capitulo 4

Alai

Llegué a la oficina cargada de ganas de trabajar. Cuando me monté en el ascensor, había un hombre muy guapo que me saludó muy formalmente.

- Hola, mi nombre es Lucas. Trabajo en el sector de administración.

- Hola, mi nombre es Alai. Soy nueva y trabajo con el presidente.

- Vaya, debe ser complicado tratar con él - me río.

- Más o menos, pero ahí vamos. - Llegué a mi piso y él se bajó conmigo.

- Tengo que recoger algo aquí. - Yo asentí.

- Oye, Alai, ¿quieres ir a almorzar ahora? - En ese momento escucho que gritan mi nombre.

- ¡Señorita Ramírez, a mi oficina ya!

- Mejor me voy. Y sí, me encantaría, Lucas. Adiós.

Voy directo a su oficina y me suelta de golpe.

- Aquí está prohibido tener relaciones entre empleados. Que le quede claro, señorita Ramírez.

- Señor, él es solo una persona que acabo de conocer. - Pero ¿por qué demonios le estoy explicando?

- Así pues, no pareció. Igual, no me interesan sus explicaciones. Solo acuérdese de lo que le dije.

- ¿Qué pasa, Máximo, celoso? - En ese momento abro los ojos y me tapo la boca. Oh dios, ¿qué dije?

- ¿Celoso yo? Jaja, eso jamás. Tú no eres mi tipo. - Auch, eso dolió.

- Bueno, mejor, ¿necesita algo, señor Martínez? - Le respondo lo más fría posible.

- En una semana tengo un viaje, así que usted viene conmigo. - Yo lo miro incrédula.

- ¿Por qué, señor?

- Porque usted es mi secretaria y la necesito a mi lado.

- Está bien, señor. Me puedo retirar.

- Sí, señorita.

Máximo

No puedo creerlo, estoy que mato al imbécil que le estaba sonriendo a mi ángel y lo peor es que ella le correspondía. Suena el teléfono y sé que es ella.

- Señor, llegó el señor Domínguez.

- Déjalo entrar.

- Ok.

Entra Pedro con una carpeta en sus manos.

- Tome, señor. Ahí está todo. - Me entrega la carpeta y yo le entrego el cheque.

- Se sorprenderá, señor, de todo lo que encontré de esa chica. - Sale y me deja con la palabra en la boca.

Cuando abro la carpeta, me llevo una sorpresa. Alai, mi hermoso ángel, era una asesina. Mató a su novio a los 16 años y la llevaron a un reformatorio hasta que cumplió los 18. Sus padres no murieron, ellos la abandonaron cuando se enteraron de eso. Al parecer, mató a su novio porque tenía un trastorno mental. Cierro la carpeta de golpe y me paso la mano por el pelo, frustrado. ¿Cómo alguien con una cara tan bonita pudo hacer eso? Pero lo que no logro entender son esas marcas que tiene en la espalda.

Me tiro hacia atrás en mi silla y me pongo a pensar cuando escucho unos golpes. Digo que pase y ahí la veo, a mi ángel que en realidad no es tan ángel.

- Señor, su próxima reunión es en 20 minutos.

- Cancela la reunión. - Le suelto de manera brusca.

- Señor, los ejecutivos ya están aquí, no puede...

- ¡TE DI UNA M*****A ORDEN QUE NO PUEDES ACATAR! ¡HACE LO QUE TE DIGO! - Veo cómo da un salto y me mira después con odio.

- Enseguida los informo a los ejecutivos, permiso señor. - Wow, eso sonó frío.

- Retírese.

La vi salir hecha una furia y mis celos volvieron a aparecer cuando vi a ese imbécil acercarse a ella.

- Maldito. - Siento cómo alguien golpea mi brazo.

- Hola, bro.

- Hey, Matías, qué alegría tenerte por aquí. - Lo saludo cariñosamente.

- Estaba de visita y quise venir a ver a mi mejor amigo.

Nos quedamos hablando toda la tarde hasta que sentí cómo tocaban la puerta.

- Señor Martínez, le venía a traer esos documentos. - Veo cómo Matías se la come con la mirada, cosa que me molestó, pero al parecer ella no se ha fijado en él.

- Máximo, no me presentas a esta hermosa dama. - Veo cómo la cara de Alai se vuelve pálida y todo su cuerpo se tensa.

- Alai, ¿estás bien? - Me paro y la miro a los ojos, pero ella no me mira.

- Alai. - Alzo un poco la voz y ella reacciona.

- Sí, señor, lo siento. - Ella se voltea dando una bocanada de aire.

- Mucho gusto, Alai Ramírez. - Mi amigo también se sorprende, pero luego pone una mirada pícara.

- Pero qué grande está Alai, más hermosa que nunca. - Ella cierra los ojos.

- Ya no te acuerdas de mí.

- ¿Se conocen? - Estoy confundido, ellos se conocen.

- Sí, digamos que fuimos íntimos amigos. - Veo a Alai y está pálida y sudando.

- Me tengo que ir, permiso. - Dice ella y sale de golpe. Mi amigo la mira con descaro y la tomo del brazo.

- Hey, deja de mirarla así. - Él se ríe y me dice.

- Amigo, yo de ti no me fijaría en esa. Es una puta que se vende. - Yo lo tomo de la chaqueta con fuerza.

- ¡JAMÁS VUELVAS A HABLAR ASÍ DE ELLA! - El imbécil se ríe.

- Es verdad, ¿por qué no le preguntas lo bien que la pasamos en la cama? - Le grito que se vaya y cuando él se va, quedo en shock. ¿Qué hago ahora?

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