se la había robado en sus narices. ¿Ahora a su acompañante? ¡No, no y no! Él la encontr
Isabella miró detenidamente a Beckett que seguía en total silencio. Cuándo estuvo a punto de hablar y decirle que por favor regresaran al salón, la voz del ex-amigo de Beckett la interrumpió: — ¡Vaya, aquí están!—el cumpleañero camino hasta ellos que se encontraban cerca de las ventanas estilo francesas que daban a la terraza. Beckett levantó la mirada hacia el ex-amigo y tomó posesivamente la mano de Isabella quien no reaccionó a tiempo, puso una sonrisa en sus labios cuándo finalmente el cumpleañero se detuvo frente a ellos. — ¿Qué pasa?—preguntó Beckett al ver que su ex amigo ponía los ojos en su acompañante. —Quería saber algo, pero es a tu hermosa acompañante a quién quisiera preguntarle...claro si tú no estás ocupado podrías acompañarnos. —Beckett tiró sigilosamente del agarre de Isabella y el cuerpo de él es un escudo. — ¡Vaya! Solo quería saber cuándo estarían disponibles para invitarlos a cenar a mi restaurante, podrían conocer mi nuevo menú...
Eran las cuatro de la madrugada cuándo Beckett e Isabella estaban regresando a casa de él. Isabella estaba un poco mareada por la sexta copa de champagne que se había tomado después de haber regresado a la mesa con Beckett, la música, la comida, el baile y uno que otro anuncio por parte del cumpleañero, fue algo entretenido, ella y Beckett no volvieron a cruzar de nuevo una palabra, solo "Nos vamos" es lo que había salido de la boca de parte de él. La limusina se había estacionado enfrente de la casa de cristal, el chófer abrió la puerta de Isabella, ella le dio las gracias y le dio una sonrisa cálida al hombre, Beckett enfureció por no haber obtenido si quiera algo así para él mismo, no, solo Rody y su chófer habían tenido ese gesto. Tomó el brazo de Isabella y la guio al interior de la casa, en una hora más empezaría a aclararse el cielo para dar la bienvenida a la mañana, B
Cameron se levantó pacientemente sin despegar los labios de Isabella, sentía un hormigueo por cada centímetro de su piel, la electricidad que le provocó solo tocarla fue indescriptible, Isabella intentó separarse pero Cameron sintió un poco de miedo, ¿Qué tal si se había arrepentido? Intentó ser más rápido, cortó el beso, por un momento, se miraron a los ojos, pero en ellos pudo ver algo diferente, un verdadero deseo, no como el que estaba acostumbrado a saciar con otras mujeres o cuando lo hacía con su ex prometida. Ella realmente lo deseaba... —Yo...—susurró Isabella mientras sus miradas estuvieron conectadas—...creo...—su mirada se posó en los labios de Cameron, Isabella no entendió que le había llevado a reaccionar de esa manera, había roto la regla número uno impuesta por ella, claro, también por consejo de su mejor amiga, Stacey. Recordó todos los problemas que había acarreado a su amiga cuándo había besado por primera vez, el hombre le había aco
—Eres perfecta—susurró Cameron al reincorporarse mientras en su camino acarició cada centímetro de su espalda, luego se deslizó y dejó un camino de besos después por la nuca, sus manos fueron rápidas y cuidadosas al retirar el sostén de encaje. Cameron ya estaba a punto de explotar con solo hacer ese preliminar, era la primera vez que se daba tiempo para desvestir a una mujer, ya ni a su ex prometida, quien siempre en el momento se retiraba a gran velocidad las bragas o se levantaba la falda siempre que le apetecía. Retiró inmediatamente la imagen de su ex prometida cabalgando al modelo en la cama que hasta hace poco compartían. Un suspiro por parte de ella fue quien lo sacó de sus pensamientos, evitand
Después de varias horas de sexo intenso, de caricias, besos apasionados, finalmente Isabella se quedó dormida, Cameron no quería cerrar sus ojos, quería seguir degustando de ella, pero notó su respiración estable y dedujo que se había quedado dormida... Lanzó una mirada al reloj de su lado que se encontraba en la mesa de noche, el reloj marcó en ese momento la una de la tarde. Se dejó caer en su lado de la cama donde solía dormir, se pasó la mano por su cara, habían sido las mejores horas de sexo que había tenido en su vida. Una sonrisa se expandió por su rostro al recordar los labios húmedos de Isabella, la textura de cada centímetro de su piel, su fragancia a flores, el sabor de su interior era único, y no entendía tanta fascinación por la mujer que descansó a su lado. Le había mostrado lo que era tocar el cielo con la mano, el solo recordar cómo se retorcía cada vez que enc
—Eres perfecta, Isabella—la voz susurrante de Cameron le provocó que su piel se erizara. Isabella atrapó los labios de él, entregándose apasionadamente en un largo y apasionado beso. Sintió la pasión que por primera vez había sido descubierta, quería más, mucho más...—Isabella..." — ¿Isabella?—la voz de Stacey le hizo despertar de aquél sueño húmedo. Levantó la mirada y se encontró con su amiga debajo del marco de la puerta, la mano de ella sosteniendo el picaporte. — ¿Sí?—intentó reponerse ante su amiga. —Son las tres de la tarde, tienes que salir ya de esta habitación, tienes que salir al mundo...—la mirada de su mejor amiga se suavizó al ver la mirada perdida de Isabella. Entró y se dejó caer al lado de ella en la cama individual. —Sé qué no me has dicho algo, pero quiero que sepas que estoy aquí cuándo quieras hablarlo. El nudo en la garganta de Isabella se hizo presente, pensó que era una locura lo que estaba ocurriéndole
—¿Señor Wallace?—Rody Wallace, el chef estrella estaba sentado en el sillón, observando alrededor del pequeño departamento, cuándo vio llegar a Isabella, no pudo evitar levantarse de un movimiento brusco, el corazón de Wallace latió a toda prisa, por fin tenía a la mujer que lo había cautivado en la fiesta de su cumpleaños. Cuándo Cameron y ella había dejado la fiesta, había ordenado vigilancia discreta, un reporte que le mostró que la mujer qué tenía frente a él en estos momentos, no era nadie, solo una mujer con una apasionada meta: Cocinar. Estaba sorprendido cuándo terminó de leer el informe, incluso lo releyó en varias ocasiones al no poder comprender como una belleza como ella, tenía las intenciones de venderse en una esquina neoyorquina. Estaba furioso con su ex mejor amigo, Cameron Beckett. Él podría haber hecho algo, podría haberle ofrecido una mejor vida, ¿Acaso no tenía corazón? Seguía siendo el mismo gilipollas, adicto al trabajo, egoísta y narcisi
Isabella suspiró por cuarta vez desde que se había sentado en el sillón individual que adornaba su gran habitación, miró las nuevas paredes pintadas en colores oscuros y blancos, luego miró los objetos que la adornaban. Estaba realmente impresionada por el lujo del departamento, estaba a unos cuantos minutos de su nuevo trabajo, el restaurante que manejaba Rody Wallace. Stacey entró tocando y luego asomándose por la puerta. Vio a su amiga pensativa. — ¿Está todo bien?—Isabella miró a su amiga con media sonrisa. —Sí, es solo qué...—Stacey entró y se sentó en la orilla de la gran cama. —Es mucho. —Y crees que no es normal lo que nos está pasando, ¿O me equivoco?—Isabella se quedó callada por aquél comentario tan exacto. —Si algo, así. ¿Tú qué opinas?—Stacey se acomodó como si estuviera ordenando las palabras que saldrían a continuación. —Creo qué tienes flechado al tal Wallace. Tan flechado qué ni él se ha dado cuenta, o podría es