51: Corazón flechado

Después del caos, vino un poco de paz.

Mientras Adrian Ross finiquitó el asunto con la señora Humble, Alessa no pudo evitar sentir que el mundo estaba dando vueltas a su alrededor. Sabía que Leonardo se iría ese mismo día, que ya había acabado todo, porque él debía marcharse. Alessa se mordió el pulgar, inquieta.

—Eh, ¿qué tienes? —le preguntó Patricio, frunciendo el ceño.

—Nada, nada —mintió apresurada, demasiado distraída con el peso de su celular.

¿Leonardo no la llamaría al menos? ¿O la cita improvisada del bar fue una despedida, en realidad? La pelirroja palmeó el lado izquierdo de su pecho mientras vio a su jefe Le Roux hablar con el señor Ross y la señora Humble, su nueva socia comercial, al igual que lo era de Leonardo. Alessa dio un paso atrás, observando la interacción. Le Roux estaba más que satisfecho, se le notó cuando la buscó con la mirada y alzó la barbilla.

Sí, la miró y el fantasma de una sonrisa estiró la comisura de sus labios, porque la encontró justo allí, a su l
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