11. Pensándote

[AZUL]

Pasé una noche complicada, apenas pude dormir dando vueltas en la cama intentando tomar una decisión. La luz del sol finalmente entra a la habitación y decido levantarme de la cama y alistarme para este día tan complicado que me espera. Ya me puedo imaginar la reacción de Carlos cuando se entere lo que he decidido, sé que no le gustará nada, pero tendrá que respetarlo quiera o no. Estoy a punto de salir de la habitación para ir a ducharme cuando escucho que mi móvil suena, es un mensaje de WhatsApp de Carlos.

//Te paso a buscar para ir a desayunar en una hora//

Inmediatamente le respondo //De acuerdo//

Una vez que termino de ducharme me visto muy a mi estilo; pantalón corto, medias pasada las rodillas, una camiseta negra, y otra por encima, se podría decir que soy algo hípster. Una vez lista, bajo las escaleras y allí están todos desayunando para irse a sus labores cotidianas. 

— Buenos días, Azul, ¿Cómo has dormido? — Me pregunta amablemente Isabel.

— Buenos días, la verdad no he dormido mucho. Tuve una noche muy complicada tomando decisiones importantes para mi vida. — Confieso algo tímida. 

— ¿Vas a salir que vas tan arreglada? — Me pregunta Lucia mientras se sienta en la mesa para desayunar.

Santiago está entrando a la cocina y nuestras miradas se cruzan por unos minutos. Él me mira detenidamente, lo cual hace que me desconcentre un poco y es que debo admitirlo, es demasiado guapo, pero el amor definitivamente no es para mi. 

— Si, iré a desayunar con Carlos, tengo que darle mi respuesta acerca de lo que hare. — Explico.

— ¿Se puede saber que has decidido? — Me pregunta Santiago interviniendo en la conversación.

Le hago un leve gesto como diciéndole “disculpas”— Se los comunicare después de que hable con él— Explico amablemente.

— Está bien hija, solo déjanos saber que podemos hacer por ti. — Me ofrece su padre tan amable como siempre. 

— Lo hare muchas gracias. — Le digo cuando escucho el sonido del timbre de la casa y rápidamente me despido de todos para después ir hacia la puerta. Al abrir, allí esta Carlos, lo saludo, vamos hacia su auto, nos subimos y luego nos dirigimos a una cafetería que hay frente a la playa, allí nos sentamos y es cuando llega la hora de la verdad. 

[SANTIAGO]

Estoy sentado en la mesa desayunando con mi familia y lo único que puedo pensar es en lo bien que se veía Azul, esa vestimenta le quedaba de maravilla, la hace diferente a la mayoría de las mujeres que conozco, y no sé si es que lo está haciendo a propósito o qué, pero por algún motivo me atrae mucho la moda hípster, no la utilizo yo no la utilizo porque realmente no me queda bien y mis clientes no me tomarían en serio, pero a ella queda extremadamente sexy. 

Estoy comenzando a preocuparme por lo que empiezo a sentir por ella. Sé claramente que esta chica solo me traerá problemas, ni siquiera le intereso, y, además, tengo novia. Marina es la mujer que ha llegado a cambiarme la vida, pero esta mezcla de sentimientos que siento cuando Azul está cerca de mi es inexplicable, aunque también es inexplicable toda ella... Siento que oculta cosas importantes y dolorosas que le han ocurrido, de otra forma no entendería por que no cree en el amor, o porque no quiere que me preocupe por ella, o porque quiere estar sola todo el tiempo. Supongo que es un misterio que tendré que ir descubriendo poco a poco si es que ella se queda aquí en Barcelona. 《¿Cuál habrá sido su decisión?》 No puedo esperar a que regrese para informárnosla. 

— ¿Te encuentras bien? — Me interrumpe mi hermana.

— Si, si... solo pensando... — Invento, aunque hay mucha verdad en mis palabras.

— ¿En quien será? ¿eh? — Pregunta con sospecha.

— Nada... — Murmuro. 

— Bueno, venga... deja de pensar tanto y acompáñame a dejar a tus sobrinas a la escuela infantil. — Me pide.

— Vale... vamos... — Accedo con la única intensión de despejarme un poco.

[…]

Después de haber dejado a mis sobrinas en la escuela infantil Lucia y yo hemos pasado un día de hermanos, de esos que hace tiempo no vivíamos a causa de tantos viajes que he hecho el año pasado por trabajo, por suerte este año los proyectos son menos intensos.

Después de haber disfrutado de todo el día juntos, buscamos a las niñas y regresamos a la casa. Abro la puerta, entramos y mis padres y Jorge están sentados en la sala con Azul — Qué bueno que regresaron, acérquense. — Nos pide mi padre.

Con algo de dudas, nos sentamos junto a ellos — Azul tiene que contarnos algo... Comienza hija... — Explica mi madre.

— Bueno, he hablado con Carlos, mejor dicho, he discutido un poco con él. He tomado una decisión y él no está de acuerdo. No quiero volver a arriesgar mi vida, por lo tanto, no iré a Estados Unidos a tenderle ninguna trampa a nadie, firmare los documentos necesarios y le cederé la empresa a Alejandro. Carlos venderá las propiedades de mis padres y allí se acabo todo. Por lo menos eso es lo que quiero, aunque él no me ha asegurado nada. — ¿Me podrías decir cómo es eso de volver a arriesgar tu vida? — Pregunta mi padre, y creo que me ha leído la mente.

— Es una larga historia, solo sé que no quiero repetirla. Algún día tendré el valor de contarles lo que me ha sucedido, pero definitivamente hoy no es el día. — Nos dice y nuevamente el misterio rodea sus palabras.

— Respetamos tu decisión, pero queremos que sepas que estamos aquí para ayudarte. — Expresa mi madre en un tono protector.

— Lo sé Isabel y de verdad se los agradezco, pero que primero debería ir a hablar lo que me sucede con un profesional. — Explica.

— ¿Un psicólogo? — Pregunta mi hermana sorpresivamente.

— Si, necesito rehacer mi vida, quiero salir adelante. Hoy mientras estaba en el bar con Carlos veía lo feliz que era la gente a mi alrededor y yo quiero eso, aunque me costara mucho. — Expresa y mi preocupación va escalando rápidamente. 

— Si quieres, mi mejor amiga es psicóloga, quizás ella te pueda ayudar. — Le ofrece mi hermana.

— Te lo agradecería... — Responde sonriente.

Yo estoy aquí sentado escuchando toda esta conversación y no puedo parar de pensar en que es lo que le ha sucedido. — ¿Qué harás ahora? — Cuestiona mi padre.

— Lo primero es encontrar un piso, y aunque estaré bien económicamente quiero dar clases de inglés. — Expresa con ilusión.

— ¿Por qué no empiezas conmigo? — Digo en un acto inconsciente.

Maldito momento donde las palabras salen más rápido de lo que puedo pensar.

— ¿Tú quieres aprender inglés? — Averigua.

— En realidad algo sé, pero quiero reforzarlo. — Explico.

— ¿Y eso? — Pregunta con demasiada curiosidad.

— Quiero hablarlo bien para poder manejarme mejor con algunos proyectos ¿Entonces me ayudaras? — Consulto.

— Esta bien... lo hare... —

— ¿Y cuando comenzamos? — Inquiero sonriente.

— ¿Mañana? — Propone.

— Mañana será profe. — Le digo sonriendo y puedo ver que, aunque no es la más amplia sonrisa del mundo, ella también me sonríe. 《¿estaré haciendo bien en tomar clases de inglés con ella? ¿o será uno de esos errores de los que me arrepentiré?》

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