epilogo
Máximo

Cinco años después

Estaba comprando unas hermosas flores para llevarle a mi querida esposa. Llevo tomada de la mano a mi pequeña Jazmín, que ahora tiene 5 años. Ella está cada día más hermosa y es muy parecida a su madre; lo único que heredó de mí fueron mis ojos, porque el resto es una imagen de mi preciosa Alai.

- Papá, ¿qué te parece si compramos flores blancas? A mamá le gustaría - me dice mi hija.

- Está bien, princesa. Hay que apurarnos para ir al cementerio.

- Sí, papá, vamos.

Compramos las flores y, con sumo cuidado, las llevo al carro y subo con mi pequeña. Cuando llegamos al cementerio, doy un profundo respiro, ya que todavía me cuesta venir aquí. Me paro frente a su tumba y una lágrima se me escapa. Siento como unos brazos cálidos me abrazan por la cintura.

- ¿Todo bien, amor? - me volteo y veo a mi hermosa esposa que me sonríe y me da ánimos.

- Sí, amor, es solo que aún me duele un poco todo esto. Mi padre murió hace un año después de que disparó a mi pequeña. A él l
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