—Lo siento, no hay cambios aún, seguimos probando distintos tratamientos, pero no está respondiendo como quisiéramos. —Escucho a lo lejos.
—¿No hay nada más que hacer? —Jasper, mi dulce Jas… la debe estar pasando fatal por mi culpa.
—Debemos esperar, cuando esté lista, despertará —responde la misma voz.
Pero no estoy dormida, ¡estoy aquí! Grito inútilmente, porque de mi garganta no escapa ni un solo suspiro. Si solo pudiera decirles que estoy aquí…
—Buenos días, cielo. ¿Cómo te encuentras hoy? —Es esa enorme mujer otra vez, al verla, su aspecto intimida, pero jamás nadie fue tan dulce y delicado conmigo como ella—. Debes tomar un baño, pero tranquila, yo me ocupo de ti.
Como si fuera una muñeca de trapo, ella me mueve a su antojo y comienza a pasarme un paño húmedo por toda la piel, se siente bien, como una caricia.
—Sabes, tengo cinco hijos y catorce nietos. Y si alguno estuviera en tu lugar, mi corazón se rompería en mil pedazos. Estoy segura de que hay mucha gente que se preocupa por ti cielo.
<<Sí, Jasper y Marc. No tengo a nadie más.>>
—Tienes que intentar encontrar la luz, cielo. Confía en Dios. Sé que a veces es difícil de entender, pero él solo nos envía pruebas que está seguro podemos manejar…
<<Lo siento, señora, no creo en Dios. ¿Dónde estuvo toda mi vida? Si existe… bueno, si es real, es un sádico y no quiero saber nada con él.>>
—Intentaré ponerte más cómoda —anuncia y, con cariño, toma mi nuca; pone la otra mano en mi rostro y gira mi cabeza con delicadeza para dejarme de frente a ella—. Debes intentarlo, cielo. Eres muy joven, la vida no tiene que ser tan difícil ¿sabes?
<<Quisiera que fuera verdad…>>
—Haremos un trato, cuando despiertes, te traeré mi especialidad. La mejor tarta de chocolate que hayas probado. Pero debes intentarlo.
<<Le juro que lo hago, pero no sé cómo…>>
Cuando ella se va, hay silencio otra vez. Ese aterrador silencio y esa inquietante quietud… quiero despertar, realmente quiero hacerlo…
Cuando despierto, ya no estoy en la habitación de hospital. Estoy en este oscuro cuarto otra vez. La oscuridad es total, hasta que de repente la luz central se enciende y Ella aparece justo debajo con su diabólica sonrisa y esa mirada cargada de odio.
—Has vuelto… —dice en tono despectivo.
—Eso creo, no sé cómo sucede.
—Por supuesto, nunca sabes nada. Ya lo sabemos…
—¿Por qué me odias tanto? Nunca te he hecho nada…
—¡Eres una maldita mentirosa! —grita enloquecida—. Me lo has hecho todo, fue a mí. ¡Recuérdalo!
—Tengo que salir de aquí, tengo que despertar de esta pesadilla.
—¡Ayúdame, papi! —Se burla con tono de niña.
—¡Cierra esa maldita boca!
—Al fin un poco de carácter. Cielos… ¿qué hay que hacer para que reacciones? Ya lo sé… quizás pueda imitar a mami. ¿Quieres que lo intente, Nina?
—Eres una perra maldita, ¿por qué no desapareces de mi vida?
—Porque no puedo, tú me trajiste, ¿lo recuerdas?
—No es cierto, yo jamás te buscaría. Tú solo… apareciste.
—No, no, no, mi pequeña Nina… fuiste tú. Me rogaste, me imploraste que apareciera.
—Yo jamás…
—¡Recuerda! —grita mientras me toma con ambas manos del rostro, apoya su frente en la mía. Su mirada se graba en mis retinas y es como caer en un pozo.
De repente, puedo verme a mí misma, sé que soy yo. Pero soy una niña pequeña… debo tener unos tres años quizás. Llevo un vestido blanco con muchas pequeñas flores rosas que lo adornan, unas zapatillas blancas y calcetines con puntilla. Tengo dos coletas cerradas con una cinta rosa, mi cabello es más claro que ahora, de un marrón chocolate, pero mis ojos son los mismos, tan azules como el mar. Doy vueltas y vueltas, rio y cada vez abro más los brazos, como si quisiera salir volando.
—¡Nina! —Es la voz de mamá, la escucho acercarse, pero no puedo detenerme—. ¿Dónde estás, pequeña traviesa? Vamos, es hora de jugar.
Me detengo de inmediato y me caigo por el mareo.
—Ahí estás. ¡No te ensucies, Nina! —Me regaña mientras se acerca, me toma de los brazos y me pone de pie y sacude el polvo de mi vestido nuevo.
—No quiero ir —digo con un mohín.
—Claro que sí, a ti te encanta jugar con mami y papi ¿no es cierto?
—No, no quiero. No me gusta ese juego —repito y tironeo para zafarme de su agarre. Ella se detiene, se agacha y sus ojos me dan miedo, mucho miedo.
—¿Quieres que papi se ponga triste? ¿Quieres que mami se enoje? No ¿verdad?
—No.
—Entonces serás una buena niña y bajarás a jugar con nosotros.
Asiento, pero en realidad no quiero hacerlo. No me gusta ese juego, me duele…
Abre la puerta del sótano y el olor me produce náuseas. Una mezcla de algo dulce y humo me cosquillea la nariz. De inmediato. veo las mantas apiladas en el suelo, rodeado de cojines y osos de peluche. Papi está acomodándolos en forma de medialuna. Mi mami me suelta el brazo y yo lo froto porque me apretó muy fuerte.
—Aquí está mi pequeña y hermosa princesa. ¿Eres la nena de papi? —pregunta él mientras me toma en brazos. Siempre huele gracioso, a vino y esos cigarrillos raros que arma.
—Sí. papi.
—Sí, claro que lo eres. Solo mía. Papi te ama, princesita. ¿Tú me amas?
—Sí.
—Bueno, ahora vamos a jugar. Recuerda que no debes llorar, si tú lloras, papi se pondrá muy triste… no quieres eso ¿verdad?
—No papi… pero, me duele, no me gusta…
—Claro que te gusta, porque tú quieres que papi te ame, y este es nuestro momento especial ¿sí?
—De acuerdo.
—Ve a tu lugar, princesa.
Me deja en el piso y me pongo en medio de la manta rosa, justo en medio de los peluches y almohadas. Empiezo a jugar con mis deditos y muevo mis pies para que choquen entre sí. La luz de la cámara nueva de mami se enciende. Papi se acerca a mí, está desnudo y no quiero mirar.
<<Brilla, brilla, pequeña estrella,
cómo imaginar lo que eres desde el cielo,
el mundo está tan alto,
como un diamante en el cielo.
Cuando el resplandeciente sol se ha marchado,
cuando no hay nada que brille sobre él,
entonces tú enseñas tu pequeña luz,
y brillas, brillas, a través de la noche…>>
Su tacto me quema, y me alejo espantada.
Esa canción, otra vez esa canción. ¿De dónde vino eso? Pero cuando abro los ojos, estoy de vuelta en la habitación blanca del hospital y Ella no está.
Es un día particularmente tranquilo esta tarde en el hospital, lento y aburrido. Como me sobra el tiempo, sigo con mi investigación sobre Natacha Sloan, necesito saber de ella, quién es, qué le pasó, qué oculta…Llamo a un contacto en la policía de Nueva York. Luego de las preguntas típicas de etiqueta, le pido cualquier cosa que pueda conseguirme sobre ella. Me promete que lo va a intentar y que, en cuanto tenga algo, me lo alcanza.—Disculpe, doctor, lo buscan. —Me advierte mi secretaria.—¿Quién, Rosalie?—Dijo llamarse Marc Preston, y dice que le urge hablar con usted, es sobre la paciente Sloan.—Hágalo pasar. —Pido, me pongo de pie, no tengo idea de quién es este hombre… y la intriga puede más.—Doctor Smith, es un placer. —El hombre que tengo frente a mí está alrededor d
—Buenos días, cielo, ¿cómo te encuentras hoy? Es un hermoso día fuera. Pronto comenzarán a caer las hojas. Me encanta el otoño, los colores son tan hermosos…<<Mi estación favorita es la primavera, todo huele a lluvia y flores>>—Hoy vamos a revisar tus heridas, no queremos que queden horribles marcas en esos hermosos brazos.<< ¿Heridas? Yo no me lastimé.>>—Esto puede doler un poco, lo siento, trataré de hacerlo rápido. ¿Por qué querrías dañarte así, cielo?<<No lo hice, no fui yo… debe haber sido Ella, siempre es Ella.>>—Se ven mucho mejor. Pero si fueras mi nieta, te daría una zurra por haberte hecho esto. La vida no nos pertenece, cielo, solo somos un momento, y Dios decide cuándo es hora de partir. No e
Me abro paso entre la multitud de fotógrafos que acampan en la entrada del hospital. Nunca seré capaz de entender la morbosidad de las personas.—Buenos días, doctor. —Me saluda Louis al pasar por su lado.—¿Qué tal la familia? —pregunto mientras reviso los ingresos de la noche anterior.—Causando alegrías y problemas, como todos…—Cierto.Antes de llegar a mi despacho y comenzar las rondas, visito a Natacha. Pero al ingresar a su habitación, me encuentro que está acompañada. Esta vez, además de Marc y Jasper, que ya me tienen acostumbrados, hay alguien más.—Doctor Smith, buen día. Deje que le presente a Nate Anderson. —Me indica Marc, señalando a un joven a su lado. Alto, atlético, con los mismos ojos azules intensos de su hermana, pero el cabello claro, aunque algunas facciones de su rost
Aún no puedo parar de temblar, solo me abrazo las rodillas y me acuno a mí misma de un lado al otro, encuentro cierta satisfacción al hacerlo, como si de alguna manera estuviera acompañada.—Estoy aquí, por si no recuerdas —dice Ella, metiéndose en mi cabeza, como de costumbre. Esa es la peor parte, Ella siempre sabe lo que pienso, no puedo ocultarle nada.—Deja de meterte en mi cabeza —murmuro, aunque estoy segura que, aunque estemos tan separadas como podemos, Ella me escucha.—Te contaré una historia. Había una vez, una niña hermosa, era tan hermosa, que sus padres estaban encantados con ella, incluso podríamos decir que su papito la amaba más que a nada en el mundo. Tanto, que era su pequeña princesita, su niña especial. Y tenían un secreto, jugaban un juego los tres, un juego secreto que nadie podí
El ruido incesante del teléfono me despierta sobresaltado. A ciegas, busco la mesa de luz y atiendo.—¿Diga? —saludo adormilado.—Doctor Smith, soy Louis, Natacha Sloan reaccionó.—¿Cuándo? ¿cómo?—Hace unos minutos, despertó gritando, está muy asustada y alterada. El doctor Brand le suministró un calmante, en este momento, duerme.—No le den nada más. Voy para allá.—Muy bien, doctor. Adiós.Salto de la cama sin mucho cuidado, con lo que despierto a Kate, que se gira y me busca a su lado.—¿Qué haces? ¿qué hora es? —pregunta refregando su rostro aún dormido.—Tarde, sigue durmiendo, debo ir al hospital.—De acuerdo, te amo.—Yo más.Me doy una rápida ducha, me visto con lo primero que encuen
Me recuesto en la cama dura del hospital y trato de calmar mi mente, aún tengo fragmentos de recuerdos. Nada es claro, todo se ve como a través de una niebla espesa que no consigo disipar. Pero, muy dentro mío, sé que lo que Ella me mostró es real, pasó, incluso cuando yo no lo recuerdo. ¿Cómo es posible vivir una vida a medias? O, mejor dicho, vivir dos vidas en una…Hablar con el doctor Smith me tranquiliza un poco, me brinda cierta paz, parece creerme, no piensa que estoy loca, quizás él pueda ayudarme. Sí, lo mejor será quedarme aquí, aunque eso implique no poder trabajar por un tiempo.—Después de todo, nadie te extrañará. —Escucho muy cerca de mí. Temo abrir los ojos y verla allí, pero lo hago de todos modos.Rebusco en la habitación, pero no encuentro a nadie, ni siquiera una sombra fuera de lugar
Cuando el doctor Smith llegó esa mañana a la clínica, supo de inmediato que iba a ser un día complicado, las enfermeras le informaron que hubo un pequeño conflicto que involucraba a Nina y a otras de las pacientes que residían en el lugar.Todo comenzó en el almuerzo del día anterior, cuando Nina se fue a sentar con su bandeja al rincón que había adoptado como propio, un grupo de mujeres jóvenes, que estaban lidiando con problemas de adicción hacía un tiempo, la reconocieron y comenzaron a molestarla. Pero ella no parecía prestarles atención, hasta que, de la nada, tomó la bandeja y vacío el contenido de su comida sobre la cabeza de una de ellas, a lo que las mujeres respondieron a gritos y dando golpetazos. Por suerte, todo terminó rápidamente, cuando el personal de la clínica intercedió.Paul hizo llamar a Nina a su despac
Esa mañana, luego del desayuno, Nina fue a reunirse con el doctor Smith, estaba tan ansiosa como aterrada de lo que fuera a descubrir. Aunque tenía una sospecha de que nada lindo la esperaba tras sus recuerdos. Y eso se lo debía a las visiones que Ella le había regalado de forma tan arbitraria. Pero el doctor tenía un buen punto. Necesitaba deshacerse de Ella, no podía permitir que lastimara a aquellos a quienes amaba. Su mano temblaba cuando golpeó la puerta de su despacho, pero al ver a Paul se tranquilizó un poco, su sonrisa cálida y su suave voz la calmaron. Volvió a acomodarse en el gran sofá, él se sentó frente a ella, llevaba una corbata marrón con rombos, Nina se centró en la forma de los dibujos.—¿Cómo estuvo tu semana, Nina? —Quiso saber Paul de inmediato.—Tranquila, he comenzado a pintar, eso me ayuda, m