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6. No creo en el amor

[SANTIAGO]

Estoy sentado cerca de la piscina con Marina, estamos tomando sol ya que hace tiempo que no podíamos pasar tiempo así tan tranquilos, supongo que este periodo sin proyectos tan grandes ha venido bien para hacer que nuestra relación mejorara.  No puedo parar de pensar en la extraña actitud que ha tenido Azul conmigo, pero creo que es común para una niñita millonaria que ha crecido rodeada de lujos sola y haciendo lo que quería, en fin, típico de niña caprichosa y yo a decir verdad no tengo tiempo de estar detrás de sus berrinches y saber si quiere o no que la ayude. 

De pronto escuchamos que mi hermano nos llama para almorzar y rápidamente todos vamos a la mesa que hay en el jardín y nos sentamos para comer. Mis sobrinas extrañamente han decidido sentarse al lado de Azul y no de mí como usualmente hacen. Marina me mira cuestionando la decisión de mis sobrinas y yo solo encojo mis hombros dejándole saber que no tengo ni idea de por qué han hecho esto. 

— Azul, cuéntanos algo sobre ti; estás viviendo aquí pero apenas te conocemos. — Pregunta mi hermano intentando entablar conversación.

— No sé que les puedo contar. — Dice tímidamente. Lo cual me extraña, no creo que sea una chica tímida.

— ¿Estudias? ¿Estudiaste? — Añade mi hermana.

— Si, soy profesora de ingles. Termine mi carrera hace poco. — Responde con orgullo.

— ¿Profesora de ingles? — Pregunto sorprendido.

— Si, ¿Por? — Cuestiona.

— Es que Santiago está queriendo... — Intenta decir Marina.

— Estoy queriendo aprender ingles— Termino de explicar —Tengo clientes en Estados Unidos y necesito mejorar el idioma. — Comento.

— Ah entiendo. — Dice sin ánimo alguno.

— Bueno ¿Y que mas? ¿Novio? No se cuéntanos algo... — Presiona mi hermana.

— No, no creo en el amor. — Expresa fríamente, lo cual hace que todos en la mesa nos miremos uno al otro sorprendidos.

— Pero Azul... ¿Por qué dices esto? — Cuestiona Carla mientras juega con su cabello, lo cual me provoca mucha ternura.

— Pequeña, es una larga historia, otro día te la cuento, ¿Si? — Le responde mirándola.

— Bueno…— Contesta la pequeña.

Después de ese momento un poco incomodo todos seguimos almorzando cambiando de tema y contándole cosas acerca de Barcelona a ella. Sorprendentemente le a pedido ayuda a mis padres para buscar piso mañana, y es que tal parece no quiere estar aquí, según ella no quiere molestar. Y por más que mis padres le han dicho que no molestaba, ella fue muy insistente y no comprendo por qué. Apenas lleva dos días aquí.  

Terminamos de almorzar y entre todos ayudamos a recoger la mesa y lavar los platos. Una vez que ya esta todo en orden, llevo a Marina a su casa y luego regreso a la mía. Cuando estoy por entrar a mi cuarto escucho a Azul cantar la misma canción melancólica que sonaba en el auto y sin poder evitarlo, apoyo mi oreja sobre la puerta intentando escuchar un poco mejor y me percato que su voz esta entrecortada ¿Está llorando?

Golpeo la puerta, pero ella no contesta.  Vuelvo a golpear esta vez un poco más fuerte, pero no contesta tampoco. Decido abrir la puerta lentamente y entro. Esta acostada en la cama con sus auriculares puestos conectados a su móvil y puedo observar como hay lagrimas recorriendo su rostro mientras ella sigue cantando frases de esa canción. De repente ella abre sus ojos y me mira sorprendida. 

— ¿Qué haces aquí? — Me pregunta mientras se quita sus auriculares.

— Golpee la puerta, pero no contestabas. — Le digo disculpándome.

— La próxima si no contesto no entres. — Se queja un poco enojada.

— Perdóname, ¿Sí? — Me disculpo.

— Vale... ¿Qué quieres? — Cuestiona seria.

— Nada, solo te escuche cantar y me sorprendió... ¿Por qué lloras? — Indago.

— Esta canción me pone así, significa mucho para mí desde que la escuche por primera vez. — Expone.

—¿Puedo saber por qué? — Intento averiguar y justo en el momento que ella me va a contar, Natalia viene a buscarme ya que mi madre me necesita así que me disculpo con Azul y salgo del cuarto quedándome con la duda de que le ocurre. 

¿Qué le habrá sucedido para que sienta la canción de esa manera?

Después de haber ayudado a mi madre con algunas cosa que necesitaba, me encierro en mi cuarto y como casi siempre, me pongo a tocar la guitarra, o al menos a pretender que lo hago… Cada vez que mis manos tocan las cuerdas pierdo la noción del tiempo y al mirar la hora, me doy cuenta de que son las 3am y no entiendo como nadie se ha quejado todavía… Tengo la intención de irme a dormir, pero la necesidad por beber algo me obliga a salir de mi cuarto y bajar para ir a la cocina, pero para mi sorpresa las luces están encendidas.

— ¿Quién está ahí? — Pregunto mientras me acerco.

— Yo, Azul. — Me responde y  cuando llego a la cocina veo que esta con la puerta del refrigerador abierta, solo puedo ver su cabeza, hasta que la cierra mientras lleva una jarra de zumo en su mano. La miro detenidamente y lleva un camisón que le queda desquiciadamente sexy, ¿es necesario usar esas prendas?

Me pregunto.

Ella permanece en silencio mirándome mientras entrecierra sus ojos como preguntándome que es lo que me sucede. De pronto ella se mira a si misma bajando su cabeza y abre la puerta del refrigerados nuevamente y se coloca detrás de ella — ¡Lo siento! Mejor me voy— Exclama y sin decir más nada ella sale corriendo y sube las escaleras. 

[AZUL]

¡Qué vergüenza! Santiago me ha visto así con este camisón, ¡Dios mío! Realmente no estoy acostumbrada a convivir con otras personas y menos con un hombre de mi edad. Termino mi zumo de naranja que es lo que había ido a buscar a la cocina y me acuesto a dormir sin querer darle muchas vueltas al asunto.

(Al día siguiente)

Son los rayos del sol que se cuelan por mi ventana y unos ruidos extraños en la puerta de la habitación lo que hacen que me despierten, me coloco mi albornoz y abro la puerta. Al abrir la puerta veo a un pequeño perrito quien estaba arañando la puerta, lo tomo entre mis brazos y comienzo a acariciarlo.

— ¿Y tú quién eres? ¿Dónde estabas que no te había visto antes? — Le digo al perro, el cual obviamente no me va a contestar.

— ¡Tom! — Escucho a Santiago gritar quien está subiendo la escalera.

Él me mira con el perro entre mis brazos y sonríe. — Perdón, ¿Te ha molestado? —

—— Para nada, solo que al parecer quería entrar al cuarto. — Le explico a Santiago. —¿Así que tú eres Tom? — Le digo al cachorro el cual mueve su cola felizmente.

Lo coloco en el piso y el corre hacia donde esta Santiago. De repente una de las puertas del pasillo se abre y Enrique sale de aquel cuarto. — Azul buen día, hija he hablado con Carlos. Él dice que está en camino; que le urge hablar contigo. — Me explica.

— Buen día Enrique ¿y cuándo ha llegado? — Averiguo.

— Ha llegado anoche, al parecer las cosas se han complicado y por eso adelanto su viaje; es mejor que te prepares para recibirlo. — Sugiere.

— De acuerdo, muchas gracias. — Respondo y sin decir más nada, entro a mi cuarto escojo la ropa que me pondré, salgo de la habitación y entro al baño a ducharme.

¿Qué será lo que está sucediendo? ¿Por qué habrá adelantado su viaje?

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