Habían llegado a la siguiente pista casi media hora después, una segunda limusina los esperaba en aquella pista solitaria que usualmente el hombre tenía siempre a su disposición, Isabella realmente estaba inquieta, pensó miles de cosas durante el viaje, los supuestos escenarios de lo que pasaría después de bajar, intentó controlar sus pensamientos y no arruinar esa noche. Otra media hora después, las puertas dobles de fierro forjado con adornos antiguos se abrieron ante ellos, Isabella pasó saliva con dificultad, siguió observando por la ventanilla las luces a lo lejos, sintió el aire aquella humedad, imaginó que podría estar cerca de la playa, aunque no alcanzó a escuchar olas romperse, entonces, se quedó maravillada con el gran jardín frente a una gran y hermosa casa de cristal. Las rosas rojas eran las que dominaban el lugar.
—Hemos llegado. —anunció el hombre, el hombre ya tenía una identidad para Isabella: Señor Beckett. Al escuchar cómo se había presentado en el avión, para ella no tenía absolutamente nada de “señor”, le calculó que estaba en el camino a los cuarenta, aunque podría estar equivocada al recordar que había conocido personas “come años” eran más jóvenes de lo que aparentaban. Isabella no había dejado de mirar disimuladamente durante el camino, tenía mucho atractivo físico, pareció un tipo rudo por como daba órdenes a su equipo de seguridad, podría ser de los que no debía de fastidiarse, por qué iría por directo a la yugular, un hombre directo y dominante, imaginó que debía tener muchas mujeres a sus pies.
La puerta del lado de ella, se abrió y el chófer le extendió la mano de manera educada para ayudarle a bajar, ella aceptó y al escucharse cerrar la puerta, su mirada se quedó prendada en la fachada de aquella casa, pensó que podría ser una de esas casas perfectas que salían en revistas famosas, entonces recordó la que Stacey había llevado al departamento. Beckett llegó a lado de ella, notó como ella captaba cada detalle frente a ellos, en sí, la casa era casi en su totalidad de cristal, se veía el interior desde la gran sala, escaleras, pasillo y el recibidor. Era de tres pisos, él mismo la había diseñado lejos de la ciudad y frente a la playa, se había enamorado de sus atardeceres así que no dudó en comprar el terreno y levantar su lugar que hasta hoy, era su favorito de entre las demás propiedades.
Isabella, ahí estaba, no pudo evitar no pensar en la falta de privacidad que tendría el dueño si quería tener un momento romántico en la sala, ¡No había nada oculto ante un ojo pervertido! No quería imaginarse teniendo sexo en la sala pensando "¿Alguien está mirando?" Su estómago se encogió el solo hacerse esa pregunta en su cabeza.
—Es grande…—ella murmuró sin dejar de mirar la casa, momento después, notó que Beckett estaba a su lado, “¿En qué momento llegó ahí?” Isabella sintió calor y cuando él se movió para quedar más cerca, este aumentó, casi envolviéndola por completo.
—Demasiado, pero no te asustes, se adapta. —Isabella arrugó su entrecejo, luego giró su rostro hacia a él sin entender su comentario, pero al notar como sus comisuras comenzaron a estirarse para mostrar una sonrisa pícara, dedujo lo que pensó.
—Me refiero a la casa...—le contestó con otra sonrisa y negó divertida.
— ¿He dicho lo contrario?—ella se sonrojó.
—Creí que te...—él tomó su brazo para caminar a la entrada de la casa.
—La casa se adapta, las paredes de cristal se ahúman en su totalidad, evitando que se mire de afuera hacia adentro, dando total privacidad...—antes de que ella pudiese decir algo más, Becket le guiñó el ojo de manera divertida por aquellas mejillas rojizas que había provocado a sus palabras. La puerta se abrió, evitando que diera réplica Isabella.
—Buenas noches, señor Beckett. Señorita...—la mujer que abrió, hizo un gesto amable en saludo, respondió Isabella de igual manera, pero sintió por segunda vez en la noche la vergüenza de su vestimenta, intentó bajar discretamente de la orilla de su corta falda y cubrió disimuladamente un poco el escote, Beckett ajeno a lo que ella hizo, contestó el saludo de bienvenida a su ama de llaves, entraron y la dejó a medio pasillo, Beckett se giró en dirección a otro hombre de traje elegante que apareció en segundos, Isabella se impresionó, “¿Por dónde es que este hombre ha salido?”
—Necesito un vestido de noche para la señorita Isabella—Isabella abrió un poco más sus ojos sorprendida al escuchar que Beckett sabía su nombre. “¿En qué momento...?”
—Sí, señor, —el hombre la miró de manera seria e hizo un gesto. — ¿Puede venir conmigo, señorita Isabella?—anunció el hombre de traje.
Isabella miró hacia Beckett.
—Ve, Niles no come personas—Beckett se volvió hacia Niles. —Qué esté lista en media hora, estaré en el despacho. —Ahora se volvió hacia a ella por última vez antes de desaparecer. —Cuándo termines, Niles te llevará al despacho para hablar.
Isabella asintió, dudosa.
Isabella siguió a Niles por un largo pasillo camino a la segunda planta, luego a la tercera...-hubiesen tomado el elevador, pero quería mostrar el lugar- mientras caminaron en silencio, ella observó la pared de su lado derecho que era solamente de cristal, se detuvo para admirar un área iluminada dónde se encontraba una gran alberca, había camastros y un área de bar, lo que más la sorprendió, era ver que más allá estaba la luna y esta brillaba al mismo tiempo que bañaba un poco con su luz los oleajes lentos, era como si bailaran las olas al llegar a la orilla, ella suspiró. “¿Cómo será despertar y ver esta hermosa vista con luz?” se preguntó perdida en aquella vista nocturna desde lo alto de aquella casa.
— ¿Señorita Isabella?—Niles notó que ella siguió observando la vista, pero necesitaba apurarse, solo tenían menos de la media hora para tenerla lista para su jefe.
—Lo siento, —dijo Isabella aclarándose la garganta, siguió el camino hasta llegar a una cierta distancia de Niles, —Lo siento, la vista es hermosa desde esta altura, es impresionante, nunca había visto algo así. —Niles solo asintió en que estaba de acuerdo con sus palabras.
—Por las mañanas, es más impresionante. —Luego siguieron caminando, hasta llegar a otro pasillo dónde había varias puertas, Niles abrió la tercera e hizo la seña de que pasara primero ella, al entrar a la oscuridad, poco a poco el lugar comenzó a iluminarse lentamente, hasta mostrar por completo el lugar.
— ¡Me quiero morir! ¡Oh, Dios mío! —jadeó con impresión, Isabella, Niles la esquivó sin perder el tiempo, ella pensó que debía de estar acostumbrado a ese tipo de reacciones al entrar a esa habitación.
La habitación estaba vestida de un papel tapiz con líneas doradas y plateadas, se encontraba un gran y elegante sillón en medio del lugar, “En ese sillón caben unas diez personas. “Pensó ella, notó que arriba de esta estaba un hermoso candelabro, en esta habitación, no había paredes de cristal.
Había varios estantes y percheros de ropa colgadas de pared a pared, es como si estuviera en el cielo de los mejores y exclusivos diseñadores de modas, estantes de zapatillas de zapatos de colores por haber...Era un sueño para cualquier mujer que tuviese gusto por la moda.
La mano de Isabella se fue a su pecho para saber si su corazón seguía palpitando de la impresión.
— ¿Talla cuatro?—preguntó Niles sacándola de su impresión mientras que sus dedos se movieron por una larga hilera dónde se veía colgados vestidos largos.
—Dos, pero mi...—Isabella detuvo sus palabras cuando notó que él detuvo la búsqueda y se volvió para mirarla con su entrecejo arrugado.
— ¿Su busto?—Niles terminó la palabra que Isabella no había podido decir por timidez.
—Sí, es algo...—intentó explicar pero el reanudó su búsqueda. Al ver que no la miraba, hizo las señas de sus pechos intentando decir que son "Grandes" sus brazos cayeron a sus costados rindiéndose, siguió observando el resto de la gran habitación, era como un gran armario pero con grandes proporciones de ropa y accesorios, es casi veinte veces lo que medía su departamento. “Obvio, Isa, es un espacio minúsculo dónde vives con Stacey.”
—Este será perfecto…—Niles finalmente descolgó un hermoso vestido negro de un hombro, con una parte de pedrería y tenía una tela delgada casi transparente que caía hasta el piso de mármol. Isabella se acercó hasta dónde se encontraba él, se notó que tenía un exquisito gusto ya que era hermoso.
—Es hermoso…—ella susurró al tocarlo por unos breves segundos, pero él retiró lentamente el vestido para volver a colgarlo, Niles no había notado algo a su llegada, Isabella retiró la mirada del vestido que había regresado a su lugar y luego lo miró con el entrecejo arrugado, — ¿Qué pasó? ¿No es de mi talla? —preguntó algo confundida por como la estaba observando en silencio.
—Sus ojos...—Niles dijo en un modo ahora sí... ¿Sorprendido?
—Oh, sí, —Isabella se sonrojó, —Son de un color extraño, si lo vieras en el día… — ¡Ya sé que vestido resaltará esa belleza de ojos!—Niles dijo de repente interrumpiéndola, retomó su búsqueda en el estante, era como si le hubiesen dado un energizante de beber, al no encontrarlo, corrió por la otra línea de vestidos y siguió buscando como si el tiempo fuese acabarse. —El que me ha mostrado al principio es...—comenzó a decir Isabella, pero Niles la interrumpió. — ¡No! ¡No! Sé que debe de estar por aquí ese vestido es "Perfecto" E
—Llegamos—anunció Beckett a Isabella, él se bajó y rodeó el auto antes de que el chófer de la limusina reaccionara, él se sorprendió ver a su propio jefe abriendo la puerta a la hermosa mujer que llevaba de acompañante, no había podido evitar no mirar hacia la parte trasera del auto dónde se encontraban ellos, los hermosos ojos de la mujer lo habían cautivado así como a su jefe Beckett, pero desafortunadamente se había dado cuenta él, y sin decir nada, su jefe subió la ventanilla polarizada para que dejará de hacerlo. El chófer torció los labios derrotado... Beckett tomó de la mano de su acompañante y subieron las escaleras con cuidado para que Isabella no tropezara con el largo del vestido, no había nadie afuera de la mansión, era algo tarde cuándo llegaron debido al fastidioso tráfico de la
—De nada preciosa, cuándo te aburras de Cameron Beckett, puedo estar disponible para ti…—Beckett le lanzó una mirada de "Hijo de..." Rody le guiñó el ojo divertido, y miró a Isabella—Puedes decirme Rody, —hizo una pausa y sonrió. —…para los amigos, soy Rody—y se marchó, se detuvo en un grupo de hombres vestidos de traje de etiqueta y un jeque muy importante. Apretó la mano de Isabella y se metieron al pasillo que estaba al final del salón. Ella se quejó al sentir el dolor que le ocasionó el agarre, tiró de su mano discretamente y se sobó la mano. —Estoy...—fue interrumpida cuándo Beckett tiro de ella y se dirigieron a la terraza, las cortinas blancas ondeaban por el aire que entraba. La ira lo estaba consumiendo, ahora su ex amigo estaba interesado en su acompañante, todo lo que Cameron tenía siempre Rody lo quería, primero a su ex prometida, pero Beckett luchó por ella, pero otro se la había robado en sus narices. ¿Ahora a su acompañante? ¡No, no y no! Él la encontr
Isabella miró detenidamente a Beckett que seguía en total silencio. Cuándo estuvo a punto de hablar y decirle que por favor regresaran al salón, la voz del ex-amigo de Beckett la interrumpió: — ¡Vaya, aquí están!—el cumpleañero camino hasta ellos que se encontraban cerca de las ventanas estilo francesas que daban a la terraza. Beckett levantó la mirada hacia el ex-amigo y tomó posesivamente la mano de Isabella quien no reaccionó a tiempo, puso una sonrisa en sus labios cuándo finalmente el cumpleañero se detuvo frente a ellos. — ¿Qué pasa?—preguntó Beckett al ver que su ex amigo ponía los ojos en su acompañante. —Quería saber algo, pero es a tu hermosa acompañante a quién quisiera preguntarle...claro si tú no estás ocupado podrías acompañarnos. —Beckett tiró sigilosamente del agarre de Isabella y el cuerpo de él es un escudo. — ¡Vaya! Solo quería saber cuándo estarían disponibles para invitarlos a cenar a mi restaurante, podrían conocer mi nuevo menú...
Eran las cuatro de la madrugada cuándo Beckett e Isabella estaban regresando a casa de él. Isabella estaba un poco mareada por la sexta copa de champagne que se había tomado después de haber regresado a la mesa con Beckett, la música, la comida, el baile y uno que otro anuncio por parte del cumpleañero, fue algo entretenido, ella y Beckett no volvieron a cruzar de nuevo una palabra, solo "Nos vamos" es lo que había salido de la boca de parte de él. La limusina se había estacionado enfrente de la casa de cristal, el chófer abrió la puerta de Isabella, ella le dio las gracias y le dio una sonrisa cálida al hombre, Beckett enfureció por no haber obtenido si quiera algo así para él mismo, no, solo Rody y su chófer habían tenido ese gesto. Tomó el brazo de Isabella y la guio al interior de la casa, en una hora más empezaría a aclararse el cielo para dar la bienvenida a la mañana, B
Cameron se levantó pacientemente sin despegar los labios de Isabella, sentía un hormigueo por cada centímetro de su piel, la electricidad que le provocó solo tocarla fue indescriptible, Isabella intentó separarse pero Cameron sintió un poco de miedo, ¿Qué tal si se había arrepentido? Intentó ser más rápido, cortó el beso, por un momento, se miraron a los ojos, pero en ellos pudo ver algo diferente, un verdadero deseo, no como el que estaba acostumbrado a saciar con otras mujeres o cuando lo hacía con su ex prometida. Ella realmente lo deseaba... —Yo...—susurró Isabella mientras sus miradas estuvieron conectadas—...creo...—su mirada se posó en los labios de Cameron, Isabella no entendió que le había llevado a reaccionar de esa manera, había roto la regla número uno impuesta por ella, claro, también por consejo de su mejor amiga, Stacey. Recordó todos los problemas que había acarreado a su amiga cuándo había besado por primera vez, el hombre le había aco
—Eres perfecta—susurró Cameron al reincorporarse mientras en su camino acarició cada centímetro de su espalda, luego se deslizó y dejó un camino de besos después por la nuca, sus manos fueron rápidas y cuidadosas al retirar el sostén de encaje. Cameron ya estaba a punto de explotar con solo hacer ese preliminar, era la primera vez que se daba tiempo para desvestir a una mujer, ya ni a su ex prometida, quien siempre en el momento se retiraba a gran velocidad las bragas o se levantaba la falda siempre que le apetecía. Retiró inmediatamente la imagen de su ex prometida cabalgando al modelo en la cama que hasta hace poco compartían. Un suspiro por parte de ella fue quien lo sacó de sus pensamientos, evitand
Después de varias horas de sexo intenso, de caricias, besos apasionados, finalmente Isabella se quedó dormida, Cameron no quería cerrar sus ojos, quería seguir degustando de ella, pero notó su respiración estable y dedujo que se había quedado dormida... Lanzó una mirada al reloj de su lado que se encontraba en la mesa de noche, el reloj marcó en ese momento la una de la tarde. Se dejó caer en su lado de la cama donde solía dormir, se pasó la mano por su cara, habían sido las mejores horas de sexo que había tenido en su vida. Una sonrisa se expandió por su rostro al recordar los labios húmedos de Isabella, la textura de cada centímetro de su piel, su fragancia a flores, el sabor de su interior era único, y no entendía tanta fascinación por la mujer que descansó a su lado. Le había mostrado lo que era tocar el cielo con la mano, el solo recordar cómo se retorcía cada vez que enc